La
aplastante derrota oficialista en las recientes elecciones del Colegio de
Ingenieros de Venezuela (CIV) es una brisa fresca en medio de esta infernal
“revolución” que padece el país y sin duda, conviene hacer algunas reflexiones.
Lo primero es que no hablamos de una simple elección entre Ingenieros,
Arquitectos y profesionales afines al gremio, sino de un episodio más en esta
larga batalla que libra el país por recuperar la institucionalidad y preservar
el espacio de las organizaciones sociales, garantizar su autonomía y elevar la
calidad de vida de la población, es parte de la lucha por los derechos humanos,
las libertades, la justicia y el progreso.
Esta
victoria es realmente un triunfo de la unidad democrática y en este sentido, el
liderazgo gremial ha dado al mundo opositor un ejemplo de responsabilidad,
amplitud, inclusión y madurez política.
Los resultados demuestran que las naturales diferencias en la MUD no son
tan profundas como desearía el gobierno y algunos factores seudo-opositores o
divisionistas que le hacen coro. La gran
lección es que la unidad es posible y ofrece magnos dividendos a la Nación.
Ahora que vienen elecciones parlamentarias, el desafío será colocarse a la
altura de las circunstancias y satisfacer las expectativas de la sociedad
venezolana.
Estas
elecciones en el CIV fueron tuteladas por el CNE. Además, el gobierno amenazó a
empleados públicos, presionó a empresarios, contratistas y proveedores, utilizó
los dineros del pueblo y todo el poder del Estado para intentar cambiar el
resultado pero recibió una monumental paliza en todo el país.
De
manera que este proceso es también un mensaje para los que dicen que “este
régimen no sale con votos”, que no es posible ganar por el ventajismo del
gobierno y apelan siempre a su proverbial pesimismo preguntando: ¿vamos a ir a
elecciones con este CNE? Hay que ser
muy ingenuo para creer que en una dictadura enmascarada -como esta- sea posible
un organismo electoral confiable. Así
que no hay otra, con éste o con cualquier CNE, vamos a hacer valer la voluntad
de las mayorías y a derrotar el abuso. Para eso es imprescindible organización
social, claridad de objetivos y unidad de las fuerzas democráticas.
No
faltará quien diga que este resultado fue posible porque eran elecciones en un
gremio profesional o los electores son de clase media. Falso, no es algo excepcional. Luego de
varias solicitudes por parte del CIV, el gobierno -léase CNE- permitió por fin
las elecciones porque pensaba que iba a ganarlas, decían que la oposición
estaba desarticulada y se hacían ilusiones con los "conflictos internos”
de la MUD. Lo mismo les pasó en Táchira, donde hay bastantes barrios pero el
resultado fue igual, otra paliza. No
podía ser de otra manera. Estos comicios -Táchira y CIV- son también una
muestra del severo deterioro del gobierno en la opinión pública, una señal
clara del hastío que siente el país ante un gobierno autoritario, inepto y
corrupto; los resultados son la expresión de un sentimiento de cambio que une a
los pobres y a la clase media, a jóvenes y viejos, hombres y mujeres, en
definitiva, a los venezolanos. En el
futuro, difícilmente el gobierno podrá salvarse del implacable voto castigo.
Parafraseando al "comandante eterno", lo que viene es candanga...
Richard
Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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