Es
muy difícil, para no decir imposible, encontrar en nuestra historia un ejemplo
de un presidente de la República cuyo gobierno se hubiese debilitado hasta los
niveles alcanzados, en tan corto tiempo, por el régimen de Nicolás Maduro.
La reciente encuesta del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD) revela esta realidad de una manera sorprendente. Según ese estudio, 81,3 % de los venezolanos creen que nuestro país enfrenta una delicada crisis política; 84 % considera que estamos en presencia de una indetenible deflación económica y sólo 28,6 % confía en que Maduro y su gobierno son capaces de solucionar tan complejos problemas. El impacto político es inmenso: el oficialismo apenas alcanza 33 % y la oposición supera el 52,5 %. Pero el colmo, es que 57,8 % de los venezolanos están de acuerdo en que Maduro renuncie a la presidencia y de convocarse a elecciones, el 61 % votaría en su contra.
De
mantenerse esa tendencia, el gobierno de Nicolás Maduro estaría en una
situación realmente delicada. De allí su desespero. Al principio del gobierno
creyó que podría enfrentar la creciente crisis económica con lo que llamó “el
sacudón”. Estoy convencido, que sus
asesores políticos le hicieron ver el riesgo existente si comprometía la
tendencia populista de su antecesor. Las consecuencias no han sido sencillas:
la inflación alcanzó en el año 2013, el 56,2 %, y se prevé que en el 2014
superará el 70 %; un abultado déficit fiscal que puede alcanzar cerca del 20 %;
la economía se desaceleró a un modesto 1, 6 % en el 2013, esperando que apenas alcanzará
0,5 % en el 2014; las reservas cayeron de 29,750 millones de dólares a 21.151
millones, en medio de una escasez de cerca del 60% de medicinas y productos de
primera necesidad…
Ahora
ha decidido, para mí de manera inexplicable, iniciar una ofensiva política. En
lugar de abrir una negociación con la oposición, concediendo una equilibrada
solución a la designación de los nuevos rectores del Consejo Nacional
Electoral, y dictando una amnistía a los presos políticos ha decidido tratar de
dividirla entre radicales y moderados. El camino es muy peligroso, ya que
exigirá mantener un creciente enfrentamiento con sectores de oposición que han
demostrado una gran capacidad de lucha y una creciente influencia en el sector
estudiantil. Un poderoso partido político, como es el PSUV, lo que debería
hacer es rectificar su tendencia autoritaria, rechazar las flagrantes
violaciones a la constitución de 1999 y aceptar el principio de la alternancia
republicana. Si Dilma Rousseff es derrotada por Aécio Neves podremos presenciar
una transición de un gobierno del PT al Parido Socialdemócrata en plena paz.
Lamentablemente,
esa no es la orientación que mantiene Nicolás Maduro en su gobierno. La mejor
demostración es su última rueda de prensa, en la cual dio a conocer las investigaciones
sobre el asesinato del diputado Robert Serra. Editar un video, con la finalidad
de responsabilizar de un supuesto ambiente subversivo a importantes dirigentes
de la oposición, es totalmente inaceptable y viola los derechos humanos de las personas
allí señaladas. Además, de ese hecho tan grave, trató de falsificar la
historia. Es absolutamente falso que durante los años 60 haya habido tres mil
desaparecidos. Fue un enfrentamiento militar entre nuestras Fuerzas Armadas y
sectores políticos que habían tomado las armas, con el respaldo de Fidel
Castro, para derrocar los gobiernos constitucionales de Rómulo Betancourt y
Raúl Leoni. Es verdad, que hubo bajas en los grupos subversivos, pero
también en las Fuerzas Armadas.
Esos
planes de Nicolás Maduro deben de ser analizados con gran criterio por todos
los sectores de la oposición democrática para no caer en provocaciones. Es
verdad, que en una oposición tan diversa como la venezolana, los distintos
partidos políticos pueden tener sus propios objetivos, pero ante la cercanía de
las elecciones parlamentarias es imprescindible establecer una sola estrategia
que les permita a todas las organizaciones partidistas aprovechar la manifiesta
debilidad del PSUV y el creciente desprestigio de Nicolás Maduro para
garantizarse un trascendente triunfo
electoral. Uno de los puntos más importantes a resolver es la selección de los
candidatos a diputados. Ese asunto no es
fácil, pero ya se logró en una oportunidad. Pienso que debe utilizarse un
método mixto: primarias y consenso. De esa manera, tanto los partidos como la
opinión pública quedarían satisfechos…
Fernando
Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich.
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