miércoles, 15 de octubre de 2014

GOLFREDO DÁVILA, LA POLARIZACIÓN

Uno de los tantos males que nos aquejan es la polarización política de la sociedad venezolana. No es el peor, pero es grave. Tuvo su origen cuando el régimen comenzó a identificar a sus adeptos como los buenos y a los disidentes como los malos, fue el germen de un proceso que rompió todos los indicadores de una sociedad democrática, que separó a la familia y dividió artificialmente a la sociedad.

Se saben las causas de la polarización y hemos visto sus graves consecuencias, pero no todas aún. Se ha degradado la democracia, no sólo desde el poder, sino en la convivencia ciudadana, no se tolera la diferencia, no se respeta ni se reconoce al otro. Se partió de la falsa premisa de que “incluyendo” al más débil y castigando al que tenía oportunidades se hacía justicia, con lo cual se causó un desaire a la política y se le deja poco espacio, convirtiéndola en conducta vengativa. El odio y el resentimiento social, por una u otra razón subsisten en la población, pero cuando desde el Estado se exacerban, entonces se es políticamente perverso.

La polarización orquestada desde el poder también es aprovechada por las hegemonías del campo opositor. Es algo que nos envuelve a todos sin desearlo. Ha impedido los cambios en la forma de hacer política. La vieja política sigue intacta, hubo sólo cambio de fachada y de actores, que alimentaron males viejos y crearon nuevos. La fraseología va dirigida a exaltar las emociones y a bloquear la reflexión. Usan los términos de socialismo y en esencia desarrollan un capitalismo de Estado salvaje y retrógrado, hablan de revolución, pero profundizaron el populismo y las políticas reaccionarias y conservadoras a través del militarismo autoritario y fascistoide.

El ninguneo, los ataques a quien piensa distinto y los altos niveles de crispación, son el resultado de la manipulación, ejemplos: “lo que te estoy otorgando en nombre del comandante eterno, jamás otro se lo pudo dar” y con ello una respuesta “natural”, el agradecimiento a la persona y por consiguiente el rechazo o animadversión contra los otros, porque “si tú te opones a quien me está dando el plato de comida, o una vivienda u otro beneficio, estás en mi contra”. Ese derecho constitucional que el Estado debe cumplir, es apreciado como un gesto de benevolencia de alguien. Es una relación donde desaparece la institución y brilla la persona, además, las llamadas misiones se sostienen con los recursos del pueblo y en mayor medida de quien disiente, pero eso se oculta.

Otro germen es el actual sistema electoral, que es perverso y alimenta las hegemonías. Se trata no solo de denunciar el abuso de poder de la cúpula gobernante, que usa los dineros de todos para sus campañas, sino que en el marco del objetivo de reconciliar a los venezolanos, hay que luchar por democratizar y despolarizar los procesos electorales, hoy la gente no vota por las cualidades de los candidatos, sino por quien está a favor o en contra del régimen. Ejemplo, en el reciente proceso electoral del Colegio de Ingenieros de Venezuela, la gente encontró una vía para expresar su rechazo a Maduro.

Golfredo Davila
golfredodavila@yahoo.es
@golfredodavila

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