Durante la semana que
terminó el 24 de Octubre, la Asamblea Nacional aprobó el proyecto de
presupuesto de la nación para el año 2015. No es mi especialidad la economía.
Por lo tanto, no me voy a detener en los aspectos técnicos del asunto. Quiero
concentrar mi atención en lo que este evento configura desde el punto de vista
político y social.
Lo primero que
podemos afirmar es que el proyecto de presupuesto es un anuncio tácito de que
el gobierno seguirá apelando al desorden fiscal como forma de manejar las
finanzas públicas. Bajo ese esquema, las autoridades imprimirán billetes a
placer para tapar sus huecos fiscales. Eso quiere decir que aprendieron a vivir
con la inflación y descubrieron que era favorable para su esquema de ir
resolviendo sus cuentas sobre la marcha sin importar el perjuicio que le causan
al pueblo en general.
Al escoger la
inflación como mecanismo de llevar a cabo la ejecución presupuestaria, queda
claro que el gobierno seguirá jugando a la disminución del poder adquisitivo
del venezolano. El 2015, estará signado por un aumento vertiginoso de los
precios y el consecuente deterioro del poder adquisitivo de la mayoría de los
venezolanos. Eso quiere decir, que el ejecutivo piensa seguir en un gasto
dispendioso, y que el pueblo deberá asumir la factura que ese comportamiento
implica.
En una reciente
entrevista, el ministro Rodolfo Marco Torres decía que la nación y PDVSA
honrarían los pagos que se deben hacer este mes de Octubre. La declaración del
funcionario es imprecisa y no se atiene a la verdad de lo que está sucediendo.
El pago de la deuda no la está haciendo la nación y PDVSA, lo están haciendo
los venezolanos. ¿Y cómo lo están haciendo? Asumiendo la escasez de productos,
la imposibilidad de adquirir un vehículo, lo prohibitivo del costo de un pasaje
de avión, viendo su salario convertirse en sal y agua y, como consecuencia de
todo lo anterior, sufriendo un deterioro en la calidad de vida sin precedentes
en los últimos sesenta años.
El presupuesto
implica que el gobierno seguirá jugando al control de la economía a pesar del
rotundo fracaso en esta materia. Años de fiasco no fueron suficientes para que
los incompetentes en el poder aprendan de una vez por todas que los controles
solo traen vicios insoportables como la corrupción, la escasez, el
acaparamiento y la quiebra de empresas que no pueden digerir financieramente
los dislates del gobierno.
Estos dos elementos,
inflación y controles, permiten concluir que el gobierno ha decidido optar por
la pobreza como política que marque el norte de esta gestión en el tiempo por
venir. La gente que supuestamente había superado niveles de ingreso en los
últimos años, aprecia como su capacidad de compra ha desaparecido. Ya sea porque
los productos muestran precios inalcanzables, o porque teniendo el dinero, no
existe el producto o el bien que se desea adquirir.
El empobrecimiento
del venezolano es generalizado y es, sin discusión alguna, producto de un
conjunto de políticas erradas según las cuales el gobierno piensa que puede
seguir teniendo el control de la población.
Las encuestas ya
muestran el descontento con la forma como se está manejando el país. Cuatro de
cada cinco venezolanos piensa que el país no está bien. Una proporción similar
piensa que el modelo económico no sirve. Lamentablemente, la dirigencia
política oficialista hace caso omiso del clamor popular. Todo indica que el
pueblo le pasará una factura que no podrá cancelar.
El empobrecimiento
como política es la explicación de este malestar de la población. El gobierno
prefiere satisfacer sus mecanismos clientelares de funcionamiento y no
enfrentar las medidas económicas que saquen a Venezuela del marasmo que está
padeciendo. Algunos piensan que el gobierno lo hace adrede y que la pobreza es
un objetivo de su gestión. Otros creen que en el gobierno no hay gente
capacitada para entender el problema que estamos sufriendo y tomar los
correctivos necesarios.
En todo caso, la
política del empobrecimiento está llevando al país al atraso. Todos los
indicadores económicos y sociales así lo demuestran. Venezuela ve poner en
riesgo su soberanía por una política que debilita a su pueblo y que por lo
tanto pone en riesgo su sustentabilidad futura.
Lo cierto es que esta
nefasta política de empobrecernos, más temprano que tarde le pasará factura a
los insensatos que ocupan el aparato de gobierno.
Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
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