viernes, 14 de noviembre de 2014

GOLFREDO DÁVILA, EL AMAR

GOLFREDO DÁVILA
La cercanía de las fiestas decembrinas me motiva a hablar del amar desde la mirada de Humberto Maturana. Sé que cuando no se es ducho en un tema tan profundo como éste, cuando tratar de hacer una síntesis de su obra en un artículo sin duda da lugar a equívocos, se corren riesgos; pero bien vale la pena correrlos, sobre todo si la miseria humana y la violencia se exhiben por doquier, porque según este científico, la Biología del Amar fue el sendero de nuestros orígenes humanos y es el camino para construir un presente en armonía.

No son los tratados del griego Platón, quien consideraba que el amor es una ascensión desde las cosas hasta la Idea suprema (Belleza o Bien). Se trata de un biólogo chileno que ha dedicado su vida al estudio de la convivencia y del amar desde la perspectiva biológica. Maturana dice: 

"El amor es la emoción más intensa de todas; es el dominio de las conductas en las cuales el otro surge como legítimo otro en condiciones seguras...” “...el emocionar en cuya conservación sé constituye lo humano al surgir el lenguaje, se centra en el placer de la convivencia, en la aceptación del otro junto a uno, es decir, en el amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones en el que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia.”

Si nos situamos en los comienzos del primer milenio, Jesucristo sintetiza su visión del mundo en el amor en la petición “amaos los unos a los otros, como yo os he amado”. Ésta es una convocatoria a la paz, al entendimiento, al respeto por el otro, a la entrega, al amor entre los seres humanos. Aún para Carlos Marx, quien dedicó su vida a los estudios de la economía política, el materialismo dialéctico y la lucha de clases, cuando decía que el obrero tenía más necesidad de respeto que de pan, que había que desechar las ilusiones y conquistar una sociedad sin clases sociales, una sociedad de hombres libres, donde desaparezca la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, también en algún sentido, su convocatoria era el amar al otro.

Son visiones diversas, en tres períodos históricos distintos y distantes, que convergen en el amar. Si bien Marx y Engels con la ley de la negación de la negación, explican su tesis con la cual la humanidad viene del comunismo primitivo y va al científico, es decir de aquella sociedad donde no había mediación entre el acto sustancial y lo creado, pasando por todos los modos de producción que conocemos, en los cuales se da una relación de dominio de unos sobre otros, hasta llegar a un estadio superior de armonía y respeto. También Maturana, precisa que la humanidad viene de una cultura matrística –que no matriarcal-, hacia la cual debe retornar, en la búsqueda de lo neomatrístico, para encontrar la convivencia basada en el respeto, en la colaboración, en la conciencia ecológica y en la responsabilidad social, que están por encima de la competencia y de la guerra. Según sus estudios, la cultura matrística estuvo presente desde unos 8 mil años hasta 5 mil años a.C. y no se refería al dominio de las mujeres sobre los hombres, sino a que tanto el hombre como la mujer eran copartícipes de la existencia. Dichas relaciones no eran de dominación ni de subordinación. Posteriormente surgió la cultura patriarcal–matriarcal con la aparición de la propiedad, centrada en la dominación del hombre sobre la mujer, en las jerarquías, en la guerra. Por eso, las culturas que hoy subsisten son de sometimiento. 

Lograr el vivir viviendo en la convivencia como seres amorosos que somos los humanos y en armonía con la naturaleza, pasa por recuperar la cultura matrística.

Golfredo Davila
golfredodavila@yahoo.es
@golfredodavila

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