Al
finalizar la segunda guerra mundial el oriente del planeta se encontraba en
ruinas. Japón estaba destrozado, en China, aprovechando el hambre de la gente, el
comunismo lo arrastraba todavía más a lo profundo del abismo, Corea boqueando
se encaminaba a su propia guerra, Hong Kong, Singapur, Taiwán eran ejemplos de
una cruel devastación. ¿Qué sucedió en esa misteriosa región del mundo?
Durante los años 50 el mundo atestiguó una
gran sociedad entre los EU y Japón tanto que, llevó al país nipón a convertirse
en la segunda economía del mundo. Observamos después el mismo fenómeno con
Taiwán, Singapur, Corea y en general con todos los tigres asiáticos mientras México,
como el chinito, simplemente permanecía milando. Esas sociedades no sólo le
abrieron los mercados de EU a la gran producción en masa de dichos países, fue
también la gran oportunidad para asomarse y aprender su manejo económico.
Fue tal el éxito de los países orientales
que, durante las últimas décadas, no han faltado los profetas anunciando el
pase de la estafeta económica de nuestros vecinos a los nuevos tigres
orientales. Ha sido tal la presión que, durante los años 70 y primera parte de
los 80, los EU estuvieron a punto de adoptar el sistema de capitalismo estatal
pregonado por Japón, pero un Ronald Reagan arruinó la fiesta de Los
Revisionistas.
La batalla en EU continuaba y, ante un impopular presidente
Bush, los herederos de tal corriente salían de sus madrigueras arremetiendo de
nuevo para cambiar el rumbo del país. Pero los abanderados del mercado en esos
momentos recibían buenas noticias. El déficit fiscal de los EU—el
espantapájaros de los demócratas—se situaba en 150 billones de dólares, un nivel
muy inferior de lo estimado y el más bajo de los últimos seis años. Es decir,
la expansión económica, catapultada por los recortes de impuestos, había sido
capaz de generar ingresos record para el gobierno federal.
El elemento fundamental de aquel proceso, era
un incremento de casi 10% en la contabilidad de ingresos fiscales durante aquel
año. Se había presupuestado un faltante de casi 300 billones de dólares para el
año fiscal del 2003 el que, luego de una profunda revisión, se modificaba
arrojando una cifra casi la mitad de lo considerado.
El evento sería realmente sorprendente puesto
que, como es costumbre, los políticos de ambos bandos, republicanos y
demócratas, se habían dedicado a gastar el dinero de los contribuyentes como
marineros intoxicados y, además, la guerra de Irak se había convertido en una
hemorragia fiscal de proporciones preocupantes.
Pero, cuando los caníbales de la política se
preparaban para consumir su platillo favorito; Presidente deficitario, el 12 de
Julio de aquel año, el Wall Street Journal publicaba un escrito titulado: “El
Increíble Presupuesto que se Encoge.” En esa interesante pieza, con gran
claridad presentaban la tendencia admirable de las cuentas federales señalando
la tendencia del déficit:
2004: $413, 000 millones
2005: $318,000 millones
2006: $248,000 millones
2007: $150,000 millones
Pasaban luego, utilizando una la formula más
eficiente e indicativa de las finanzas públicas, a estimar el déficit del
presupuesto en relación al PIB de la nación:
2004: 3.6%
2005: 2.6%
2006: 1.9%
2007: 1.1%
La oficina federal del presupuesto, pasaba a
señalar cómo esa cifra del 1.1% deficitario sobre el PIB, era aun más baja que
la estimada por la misma Casa Blanca e inferior al promedio de los últimos 40
años ubicado en el 2.5%
Ahora que, gracias al genio Videigaray, se
atornilla a todo México con su “reforma fiscal”, deberían de llevar a cabo unas
mesas redondas para revisar el impresionante fenómeno que sucedía en los EU.
¿Cómo puede ser posible que un presidente haya tomado las riendas de un país en
recesión (2000), haya luego sufrido los ataques terroristas (2001), iniciara la
guerra de Irak y Afganistán, le explote la crisis hipotecaria, haya procedido a
la baja de impuestos, y los ingresos fiscales del gobierno aumenten en más de 600,000
millones de dólares? Pero claro, Bush luego se convertiría en el Salinas de los
EEUU.
Para no ofender la susceptibilidad
revolucionaria de nuestros congresistas, les aconsejo también asomarse al campo
de ese nuevo milagro económico; China. Tal vez así entiendan cómo el país
oriental, al igual que Japón y CIA en el pasado, nos arrebata la oportunidad
mientras ellos se reparten los huesos después de el decepcionante debut y
despedida de los panistas.
Mientras ellos prosiguen con la repartición,
China mantiene un crecimiento de 9.5% sostenido ya por dos décadas. Se ubica
como la segunda economía del mundo sólo superada por los EU. Es propietaria de
las reservas internacionales más grandes del mundo contabilizadas en mas de 2
trillones de dólares. Es el tercer exportador del mundo y se identifica como la
gran atracción para la inversión internacional a donde llega cada día.
Con sus 17 zonas libres estilo Hong Kong y
creciendo, China incrementa su base de empleo en 25 millones anuales. Es decir,
25 millones de chinos anualmente se incorporan a su magia. Ello es el
equivalente de incorporar países de la magnitud de Argentina, Colombia y todo
Centro América, a la economía mundial.
China representa poco más del 5% de la
economía mundial, pero consume el 20% del aluminio, 30% del acero y del carbón,
y el 45% del cemento. En estos momentos construyen 40 plantas nucleares y 25
universidades cada mes. En la sociedad establecida con EU, el superávit que
genera China beneficia de forma interesante a los segundos. Empresas
produciendo en otros países, emigran a China por los atractivos ofrecidos, pero
ello no tiene impacto en el mercado laboral americano y los beneficia con
productos más baratos. Además, recordemos las palabras del maestro Art Laffer:
“El déficit de la balanza comercial de un país, se convierte en superávit de su
balanza de capitales.”
Cuando el humo de los gritos, acusaciones,
solicitudes a China de revaluar su moneda, prácticas comerciales mafiosas,
derechos humanos, falta de un sistema democrático etc, se disipan, ante los
ojos de perspicaces observadores y emerge una interesante sociedad entre China
y los EU, cuando México no ha tenido la habilidad para aprovechar las miles de
ventajas ante sus ojos. Cuando China extiende sus zonas libres—identificadas
con un sistema impositivo estilo Hong Kong—al interior de su territorio,
nosotros, vistiendo de nuevo los arreos proteccionistas, nos dedicamos a gravar importaciones de ese
país.
¿Cuál es el secreto de China? Tal vez el
sabio ex presidente de Singapur, Lee Kuan Yew, arquitecto de la ciudad del
futuro, le diera esa respuesta a Kissinger cuando le preguntara ¿Usted piensa
que en el corto plazo veremos democracia en China? El viejo zorro irrumpe en
una larga carcajada cuando revira: “Mi querido Doctor ¿Cómo piensa usted que
1,300 millones de analfabetas puedan dictar el futuro de ese gran país?”
Sufragio efectivo y no reelección.
Ricardo
Valenzuela
chero13704@gmail.com
@elchero
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