ALBERTO LÓPEZ NÚÑEZ |
Es increíble la desfachatez del gobierno
Santos en seguir al pie de la letra las reglas que le dicta los
narcoterroristas de las Farc. Día a día se descubren insólitos datos que
revelan la entrega total de Santos al plan del Foro de Sao Paulo de implantar
el Socialismo del Siglo XXI en Colombia. Esto está descarnadamente planteado en
las 68 (hasta ahora) capitulaciones de Santos al castrochavismo que ha
demostrado el uribismo en un sesudo documento.
La egolatría del Presidente Santos lo ha
llevado a la insensata y “patricida“ (se que no existe el término, pero se
entiende, no?) actitud de querer entregarle el poder a unos narcoterroristas
criminales de lesa humanidad. El punto clave es saber si las Farc complacerán
las veleidades de Santos. Reiteradamente he insistido en este espacio que para
las Farc no es negocio ( entendido literal y figuradamente) hacer la paz.
Lo que fue un movimiento insurgente creado
por el comunismo internacional a través de la intervención del genocida Fidel
Castro, devino en un cartel multimillonario que domina todo cuanto ilegal haya
en Colombia, desde el narcotráfico,
hasta la extorsión, pasando por la minería ilegal. Su riqueza es mayor que la
del PIB nacional. ¿Qué les puede dar Santos que sacie su sed criminal?
En teoría nada, pero la política siempre
tiene sus laberintos. Es allí donde nace el farcsantismo, corriente perversa
que pretende enajenar el destino del país en manos de unos criminales de lesa
humanidad. Y es allí donde la ruindad de
Santos y los narcoterroristas llega a su clímax. Pretenden tener lo mejor de
ambos mundos.
Por una parte tener el poder político
legitimado por la farsa del fraude electoral enmermelado, y por la otra tener
el poder criminal que el narcoterrorismo siempre les ha dado. La farsa de los
diálogos de La Habana es pieza clave en esa estrategia. La goebbeliana
manipulación gobiernista ridículamente apoyada por los empresarios y los
medios, siguiendo el dictum leninista de que los burgueses compran la soga con
las que le van a ahorcar, tiene narcotizado el país creyendo que es capaz de
superar el trágico sino de un narcoterrorismo criminal de lesa humanidad
acorralando al Estado y la sociedad.
Esos diálogos no son más que un paréntesis
que le permite a las Farc recomponerse y ganar todo el terreno perdido gracias
a la patriótica política de Seguridad Democrática. Una vez obtenido
fraudalentamente el poder local el próximo año, éstos se romperán y pretenderán
subyugar al pueblo colombiano mediante la doble extorsión de un poder político
entregado a la mermelada y un poder criminal que impone su macabra ley a punta
de terrorismo.
No habrá pues acuerdo de paz, ya lo indicó
muy claramente hoy “ Alapé”, el discurso de las Farc es reiterativo al
respecto, pero el gobierno Santos juega el papel de sordo. Lo que no saben es
que el pueblo no es pendejo y el boomerang que significará la decepción
respecto a ese sueño goebbeliano que Santos y sus secuaces han impuesto sobre
el país será un despertar que
determinará que Colombia retome el rumbo que perdió con la traición al mandato
popular de Santos y su capitulación incondicional al narcoterrorismo. Ningún
autoritarismo es eterno, y el que pretende imponer el farcsantismo en Colombia,
morirá antes de nacer. La insolencia del farcsantismo no nos la aguantamos los
colombianos, así de simple, y a diferencia de Venezuela, aquí si tenemos a
Uribe, un líder con los pantalones bien puestos.
Alberto
López Núñez
alopezn62@hotmail.com
@alopeznunez
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