jueves, 30 de octubre de 2014

JOSÉ VICENTE CARRASQUERO A., LA POBREZA COMO POLÍTICA

Durante la semana que terminó el 24 de Octubre, la Asamblea Nacional aprobó el proyecto de presupuesto de la nación para el año 2015. No es mi especialidad la economía. Por lo tanto, no me voy a detener en los aspectos técnicos del asunto. Quiero concentrar mi atención en lo que este evento configura desde el punto de vista político y social.

Lo primero que podemos afirmar es que el proyecto de presupuesto es un anuncio tácito de que el gobierno seguirá apelando al desorden fiscal como forma de manejar las finanzas públicas. Bajo ese esquema, las autoridades imprimirán billetes a placer para tapar sus huecos fiscales. Eso quiere decir que aprendieron a vivir con la inflación y descubrieron que era favorable para su esquema de ir resolviendo sus cuentas sobre la marcha sin importar el perjuicio que le causan al pueblo en general.
Al escoger la inflación como mecanismo de llevar a cabo la ejecución presupuestaria, queda claro que el gobierno seguirá jugando a la disminución del poder adquisitivo del venezolano. El 2015, estará signado por un aumento vertiginoso de los precios y el consecuente deterioro del poder adquisitivo de la mayoría de los venezolanos. Eso quiere decir, que el ejecutivo piensa seguir en un gasto dispendioso, y que el pueblo deberá asumir la factura que ese comportamiento implica.
En una reciente entrevista, el ministro Rodolfo Marco Torres decía que la nación y PDVSA honrarían los pagos que se deben hacer este mes de Octubre. La declaración del funcionario es imprecisa y no se atiene a la verdad de lo que está sucediendo. El pago de la deuda no la está haciendo la nación y PDVSA, lo están haciendo los venezolanos. ¿Y cómo lo están haciendo? Asumiendo la escasez de productos, la imposibilidad de adquirir un vehículo, lo prohibitivo del costo de un pasaje de avión, viendo su salario convertirse en sal y agua y, como consecuencia de todo lo anterior, sufriendo un deterioro en la calidad de vida sin precedentes en los últimos sesenta años.
El presupuesto implica que el gobierno seguirá jugando al control de la economía a pesar del rotundo fracaso en esta materia. Años de fiasco no fueron suficientes para que los incompetentes en el poder aprendan de una vez por todas que los controles solo traen vicios insoportables como la corrupción, la escasez, el acaparamiento y la quiebra de empresas que no pueden digerir financieramente los dislates del gobierno.
Estos dos elementos, inflación y controles, permiten concluir que el gobierno ha decidido optar por la pobreza como política que marque el norte de esta gestión en el tiempo por venir. La gente que supuestamente había superado niveles de ingreso en los últimos años, aprecia como su capacidad de compra ha desaparecido. Ya sea porque los productos muestran precios inalcanzables, o porque teniendo el dinero, no existe el producto o el bien que se desea adquirir.
El empobrecimiento del venezolano es generalizado y es, sin discusión alguna, producto de un conjunto de políticas erradas según las cuales el gobierno piensa que puede seguir teniendo el control de la población.
Las encuestas ya muestran el descontento con la forma como se está manejando el país. Cuatro de cada cinco venezolanos piensa que el país no está bien. Una proporción similar piensa que el modelo económico no sirve. Lamentablemente, la dirigencia política oficialista hace caso omiso del clamor popular. Todo indica que el pueblo le pasará una factura que no podrá cancelar.
El empobrecimiento como política es la explicación de este malestar de la población. El gobierno prefiere satisfacer sus mecanismos clientelares de funcionamiento y no enfrentar las medidas económicas que saquen a Venezuela del marasmo que está padeciendo. Algunos piensan que el gobierno lo hace adrede y que la pobreza es un objetivo de su gestión. Otros creen que en el gobierno no hay gente capacitada para entender el problema que estamos sufriendo y tomar los correctivos necesarios.
En todo caso, la política del empobrecimiento está llevando al país al atraso. Todos los indicadores económicos y sociales así lo demuestran. Venezuela ve poner en riesgo su soberanía por una política que debilita a su pueblo y que por lo tanto pone en riesgo su sustentabilidad futura.
Lo cierto es que esta nefasta política de empobrecernos, más temprano que tarde le pasará factura a los insensatos que ocupan el aparato de gobierno.

Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo

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