HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA |
…es invisible pero tan dañoso como el que fue
derribado hace 25 años en Berlín —y, aquí, una primera digresión: ¿a cuenta de
qué todo el mundo emplea el eufemismo de “la caída del muro”? Esa vaina no se cayó, los berlineses de ambos
lados lo derrumbaron a punta de mandarria y cincel para liberarse del encierro
que es tan de librito en los regímenes totalitarios. Claro que hasta la nomenklatura ayudó en el
derrumbe: eran tan absurdas disposiciones, tan emasculantes sus decisiones, tan
abstrusas sus medidas —debido a esa maldita manía comunista de imponer la
ideología por encima de todo, de lo que es sensato, de las formas que han sido
exitosas en el pasado, del sentido común, de lo aspirado por los ciudadanos—
que forzaron a los pobladores de la parte oriental de Alemania a desechar los
temores y a estallar en rebelión. Pero
vuelvo al tema…
Aunque el cercado que nos rodea es
intangible, es por demás perceptible.
Todos lo sentimos en cada minúscula actividad del día a día; en cosas
como tratar de conseguir detergente para la lavadora —no me refiero al que nos
gusta; no se consigue de marca alguna—; como intentar comprar unas pastillas de
acetaminofén; como pretender la compra de un repuesto de algo, de lo que
sea. Ese vallado lo empezó a construir
el difunto fallecido por recomendaciones, ¿o serían órdenes?, de Fidel. A este le ha ido muy bien en eso de encerrar,
matar de hambre, avasallar y prostituir a los cubanos. En fin de cuentas, con señalar hacia afuera y
acusar a un tal “enemigo exterior” le ha bastado para mantenerse más de medio
siglo en el poder. Aquí, y ahora,
resulta que la barrera es más alta porque el nortesantandereano y su cáfila de
validos siguen poniéndole más ladrillos incorpóreos por instrucciones de la
gerontocracia cubiche.
Con cada día que pasa, se nos hace más
difícil a los venezolanos comunicarnos con el exterior. Ya sea porque las aerolíneas responsables y
con algo de vergüenza no quieren seguir dejándose robar por el régimen forajido
que tenemos y o se van o disminuyen las frecuencias de vuelos y el tamaño de
sus aviones; ya sea porque a los empresarios serios se les hace imposible pasar
por las “alcabalas” que han montado los encargados de conceder las
divisas. Hoy, debido a esa rapacidad
oficial, no es posible mantener el flujo de insumos para las fábricas o de
mercaderías para los comercios.
Productos que son esenciales para que los venezolanos podamos tener algo
parecido a la ñinguitica de vida civilizada que ya conocimos en el pasado y que
ahora nos cuesta tanto tratar de mantener.
Desde ya, dejemos claro que no todos los
viajes son a Orlando para ver a Mickey.
Esas cosas, hasta hace poco habían quedado para los boliburgueses que
eran los únicos que podían pagar los precios de los parques. Pero ya ni ellos se atreven a viajar. No porque no tengan los dólares —que a ellos
les abundan— sino porque están escarmentados por lo que le sucedió a un juez al
llegar con su mujer y muchachos a la inmigración de Miami: le echaron garra los
federales. Ya confesó que usó su cargo
para “aliviar” a varios narcos... Hay
otros viajes que son esenciales para la vida nacional. Por ejemplo, nuestros médicos, tan
reconocidos continentalmente por su alta especialización y calidad
profesionales están corriendo el peligro de quedarse atrás porque ya no pueden
asistir a los seminarios y congresos donde se ponían al día con nuevos métodos
y técnicas. Es que ni siquiera pueden
suscribirse a las revistas especializadas porque para eso no dan divisas: sucede
que nuestros burócratas no son capaces de diferenciar entre un ejemplar de “The
Lancet” y otro de “Pent-house”. Y por
eso estamos como estamos…
Pero el vallado va a ser derrumbado más
pronto que tarde, igual a como aconteció en Berlín hace un cuarto de
siglo. Ojalá que sea por medios legales
y civilizados, pero no es posible garantizar eso. Porque ya la presión popular está llegando al
trazo rojo del manómetro. Con decir que
estamos peor —pero mucho peor— que cuando “el caracazo”…
Otrosí
Comparto la preocupación expresada
recientemente por Eleonora Bruzual: nadie puede afirmar con certeza que ese
centenar de palestinos llegados recientemente y publicitados a página completa
por el régimen viene a estudiar medicina; están más justificadas las sospechas
en esa materia. Primero, porque este
régimen es más mentiroso que un brassiere con relleno. Segundo, porque ya el régimen demostró su
incapacidad para recibir becarios extranjeros: los centroamericanos y
bolivianos que habían traído para formarlos como médicos, al poco tiempo le
estaban pidiendo a sus embajadas que los repatriaran: no había profesores, ni
material de enseñanza, y las becas prometidas eran pura coba, no llegaban. Hoy,
la pomposamente llamada Escuela Latinoamericana de Medicina tiene años
vacía. Tercero, porque —empleo las
palabras de Eleonora— “(e)ste régimen (…) desde hace 16 años nos ha hermanado
con terroristas y sociópatas del mundo”.
Así como se han hecho los locos para no tener que regresar a los vascos
de ETA requeridos por la justicia española, lo más probable es que ahora hayan
traído otros terroristas, ya sea para que estén en una “zona de alivio”, o
—dada la preeminencia que han tomado los colectivos con el régimen— para que
sirvan de instructores en eso de poner bombas en los autobuses y tirar cohetes
a lo loco contra las comunidades.
El viejo adagio ordena: “Piensa mal y
acertarás”…
Humberto
Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
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