La política cambiaria está
referida a las medidas adoptadas por un Gobierno a efectos de regular
(controlar) el tipo de cambio (TC) de una divisa (p.ej el US$), el cual refleja
tanto su oferta (originada por las exportaciones y otras entradas de capital) y
su demanda (requerimientos para las importaciones), como la diferencia en las
tasas de inflación interna (entre países
con relaciones de intercambio); es decir la diferencia entre los precios
nacionales (p,ej Venezuela con una inflación anualizada de un 80%, la más alta
del planeta) y la de otros países (con inflación anualizada cercana al 3%)
hecho que convierte menos competitivas las exportaciones (precios relativos más
altos) y más atractivas las importaciones (precios relativos más bajos); que en
el caso de Venezuela se traduce en una profundización de la dependencia
petrolera (rentismo).
Es de hacer notar, que la política fiscal y monetaria son
fundamentales en la cadena de causalidad de la inflación con el consecuente
efecto sobre el TC; situación que erróneamente impulsa una contradictoria acción
gubernamental al hacer uso del TC para intentar reducir la tasa de inflación a
corto plazo (abaratando las importaciones), lo cual, como ya citamos, merma la
competitividad de las exportaciones (estrangulando el aparato productivo
nacional) ante la presencia de masivas importaciones; que en el caso venezolano
de los últimos 12 años ha configurado un estruendoso fracaso (las reservas
internacionales cayeron durante el 3T 2014 en un 7,4%, un crecimiento negativo
esperado del PIB 2014 de -0,5% y una disminución de las importaciones durante
el 1S 2014 de un 21,8%) a la luz de una persistente sobrevaluación del bolívar
que de igual forma estimula las importaciones ( el Banco Internacional de pagos
de Basilea, nos califica como la moneda
más sobrevaluada del mundo con un 91%).
Del contexto antes referenciado,
nos emanan al menos tres interrogantes:
(1) ¿Cuál es la génesis de la crisis
cambiaria en nuestro país? Respuesta: Un anclaje cambiario (cambio fijo)
sobrevaluado con 3TC (más el paralelo) soportado con continuas devaluaciones
(encubiertas/implícitas);
(2) ¿Alternativa de solución? Respuesta: Se orienta
hacia la instrumentación de un cambio fluctuante con un solo TC, gestionado
entre 2 bandas (techo/piso) cuya distancia es “acordada” por el BCV (inyecta
dólares cuando toca techo y recoge cuando busca piso) en correspondencia con la
oferta y la demanda;
(3) ¿Es viable tal propuesta en los momentos actuales?
Respuesta: Al corto plazo rotundamente ¡¡no!! Veamos. Cualquier esquema
cambiario, está en primer término, subordinado al control de la inflación ya
que en caso contrario todo nuevo TC se “sobrevaluará” irremediablemente,
rebotando el esquema al inicio de la crisis; y en segundo término se han de
corregir otros desequilibrios macroeconómicos en materia fiscal y monetaria
vinculados fundamentalmente con la disminución (aumento de eficiencia) del
gasto público y restringir la emisión de dinero inorgánico como una forma de
monetizar el déficit fiscal (17% del PIB); cuyo fluir de liquidez se destina
mayoritariamente (en el caso de privilegiados ciudadanos) a la compre de
divisas en el paralelo, mientras que la restante liquidez se convierte en
demanda insatisfecha dentro del mercado nacional ante la rígida oferta de
productos (más inflación), al punto que el índice de escasez (marzo 2014)
superó el 30%.
Desde otro ángulo, cualquier
esquema de unificación cambiaria que fije un TC por encima de Bs6,30/$ implica
una devaluación, que al propio tiempo no se traducirá en una inmediata
suspensión del control de cambio que en la práctica está funcionando como (A)
una herramienta de control político; (B) una fuente de corrupción (cerca del
30% del presupuesto nacional, unos Bs 21.000 millones, no entra al circuito de
la economía real; y más de US$ 20.000 millones fueron liquidados a empresas
“fantasmas”) y (C) un apalancamiento del gasto público mediante recursos
obtenidos en el mercado paralelo. De igual modo, procurar la estabilidad
cambiaria basándose en un único TC
gestionado obliga a que el Gobierno cuente con divisas suficientes (o colocar
bonos) para “defender” dicho TC en el mercado de cambio, que justamente no es
el caso en comento. En razón de ello, sostener el TC será potencialmente probable si se genera una
“nueva” oferta de divisas complementaria a la proveniente de Pdvsa, cuyo origen
pudiera encontrarse en (1) la repatriación parcial de capitales propiedad de
venezolanos (habidos en el presente y pasado), que según cifras oficiales
superan los US$ 165.000 millones; (2) un estímulo a las inversiones extranjeras
directas; (3) fomento de las exportaciones no petroleras; (4) un incremento de
la producción y productividad de la economía (en nada parecido a la economía
comunal); y (5) colocación de bonos-dólar. Alcanzar ese escenario exige, como
condición indispensable, la creación de un clima de confianza donde impere la
estabilidad política, coherencia de un sistema económico, respeto a la
propiedad y profunda seguridad jurídica; en íntima correlación con un régimen
democrático que muestre una obvia división de poderes.
A título de reflexión final,
debemos acotar que en contracorriente al necesario clima de confianza, el
Gobierno Nacional creó recientemente el Consejo Presidencial para las Comunas
en aras de “demoler los restos del Estado burgués”.
Economista Jesús Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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