El año 2015 se presenta para una parte de los
venezolanos como una nueva oportunidad para producir un cambio político. Para
la otra parte, representa la continuidad de la política que se ha ido
instaurando desde hace 15 años. Para unos, la actual oposición, la transición;
y para otros, el gobierno, la conservación de los privilegios acumulados en
estos años.
Todo proceso comicial siempre representa una
oportunidad. En las democracias es así, y las organizaciones políticas
democráticas están en la obligación de participar. Luego del dislate de los
sectores de oposición de no participar en las elecciones parlamentarias del
2005, la oposición venezolana ha corregido el rumbo comprendiendo que las
posibilidades de cambio deben estar siempre inscritas en los mecanismos que
impone la democracia formal. Son los procesos electorales y no otros.
Las fuerzas del cambio se han planteado
nuevamente ganar las elecciones parlamentarias. Ya lo hicieron en el 2010 en
términos de la votación general aun cuando, en razón del sistema electoral, no
obtuvieron mayoría parlamentaria.
Los fundamentos para tales aspiraciones se
centran en la debilidad que muestra el gobierno de Maduro y la colosal crisis
que ataca a todos los sectores de la sociedad venezolana: el modelo adelantado
por Chávez y que Maduro continúa, da muestras elocuentes de su inviabilidad. La
inflación luce incontrolable, convirtiéndose en la más alta de la región, la
producción de los bienes alimenticios no logra satisfacer la demanda y, además,
los anaqueles permanecen vacíos. La escasez de medicinas mantiene alarmada a la
población y a todo el sector de la salud y, para completar, los precios del
barril del petróleo viven una baja que afecta los ingresos por renta petrolera.
La lista de déficits de gobierno es larga,
pero contribuirá suficiente para que la oposición logre obtener un resonante
triunfo en el 2015. La crisis que atormenta a los venezolanos será lo
suficientemente persuasiva como para que el chavismo salga derrotado como
algunos voceros opositores han insinuado. Seguramente son indicadores que
sugieren esa posibilidad pero, en rigor, sigue siendo insuficiente.
En ocasiones se tiene la sensación de que los
políticos venezolanos son muy dados al uso de las estadísticas para hacer política
y, en efecto, la usan como propaganda y no como instrumentos para el análisis y
toma decisiones que permitan corregir un determinado rumbo.
Un estudio de una muy seria empresa
encuestadora, Varianzas de Opinión, advierte, a oficialistas y opositores, sobre
su circunstancia ante la opinión de los venezolanos. La encuesta, procesada en
septiembre y comparada con los resultados del mismo mes del año pasado, señala
que en: el perfil de agrado, buen camino del gobierno y percepción positiva de
la política económica del país, el gobierno ha perdido 22, 27 y 20 puntos
respectivamente.
Si estos indicadores fueran suficientes para
ganar las elecciones entonces habría que esperar una monumental derrota del
gobierno, pero hemos dicho que es insuficiente. La misma investigación de
Varianzas también nos ofrece un dato en extremo valioso. Sobre la “posición
política chavista” o lo que es lo mismo, de aquel ciudadano que
independientemente de las circunstancias políticas, sociales y económicas sigue
siendo fiel a su idea y convicción, apenas hay una disminución de 5 puntos respecto al año pasado.
Esto nos remite a señalar que la crisis del
país, inmensa sí, enojosa también, no es suficiente para persuadir a un elector
oficialista para que se incline por una opción distinta.
Es necesario convertirse en una opción, en
una alternativa y estos datos indican que la oposición aun no logra
transformarse en eso; sigue sin ofrecer a una buena parte del país, nada
deleznable por lo demás, un cuerpo de ideas lo suficientemente potentes para
que los cambios cristalicen.
En otras oportunidades he señalado que no
basta ofrecer y mostrar más y mejores escuelas, que no es suficiente construir
más canchas deportivas y buenos centros de salud. No basta afirmar que el
modelo chavista fracasó. Hace falta algo más, eso no basta, sigue siendo
insuficiente.
Las ideas que lograron arraigarse en el cerebro y las mentes de
los venezolanos no se combaten, ni se derrotan, sino es con ideas. Además qué
es la política sino el combate de las ideas.
El desamor no se consuela con un Rolex sino
con amor.
Leonardo
Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
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