En
un país de instituciones volátiles la existencia de un CIV con 153 años de
historia constituye un activo invalorable: apenas dos universidades UCV y ULA
exhiben una trayectoria más extensa. Pero es que, además, no se trata sólo de
su capacidad de supervivencia: sin duda él ha constituido, con ellas, una de
las puntas de lanza de los procesos de modernización de Venezuela.
Los
últimos 15 años han sido testigos de la voracidad de un régimen que pretende
absorber a toda la sociedad, triturándola y homologándola; ahora, en las
elecciones del viernes 3/10, busca también engullir al CIV para convertirlo en
una seccional del PSUV.
Lo
han escrito con todas sus letras los candidatos de la Plancha 4 oficialista,
quienes proponen (y lo subrayan) transformarlo en «asesor técnico del Estado»
(del PSUV) «en el marco del Plan de la Patria», documento este descaradamente
anticonstitucional que, en palabras de H. Silva Michelena, pretende convertir a
la venezolana en una sociedad de súbditos.
Que
quiere que dentro de 5 años 7 de cada 10 venezolanos estemos sometidos al
régimen comunal, versión tropical de los soviets bolcheviques o las comunas
maoístas.
La
trayectoria de ese sedicente socialismo en nuestro campo profesional es la de
un generador de ruina: destructor de PDVSA y las empresas de Guayana, del
Sistema Eléctrico Nacional y de la industria venezolana de la construcción,
sustituyéndola por chinos, turcos, bierlorrusos o neo imperialistas brasileños.
Sin escrúpulos para asfixiar los programas universitarios de investigación o
empujar a los jóvenes profesionales a dejar el país: con ese expediente tienen
el cinismo de aspirar a representar a los ingenieros, arquitectos y
profesionales afines de un país que, con mucho orgullo, mostraba una de las
trayectorias más brillantes de la región.
Pero
no se trata sólo de rechazar esta enésima embestida del Socialismo Caribe
contra la sociedad abierta venezolana apelando incluso a mecanismos
inaceptables. Se trata también de apoyar y defender una gestión que en estos
años oscuros ha sabido mantener la dignidad y apertura ideológica de la
institución; que en medio de mil dificultades adelanta proyectos como Pensar en
Venezuela, reunión anual de profesionales de todos los rincones del país y
corrientes de pensamiento para ir perfilando, desde los muchos campos en que se
desempeñan sus afiliados, la imagen de la Venezuela posible. O que, con el
insustituible aporte de los centros regionales, formuló, entre otros, el
diagnóstico del estado de la infraestructura vial del país, tarea que el
Gobierno, con todos sus recursos, no ha podido o no se ha atrevido a hacer.
El
próximo viernes en el CIV también está en juego la Venezuela democrática y
progresista.
Marco
Negron
marco.negron@gmail.com
@marconegron
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