"Es extraordinaria la capacidad que tienen las estructuras del poder para inventar fórmulas que las amparen". Fernando Butazzoni
ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO |
Todos
sabemos que no hay nada más peligroso que un felino cuando percibe que no tiene
escapatoria; rápidamente se convierte en un atacante feroz, que intenta huir
embistiendo contra el enemigo, aún al precio de su propia muerte. Desde las
trágicas elecciones legislativas de 2013, cuando vio finalmente sepultadas sus
ilusiones de modificar la Constitución para perpetuar en el poder a su única
dirigente, el kirchnerismo se ha transformado precisamente en ese ejemplo que
nos brinda la naturaleza; son prueba de ello los cambios constantes y
contradictorios del "relato" que ha encarado desde entonces como, por
ejemplo, las leyes de abastecimiento, de autorización a las telefónicas para dar
servicios de televisión por cable y, por supuesto, los nuevos códigos mediante
los cuales la noble viuda intenta sancionar una auto-amnistía.
A
los gravísimos problemas de salud que el stress provocado por la persecución de
los fondos "buitre" a las empresas de su empleado Lázaro Bóvedas Báez
y a todo su entorno familiar, la Presidente tiene ahora que sumar la prevista
renovación de energías de los jueces federales, que han comenzado a morderle
los garrones y hasta las pantorrillas al poder. Como tantas veces afirmé, estos
jueces nunca se venden, sólo se alquilan y, como es natural, ahora están
limpiando la casa para renovar su contrato con el próximo ocupante del sillón
de Rivadavia.
Claro
que contribuyó a acelerar esa reacción -y, sobre todo, su cohesión- el proyecto
de Código Procesal Penal, ya que éste pretende recortar las facultades de los
jueces -a quienes ya les resulta imposible echar desde el Consejo de la
Magistratura- para dárselas a los fiscales, designados a dedo por la inefable
Procuradora, la Dra. ¡Giles! Carbó, quien podrá asignar las causas más
"conflictivas" a los más fieles de entre ellos. La virulencia de los
ataques que Koki Capitanich y demás lenguaraces del Ejecutivo lanzaron contra
el Poder Judicial, por expresas instrucciones de la Presidente, fueron una
señal cabal de por dónde pasan hoy las preocupaciones de la noble viuda.
Tampoco
la situación de su ex-amiga populista debe estar aportando sosiego al ánimo
presidencial. Dilma Rousseff, que acaba de ganar su reelección por escasísimo
margen, está enfrentando la peor crisis que recuerda Brasil desde el
impeachment que costó la Presidencia a Collor de Melo. El escándalo creciente
de las coimas en Petrobras, que ya llevó a la cárcel a funcionarios de la
petrolera y a muchos de los más altos ejecutivos de enormes empresas
constructoras, amenaza la gobernabilidad de la sucesora de Lula: era ella
misma, por entonces Ministro de Minas y Energía, quien comandaba la compañía
cuando los ilícitos se produjeron.
Brasil
era, antes de la llegada de los Kirchner al poder, un país sumamente corrupto,
pero respetuoso al extremo de la división de poderes constitucional. Eso
permitió que muchos de los grandes jerarcas del PT, luego altos funcionarios
nacionales, perdieran sus cargos y fueran a prisión, incluyendo nada menos que
al Ministro de la Casa Civil (nuestro equivalente es el Jefe de Gabinete) y al
Presidente del partido de gobierno. Es en esa siniestra vidriera donde doña
Cristina contempla con horror qué pueden hacer los jueces cuando no se puede
controlarlos, como está intentando hacer al menos con los argentinos, ya que
con los extranjeros le resulta imposible.
Salvo
para el "ombliguismo" de los argentinos resulta claro que, cuando
cambian las modas políticas, éstas recorren el continente entero; así pasó con
las dictaduras eternas, las democracias recuperadas, las recetas liberales, las
privatizaciones y, últimamente, con los populismos disque izquierdistas. Tal
vez haya llegado la hora, en América Latina, de terminar con los corruptos de
cualesquiera pelajes y procedencias.
La
doctrina de don Néstor (q.e.p.d.), aquélla que decía que para hacer política y
tener poder se necesita "platita" debe ser una de las únicas
lecciones que su viuda comprendió con claridad; sin embargo, y pese a que
continúa incrementando hasta niveles siderales su fortuna personal, su supina
ignorancia y su injustificada soberbia hicieron que pusiera al frente de la
economía y de las arcas del Estado a un grupo de jóvenes inexpertos que
destruyeron, como Atila, lo poco que quedaba en pie en el país real.
Esta
pandilla, que ni siquiera pudo controlar un centro de estudiantes cuando Axel
Kiciloff y Mariano Recalde fundaron TNT (tontos pero no tanto), y que no puede
exhibir siquiera un antecedente laboral previo a su irrupción -de la mano de la
increíble fascinación de doña Cristina- en la función pública, ha obtenido los
más rápidos y exitosos logros en materia de aniquilación de la moneda, de
crecimiento del gasto público, de irrefrenable emisión monetaria, de recesión,
de caída en el comercio exterior y en las reservas, de paralización de la
construcción, etc., etc..
En
la lucha por escapar de un destino más que complicado, el kirchnerismo está
dispuesto a llegar a cualquier extremo, aunque los medios que deba emplear
sepulten cualquier ensoñación "bacheletiana" de volver en 2019; no
ignora cómo se comporta el peronismo con sus líderes caídos ni por qué celebra
un único Día de la Lealtad cada año. Scioli, lo único medianamente potable que
puede mostrar como sucesor, tiene los suficientes antecedentes
"panquequistas" como para brindar demasiada tranquilidad, al menos en
materia de impunidad y especialmente porque, con la gigantesca crisis y el
consabido ajuste que el país deberá enfrentar, la ciudadanía saldrá a la
habitual búsqueda de culpables y pedirá su condena.
Porque
no debemos olvidar que, como demostró esta misma semana, la Presidente sigue
siendo la dueña de la maquinita de imprimir billetes o, en verdad, papelitos de
colores, y para lograr sus fines inundará con ellos el país en los últimos
tramos de su gestión, vía aumentos formidables en la asignación universal por
hijo, en los planes sociales y hasta en las jubilaciones; el objetivo será
conseguir una gran bancada propia en las cámaras. Que tal conducta no haga más
que incrementar la inflación será una preocupación de su sucesor, como también
los bonos de deuda atados al precio del dólar oficial, en la práctica un seguro
de cambio, con los que ha desinflado el mercado blue.
En
esa materia, el gasto público, me permito formular una sugerencia a quien la
suceda: convocar a un plebiscito para que los ciudadanos decidan si están
dispuestos a sostener una línea aérea de bandera que, amén de no ser realmente
del Estado y no presentar balances ni detallar sus gastos, cuesta la friolera
de dos millones de dólares diarios; claro que habrá que explicar, previamente,
que las mayores pérdidas operativas las tiene en los destinos internacionales,
al cual ha sumado ahora el Caribe. Lo mismo habría que hacer con el Fútbol para
Todos: preguntar a la gente si el Estado debe financiarlo o si debe hacerlo la
publicidad privada. Seguramente, en ambos casos se obtendrían respuestas que
permitirían una importante reducción en
uno de los cánceres que están consumiendo al país.
Para
terminar, un encarecido pedido a toda la oposición: como mínimo, que sus
líderes firmen un compromiso formal de encarar, como política de estado, la
lucha contra el narcotráfico, explicitando en el mismo todas las medidas que
adoptarán para ello. Ya no se trata de discutir una foto o un casamiento o un
romance; está en juego la Argentina misma como país viable. Los ejemplos de
Colombia y México -la ciudad de Rosario y el Conurbano también- tienen
demasiada sangre como para no hacer todo lo que esté a nuestro alcance para
impedir que lleguemos a un estadio similar y nos transformemos en un acto
fallido de la historia.
Enrique
Guillermo Avogadro
ega1avogadro@gmail.com
@egavogadro
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