viernes, 3 de octubre de 2014

EUGENIO MONTORO, PAÍS SORPRESA, CASO VIETNAM

         Hablando estos días con un muy apreciado amigo, me contaba que uno de sus hijos, piloto de avión, trabajaba en un país lejano pero con muy buena remuneración.

        
Se trataba de un país que en 1986 implementó reformas de libre mercado conocidas como “Renovación”. Motivó la propiedad privada en el campo y las empresas y apoyó a la inversión extranjera. Alcanzó entonces un rápido crecimiento en la producción industrial y agraria, la construcción, las exportaciones y la inversión.
         En la actualidad es considerada la economía de más rápido crecimiento del mundo con un PIB de 8.5%.
         Alrededor de los años 900 este país se separó de China mediante la guerra. A mitad del siglo XIX fue colonizado por los franceses y se dividió con el tiempo en dos pedazos, norte y sur. Los franceses fueron sacados con la guerra. Los gringos ayudaron militarmente al lado sur y los rusos al lado norte. Los del norte ganaron la guerra y Vietnam, nuestro país sorpresa, se consolidó como nación.
         Así, el país conserva su perfume socialista pero su economía se maneja bastante bien con los principios capitalistas. Tiene 300 mil kilómetros cuadrados (como Alemania) y un poco más de 90 millones de habitantes y es uno de los sitios más poblados del planeta.
         Pero los servicios de agua, electricidad y muchos otros funcionan, la inflación es baja, nadie compra usando un estúpido capta huella, la criminalidad es baja, los sistemas de educación y salud funcionan.
         La pregunta es porque el régimen cubano y el venezolano no imitan a Vietnam. A ellos les va del carajo y a nosotros no nos va bien. No sería acaso inteligente enviar a nuestros sabiondos en economía a aprender de estos chinos especiales que, por la influencia francesa, hasta escriben usando símbolos latinos.
         Bueno ser bruto es fácil y el régimen de Maduro prefiere pararle más a los astutos pero muy ineptos cubanos que a los exitosos vietnamitas.
         Durante muchos años hice mercado en una tienda de una de las cadenas de Maracaibo. Cuando apareció el capta huella decidí inscribirme y después de una hora de cola lo logré. A la próxima compra me enteré, junto a otros clientes, que debíamos hacer otra cola al entrar para “activar” el capta huella. Así lo hice tras larga cola pero algo estaba mal y el perolito no podía leer mis dedos y debí hacer otra cola para arreglar el asunto. Nunca pude así que debo tener algún problema en mi ADN que explique lo que pasa.
         Pero lo más curioso fue descubrir que, al igual que siempre, no habían productos regulados y me sentí víctima de participar en un sistema que trata de evitar que compren en exceso productos que no hay. Era como cuidar un parque al que no va nadie o cuidar un kínder sin niños.
         De tal forma el capta huella viene a ser otra muestra más de lo malo y pirata que es este régimen.
         Hay que salir de estos comunistas. Hay que luchar incluyendo a los muchos ciudadanos que ya ven una cola como normal.
         Llega la hora de nuestro sitio de combate: la calle.

Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

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