La sociedad internacional es hoy muy distinta
a la de 1945.
Un cambio cuantitativo, por el acceso de los nuevos Estados
producto de un proceso de descolonización en la década de los 60 y del
nacimiento de otros derivados de la escisión y la unificación, especialmente en
Europa.
Un cambio cualitativo por el surgimiento de nuevos sujetos y actores
internacionales: las Organizaciones Internacionales y el Individuo, pero
también la sociedad civil, organizada en gran parte en organizaciones no
gubernamentales que juegan un papel cada vez más relevante en la adopción de
las decisiones internacionales y en la formación y elaboración del Derecho
Internacional
Las relaciones internacionales son distintas
también. Los sujetos y los actores se mueven hoy en un mundo globalizado en el
que la ciencia y la tecnología, especialmente las relacionadas con les medios
de comunicación, les dan una dinámica
muy particular. Ya no hablamos de cooperación internacional en el
sentido simple de la expresión. Los intereses individuales ceden ante los de la
comunidad internacional que se forma y se consolida cada vez más. Los cambios
en la sociedad internacional y en las relaciones internacionales inciden en la
transformación del Derecho Internacional que se adapta constantemente a esas
realidades. Nuevos conceptos, como patrimonio común de la humanidad, comunidad
internacional, solidaridad, crímenes contra la humanidad surgen y se afianzan.
Principios fundamentales que evolucionan y ceden ante los intereses colectivos,
como el de la soberanía que no es más una coraza para que gobiernos
irresponsables actúen arbitrariamente dentro de los Estados. Surge un orden
público internacional en el que se insertan normas objetivas que deben
respetarse imperativamente a favor de los intereses comunes. Surge en
definitiva una solidaridad necesaria para enfrentar los mayores retos.
Estamos en un mundo que cambia constantemente
y los Estados deben adaptarse a esa realidad. Los gobiernos responsables han
elaborado una agenda internacional que destaca los derechos humanos, todo lo
relacionado con la persona, su vida, su
integridad, sus derechos fundamentales, con la democracia como derecho
individual y colectivo; la paz y la seguridad, la lucha contra el terrorismo y
los otros crímenes internacionales, para erradicarlos definitivamente; y, la
protección del medio ambiente, que garantiza el espacio físico en el que
vivirán las nuevas generaciones. Desconocerlo seria ir contra la corriente y
ubicarse en el grupo de objetores que niegan los avances de la libertad y del
progreso en dignidad.
Es probable que Venezuela, si logra los dos
tercios de los votos en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en elección
que tendrá lugar el 16 de octubre, obtenga un puesto no permanente en el
Consejo de Seguridad. Ya lo tuvo antes, representada dignamente por gobiernos
democráticos, respetuosos de las normas de convivencia.
Las políticas internas del régimen bolivariano, especialmente en materia de derechos humanos y democracia no le acreditan para tal responsabilidad; tampoco sus acciones externas, coincidentes con los regímenes forajidos. El apoyo a las dictaduras de Siria, Cuba, Corea del Norte; a la agresión de Rusia a Ucrania; las relaciones y sostén a grupos terroristas de la región y de fuera; y su persistente manía injerencista y de confrontación muestran debilidades que permiten prever el papel que jugara en la lucha contra el terrorismo y por la paz y la seguridad internacionales.
Venezuela en el Consejo de Seguridad será la
piedra en el zapato de la comunidad internacional. No puede ser de otra forma
si aceptamos que la política exterior es una prolongación de las políticas
internas. Recurrirán al azufre para oponerse a las decisiones sensatas y
complacer a sus seguidores trasnochados, en sus políticas superadas por odiosas
e inefectivas.
El mundo va por solo un camino. El de paz y la estabilidad, el del progreso, el del respeto de los derechos y las libertades fundamentales y el régimen venezolano no parece ir en esa dirección que exige una solidaridad real y autentica y no “acomodos solidarios” basados en postulados ideológicos obsoletos, con fines políticos perversos, los mismos que han mantenido a los Castro en Cuba y han hecho posible la aniquilación de un pueblo, hundido en la miseria desde hace más de cincuenta años.
Victor
Rodriguez Cedeño
vitoco98@hotmail.com
@VITOCO98
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