jueves, 9 de octubre de 2014

LEONARDO MORALES P., LA BATALLA DE QUINTA CRESPO

Los acontecimientos de los últimos días parecieran describir la sórdida relación entre altos funcionarios del gobierno y grupos, según parece ahora, no tan santos como generalmente se les consideraba.

La historia de estos grupos está estrechamente relacionada con los círculos bolivarianos, suerte de brigadas de choque  de la revolución chavista; los colectivos ubicados en algunas parroquias populares de Caracas; y, sin bien no tan visible, por ahora, con las milicias bolivarianas. Ya les llegará su momento. Cada uno de ellos ha tenido su padrino en la estructura de poder en estos 15 años.
Estos colectivos han hecho saber con su práctica de los que son capaces, de los recursos de intimidación que poseen: motos de altas cilindradas, armas de todo tipo, y, de nuevo, padrinos y santos protectores de carne y hueso prestos a salir en su defensa cuando son señalados por sus fechorías.
No pocas veces la oposición ha puesto sobre la mesa la necesidad de que el gobierno proceda al desarme de los grupos violentos, obteniendo siempre la indiferencia como respuesta oficial. Siempre estuvo advertido el gobierno de las consecuencias futuras que podrían presentarse. Pero en fin de cuentas, eran sus muchachos, esos que podrían salir a enfrentar y amedrentar a otros venezolanos.  El mejor cuerpo para el control social, para generar pánico y miedo. Los únicos que actuarían impúdica e impunemente. La mano de la justicia sería siempre corta, muy corta, para llegar a ellos y certificadamente ciega para ver a su alrededor.
Qué pasó que ahora el gobierno carga la mano contra los hijos de la revolución, contra el hombre nuevo formado en estos años de revolución. Qué incomoda al gobierno o parte de él. Qué dejaron de hacer o qué nueva actividad desarrollan que ha hecho posible el retiro del protectorado que hasta ahora habían disfrutado. Ya se sabrá.
El gobierno libró su primera batalla contra uno de los colectivos. La Batalla de Quinta Crespo contra el “Colectivo Escudo de la Revolución” dejó 5 camaradas muertos entre ellos su líder José Odremán. El jefe del CICPC ha dejado claro que se trataba de una banda de criminales y que nada tenía que ver con la muerte del diputado Serra. Siempre habrá quien lo crea.
Lo cierto es que la opinión pública, a pesar del control de los medios ejercido por el gobierno, comienza a sobresaltarse por los acontecimientos. La sociedad, que sabe del deleite que por la opacidad siente el gobierno, busca informarse, acude a nueva fuentes y construye una verdad que le resulte verosímil. La verdad oficial no genera confianza, sino dudas.
Son demasiadas las aclaratorias que debe dar el gobierno sobre estos acontecimientos. Cómo es que el jefe de una banda de criminales se toma un selfie con el fallecido presidente, con José Vicente Rangel, con el diputado Serra, con el Presidente y su señora, con un alto efectivo de las FANB y pare usted de contar que avergüenza.
La revolución bonita ha comenzado a ofrecer su verdadero rostro feo, cruel, sanguinario, abominable, detestable y repugnante. Se come a sus hijos. Lo cierto es que la revolución cooptó y organizó a buena parte de estos grupos que ahora resultan ser bandas criminales, según palabras del jefe del CICPC. Preferimos pensar que fue así y no a la inversa.
El gobierno tiene la obligación y la responsabilidad ante el país de corregir su torpeza y su desatino.
Claro, si les da la gana.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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