Brasil enfrenta unos comicios importantes.
Sus instituciones son fuertes y aparentemente están preparadas para soportar
grandes tensiones, pero también es evidente que un amplio sector de ciudadanos
de ese país, están hartos de la corrupción y los malos manejos de los gobiernos
del Partido de los Trabajadores que capitanean Luis Inacio Lula da Silva y la
actual mandataria Dilma Rousseff
No es de esperar que un cambio de residentes
en el Palacio de Planalto afecte
sustancialmente la política económica y de desarrollo social del país, pero si se supone una mayor
transparencia en la administración y también una política hacia América Latina
más comprometida con la democracia y el respeto a los derechos humanos.
El gobierno de Rousseff sufrió las mayores
protestas sociales de los últimos veinte años. La ciudadanía exigía servicios
de mayor calidad, pero además rechazaba el gasto de miles de millones en la
construcción de infraestructura para el Mundial de Futbol, y la corrupción
asociada a muchos de los proyectos del magno evento.
La economía brasileña solo ha crecido este
año un 0.29% y la inflación está cerca del 6.5 % que aprueba el gobierno, no
obstante la administración mantiene su política de inclusión social y lucha
contra la pobreza.
Por otra parte en política exterior Rousseff
al igual que su predecesor Lula da Silva, ha guardado un silencio
bochornoso ante las violaciones a los derechos humanos en los
países de la Alianza Bolivariana de Las Américas y a las frecuentes faltas a
las prácticas democrática en esos países.
En relación a Cuba su conducta ha sido
todavía de mas complicidad que la que desplegó su mentor. En el puerto de
Mariel el estado brasileño ha invertido 640 millones de dólares y contratado a
11,400 médicos cubanos a los que les paga menos de una cuarta parte de su
salario, enviando el reto del dinero al gobierno de Raúl Castro, una acción
fuertemente criticada en Brasil por diferentes instituciones, incluidas las de
profesionales de la salud.
Recientemente el diario brasileño O Globo
informó que el gobierno Rousseff por
medio del Banco Nacional para el Desarrollo, facilitó al de La Habana un
crédito secreto superior a los mil millones de dólares, este aspecto fue
abordado por el candidato Aecio Neves en uno de los debates a la presidencia.
Lula da Silva, el gran elector, controla el
Partido de los Trabajadores y su
influencia es evidente, porque fue su decisión que Dilma Rousseff fuera la candidata del partido en los comicios
del 2010, cuando su favorito José
Dirceu, fue atrapado en un multimillonario escándalo de corrupción.
Este
vicio tambien ha estado presente en el mandato de Rousseff, porque hace unas
semanas Paulo Roberto Costa declaró que el partido de gobierno se quedaba con
el 3% del valor de los contratos que firmaba la empresa petrolera del estado,
Petrobras.
Esta
denuncia es avalada porque hace dos años la Corte Suprema de Brasil condeno a
altos dirigentes del PT por haber llevado una contabilidad paralela que tenía
como fin comprar el apoyo de legisladores aliados del oficialismo para
proyectos del gobierno. Este fue el escandalo por el que Dirceu fue sancionado
a casi once años de carcel, junto a otros 24 colegas del Partido de los
Trabajadores, entre ellos Jose Genoino, ex presidente de la agrupación y
Delubio Soares, ex tesorero del organismo.
En
un punto y aparte hay que reseñar que aunque Lula da Silva no estuvo
involucrado en el famoso proceso del Mensalon, si fue mencionado.
Pero
bien, la realidad es que Lula da Silva sigue siendo el gran elector. Cuando
Rousseff estaba cayendo vertiginosamente la rescató interviniendo
activamente a su favor y atacando a su
rival Marina Silva, la candidata del
opositor Partido Socialista Brasileño y favorita en las encuestas. Silva había
acompañado por 24 años, a quien fuera junto a Fidel Castro, co fundador del
Foro de Sao Paulo, un organismo que
agrupa a subversivos y terroristas de muchas banderas, pero que tienen en común
ser enemigos de la democracia.
Fue
Lula quien sacó de la campaña a Silva, al igual que promovió a Dirceu como su
sucesor y posteriormente a Rousseff cuando su primer elegido resultó convicto.
De nuevo en el 2014 ha vuelto a apoyar a su discípula, por lo que hay espacios
para muchas preguntas entre ellas, intereses del Partido o de da Silva.
Evidentemente
Lula es poderoso, tanto que lleva a recordar el característico
"dedazo" del Partido Revolucionarios Institucional de México y por
supuesto a evocar los dos dedos más enérgicos
del PRI, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas, de quienes al parecer Lula
heredó su energía, porque la candidata y presidenta Rousseff, dijo que le
apoyaría en los comicios del 2018 si
decide ser candidato.
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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