EDDY BARRIOS |
“Preaching
to the choir” es una expresión inglesa muy sabia, la cual traduce “Predicando
al coro” y significa que el predicador dirige su sermón para convencer a
oyentes que ya están convencidos. Audiencia que no necesita ser convencida
porque de antemano lo está y lo que hace es fastidiarse de escuchar otra vez lo
que ya está en su cerebro conformando actitudes. Como sabemos, las actitudes
son esas posiciones que tenemos formadas con respecto a algo y son las que
motivan a su vez las conductas. Nada hacemos tratando de modificar conductas.
Hay que modificar las actitudes para generar conductas acordes. Quienes actúan
distinto a las actitudes sufren de
Disonancia Cognitiva.
David
Goleman, por su parte, nos demostró en su libro LA INTELIGENCIA EMOCIONAL, que
existe una medula oblongatta dentro de nuestro cerebro límbico, o lugar de
asiento de las emociones ubicada hacia el cerebelo, donde se dan las respuestas
más rápidas posibles a estímulos exteriores. La palabra “emoción” deviene de la
palabra latina “motere” o mover, movimiento. Estas emociones son las que
precisamente nos mueven, casi sin necesidad de pensar, y son sólo eso, sentimientos
que impulsan una respuesta fisiológica
adquirida, como el célebre perro de Pavlov, y producen reacciones que
impulsan, o mueven a la persona para una acción inmediata o de emergencia,
determinada.
El
sistema límbico es un sistema formado
por varias estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante
estímulos emocionales. Está relacionado con la memoria, atención, instintos
sexuales, emociones (por ejemplo placer, miedo, agresividad), personalidad y la conducta. Está formado por partes del
tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo y
mesencéfalo. El sistema límbico interacciona muy velozmente (y al parecer sin
que necesiten mediar estructuras cerebrales superiores) con el sistema
endócrino y el sistema nervioso autónomo.
Los
pensamientos en cambio, son elaboraciones avanzadas que se producen en la
neocorteza cerebral a manera de procesador central de alta capacidad, donde
están las estructuras cerebrales superiores y donde se van construyendo no
respuestas fisiológicas, emocionales, sino complicados conceptos o actitudes
que ameritan de reflexión y evaluación de ideas, versus hallazgos de la
observación del ambiente donde vivimos, para obtener una respuesta reflexiva,
de tiempo mediato o a largo plazo. Alguien dijo que los pensamientos son, en
esencia, emociones elaboradas o racionalizadas en el tiempo.
En
algunas ocasiones, las normales, el hombre tiene tiempo para acudir a su
neocorteza y evaluar y buscar una respuesta racional. En cambio, existen otras
donde el hombre debe reaccionar inmediatamente, sin reflexión, para sobrevivir
de un encuentro con algo que le significa una amenaza que le recuerda una
reacción primitiva aprehendida, basada en sentimientos de cuando éramos
neardenthales o cromagnones, respuestas inmediatas a preguntas esenciales,
tales como: “¿Me come? ¿Me lo como? Una
disyuntiva agonal para las cuales no puede darse el lujo de ralentizar su
reacción, sino darle respuesta violenta de ser necesario para sobrevivir.
Estas
respuestas o reacciones límbicas perduran en nosotros ante estímulos a los
cuales no les damos lugar a pensar, tales como las sonrisas. En la sonrisa
mostramos los dientes en señal de que no morderemos, de allí que se sonríe a
boca medio abierta. La risa es más elaborada y es continuación de la sonrisa,
una vez que hemos resuelto que no me comerá, y abrimos la boca totalmente y
soltamos la carcajada. Goleman nos
demuestra que es más exitoso quien domina su inteligencia emocional a quien
tiene una muy alta inteligencia racional que llamamos I.Q. La inteligencia
emocional no tiene demostración cuantitativa sino cualitativa y se traduce en
serenidad, aplomo, respeto de loa demás y admiración por el buen carácter y la
capacidad de dominio de situaciones. Que triunfa quien aprende a trabajar con
su cerebro límbico para demorar y controlar sus emociones y dar respuestas con
su neocorteza, sin acusar esas emociones, a las cuales les decimos en criollo:
“ese amargado nos salió con un pata de banco”.
Es
necesario que el líder político, social o gerencial tome conocimiento y en
cuenta estos fenómenos del pensamiento y la acción. Técnicas como el Análisis
transaccional y más recientemente la Neurolingüística, nos enseñan los
mecanismos necesarios para identificar esas emociones y sus bases en nuestra
mente, bien sea en respuestas desde la cinta grabada del padre, la madre o el
niño, o en anclajes neurolingüísticas para obtener una mejor comunicación o
para la venta y promoción de ideas y ser
eficaces y efectivos en nuestra labor de difusión del mensaje que deseamos
transmitir.
La
oposición debe elaborar y aplicar un método ecléctico, el cual enlace y
articule los mejores conceptos esenciales de estas ideas que he expuesto, para
acudir al centro de las masas, a los hogares y tratar de explicar el mensaje a
quienes están en las capas más sensibles y sencillas del sistema social y
tratar de formar esas actitudes resultantes del conocimiento y la convicción
para que la gente cambie sus actitudes y aprenda a dominar la Inteligencia
emocional y no reaccione desde la médula y desde su sistema límbico, sino de
una reflexión profunda, sin dejarse manipular, que le demuestra las causas
esenciales de la crisis en la cual vivimos y que le permita transformar la
sociedad a largo plazo, pero con una fase mediata no tan larga, en la cual se
sienten bases para que nuestro país salga de la crisis y avance.
Dejemos
de pelear entre los hombres y mujeres preparados y con buena formación
académica o dirigiendo nuestros mensajes a nosotros mismos, como “predicando al
coro”. El coro al que necesitamos predicarle nuestro evangelio es esa gente que ha aprehendido claves y
códigos revolucionarios, como ese malhadado concepto de aquella odiosa arenga
de: “Con hambre y sin empleo…” o esa reacción visceral que dan cuando se
sienten amenazadas por la razón y responden sin pensar: “No volverán”, sin
pensar que ese mensaje ya aplica mejor a sus ideas y no a las de quienes
estamos exponiendo el análisis y reflexión de, precisamente, las causas de lo
que nos consume y estamos ofreciendo respuestas.
Personas
cercanas muy queridas me decían o se decían entre ellas: “Eddy está equivocado”
y me trataban como quien guarda compasión cristiana con alguien enfermo,
algunos pontificaban tratando en vano de decir que el finado lo hizo bien y que
el sucesor es quien lo echó a perder. La realidad ahora les golpea en el rostro
y les demuestra quien estaba errado. No obstante, algunos siguen sin despertar.
Hay que demostrarles que eso que creían no es cierto, que estaba malo desde su
concepción al seleccionar el modelo adoptado sin cuestionar, y que el finado
fue el elemento activo esencial para la siembra de esas ideas y que éste lo que
hace es seguir el libreto. Es a este libreto o sistema de ideas a las que hay
que atacar, mediante el trabajo apostólico de casa en casa, de mente en mente,
primero en la médula social de las masas alienadas, para producir el cambio de
actitudes. En el principio del proceso en 1998, confieso, era más difícil,
porque las tácticas populistas y demagógicas encontraban sustento en la
frustración y compraban adeptos con la abultada chequera revolucionaria. Hoy,
la realidad petrolera y el fracaso del aparato económico productivo fungen de
despertador de cebollita, encendido todo el día, a cada hora, en cualquier lugar
y ámbito del fenómeno socioeconómico. Ese repicar de campanas acompaña cada una
de las actividades, desde las más complejas hasta las más sencillas, que debe
un ciudadano acometer en su cotidianidad.
La
oposición se dejó tomar la iniciativa de parte de los revolucionarios, quienes
comprendieron de inmediato en 1998 y antes, quiénes eran las personas a quienes
se debía dirigir el sermón, como son las capas marginales de la sociedad, no a
la clase media o altas de la misma. Por ello, empezaron una labor de
hormiguita, comenzando por enseñarle a los llamados “cuadros” los elementos
esenciales de su ideología, para que éstos actuaran como los granitos azules
del famoso detergente para ropa, y multiplicar así los efectos deseados y… lo
lograron. Las masas hoy están totalmente alienadas y son las que aún mantienen
medio viva a la revolución. Ellos son los que compran esas aparentes sartas de
necedades y conceptos que emiten sus líderes y estas arengas, llamadas
líneas, actúan como el evangelio y
quienes las difunden como apóstoles del comunismo., por tanto, el trabajo es
ahora más simple; pero, eminente, no admite demora.
Eddy Barrios
eddybarrios@gmail.com
@eddybarrios2
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