jueves, 9 de octubre de 2014

GOLFREDO DÁVILA, LA VIOLENCIA Y EL SILENCIO

El incremento de la inseguridad, la violencia y el crimen en nuestro país no es un problema de percepción, ni de sensación, ni mucho menos de amarillismo de los medios, es tan tangible como el empoderamiento del miedo en los venezolanos. No son descabelladas las opiniones que se emiten día tras día por densos sectores de la población, al decir que la inmensa mayoría se siente en prisión sin cometer delitos y los llamados prames tras las rejas, gozan de libertad para seguir delinquiendo.

Es el mundo bizarro que hemos comentado en otros artículos y no se trata en este caso del dominio de los antivalores, ni tampoco del concepto profundo del significado de la libertad, sino más bien de un sentimiento que se ha expandido en la sociedad venezolana. Y es que tal como se diseminó la inseguridad, se propagó el miedo, cuyo síntoma más común es el silencio de la gente y no por complicidad, porque ya dijimos que llueven los comentarios sobre este tema. Es más bien un temor hacia quien tiene la responsabilidad de proteger la vida y/o impartir justicia, claro que también es un mecanismo natural de resguardo de su vida y la de sus seres queridos, pero lo predominante es la desconfianza de la gente en un Estado que promueve el delito a través de la impunidad.

Las películas que mostraban el desarrollo del crimen por las mafias sicilianas en EEUU, o la mafia rusa y algunas europeas, son el hazme reír de los dueños del crimen en Venezuela. No hay un ciudadano en nuestro país que no tenga un relato sobre algún hecho violento, ni existe un lugar donde no se esté hablando de este tema. Y dichos relatos no son extraídos de una película de terror, sino de la realidad. Según el Observatorio Venezolano de la Violencia, el 2014 hubo 24.763; unas 79 por cada 100 mil habitantes, a lo que se agrega que el 91% de los crímenes quedan impunes.

El dicho popular “muere callao” se hizo una forma de vida, somos esclavos de la inseguridad, alimentada por la impunidad. El silencio es el resultado del asedio propiciado desde el poder y por los dueños de la violencia diversificada y macabra. De tal suerte que no es sencilla esta lucha, por una parte están los enclaves autoritarios y violentos que instaló el régimen, a través de su retórica del insulto, el irrespeto, la amenaza, el chantaje, del cerco mediático dirigido a esconder las denuncias de sus fechorías, y por la otra, el respaldo logístico a grupos violentos, despreciando el viejo adagio “cría cuervos y te sacarán los ojos”.

Sin embargo, con medidas estructurales se puede prevenir el delito, acabar con la impunidad criminal y facilitar la rehabilitación de los reclusos. Es un esfuerzo por construir ciudadanía, impartiendo educación de calidad, campañas culturales dirigidas al rescate de valores, como el trabajo y el respeto. Creando una fuerza poderosa destinada a la protección de las personas y de la familia, a través de la participación ciudadana, la cooperación entre el sector privado, los vecinos, consejos comunales, las iglesias, empresas de seguridad y la policía. Y un sistema de justicia eficiente, que frene la impunidad.

Golfredo Davila
golfredodavila@yahoo.es
@golfredodavila

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