LUIS ALFREDO RAPOZO |
En
esta oportunidad, voy a dejarles tres breves relatos de cositas que
me han pasado en los últimos diez días, para contribuir humildemente a crear
ambiente pre-navideño, aprovechando que la gente está cobrando sus
aguinalditos, bonitos y compensaciones de la época de fin de año, con la firme
intención de elevar la reflexión y ayudar a dar ideas de qué hacer con sus
realitos:
Ocho
días
“Ese
domingo me levanté bien temprano como siempre. Entonces, me puse las alpargatas
domingueras y salí a comprar los tres periódicos, que acostumbro a leer ese día como algo sagrado: es una rutina que
mantengo desde hace varias décadas, que mi familia respeta, es como ir a misa. La diferencia en estos tiempos, es
que gasto casi cien bolívares en los tres diarios. ¿Qué no hacía uno con cien
bolos, cuando era un chamito por los años sesenta? “Eso era plata”, pensé.
Ahora, es un gas que se evapora. Como ya viene diciembre -pensaba mientras
caminaba-, uno se detiene a pensar en las tradiciones caseras. Ustedes saben;
en limpiar la casa, pintar, arreglar esto, remendar aquello, adornar, hacer las
hallacas, el “niño Jesús” para los chamitos, los regalitos y todo eso. “Es
difícil no pensar en esas cosas”, me dije. Total que me puse mis periódicos
debajo del brazo y fui a comprar varias empanadas para evitar que se cocine
temprano en casa. Cada empanada me costó treinta bolívares, también llevo
frutas para hacer un buen jugo de lechosa o
melón, y entonces reviso los
titulares a vuelo de pájaro, antes de sentarme en casa a eer rigurosamente:
“Hallaca sale en Bs. 27 con relleno de Mercal”-decía en letras grandes una
información dada por la agencia oficialista AVN-. Comento la noticia con los
parroquianos que degustaban sus empanaditas y entonces todos rieron en medio de
una guasa que todavía no ha terminado, y ya han pasado 8 días.”
La
cocinita
“…Cuando
llegué a la Av. Los Próceres ya había tanta gente que uno inmediatamente
pensaba que no habría tantas lavadoras, neveras y cocinas para satisfacer las
necesidades de tanta gente. A penas eran las dos de la mañana y el operativo
montando por el gobierno para vender peroles chinos tenía dos días haciendo
cola y la gente estaba pasando mucho trabajo para comprar un coroto. ¿Cuánto se
puede vender en un día? –Me preguntaba, entonces llegué a la conclusión que era
muy difícil adquirir una cocinita en Venezuela y que esto era un verdadero
despelote-.
A
las ocho de la mañana no cabía más gente en la avenida; había un tráfico insoportable y ya la autopista y avenidas de
El Valle, Nueva Granada y Santa Mónica estaban colapsadas.
El
trasnocho me estaba pegando y me sentía como si hubiese pasado la madrugada en
el Hospital Vargas para adquirir un número y me pudiera atender el homeópata.
Pero, decidí no tirar la toalla y aguantar hasta el final para comprar una
cocinita como si fuera un reto personal y entonces como a las doce del mediodía
un militar con cara de perro rabioso dijo “que se había suspendido el operativo
porque no podían controlar la demanda del servicio”, pero fue sincero cuando
dijo “que prepararían mejor el asunto para reactivar el operativo”. Sin
embargo, yo había decidido no sufrir más ese calvario y me fui caminando a casa
pensando cómo podría comprar una cocinita en Colombia.”
Nuestra
red social
“…Esa
semana había ido tres días al supermercado, por cosas del azar, no era mi
costumbre estar dando vueltas entre los pasillos del establecimiento. Entonces,
durante esos días coincidí con varias amas de casa. Al principio ni pendiente,
pero al segundo día ya nos saludamos e incluso comentábamos algunas cosas
vinculadas a los productos que no se conseguían. Entonces, nos sentamos a tomar
café dentro del mismo supermercado y entablamos una amistad de compradores de
víveres muy extraña. Luego, al tercer día
coincidimos nuevamente y de tres personas compradoras amigas, pasamos a
ser siete, luego ocho, hasta ahora que somos como quince, convirtiéndose en una
verdadera guachafita , que nos permite estar datados de dónde se consiguen los escasos
productos, usando el celular y transmitiendo mensajes de texto como en un
programa de radio.
Con
este hermoso grupo, he establecido una estupenda red social que me ha permitido
salir todos los días y conseguir los productos, emulando la propaganda aquella
que dice: “…que a lo que la primera se le pasa, la segunda lo repasa”. Desde
entonces, consigo los víveres en un alto porcentaje, aunque caminando mucho con
mis amigos de aquí para allá y de allá para acá. Es cuestión de usar unos
buenos zapatos deportivos, ropa cómoda y tener muy bien carácter y mucha
paciencia.”
-Naturalmente-les digo a ustedes-, no hay garantía de nada. Todo es cuestión de suerte, pero si les aseguro que cada día la cosa es más difícil y la plata rinde menos.
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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