Hace doce años, cuando el "11A",
dijimos que Venezuela vivía una tragedia en la que todos éramos actores, aunque
muchos creían que eran solo espectadores imparciales, con el solo derecho
constitucional de sentirla y sufrirla como simples seres humanos, con derechos
sin deberes.
Se aferraron al sentido del "pueblo en masa", dispuesto
al sacrificio por un ideal que desconocían y confundían con el pensamiento
mesiánico de un líder emulador del Padre de la Patria, quien solo seguía un
libreto extraído de una mala interpretación de la historia.
Hoy, cuando la
claridad nos enfrenta a una triste y confundida historia cargada de penurias y
malignidades, donde ha aflorado el triste engaño, no queda más que convencernos
del disparate que fue y es el llamado "chavismo". Una suerte de
ideario o teoría, que con el nombre de "proyecto",
"proceso" o "revolución" encumbró al régimen que nos
gobierna desde 1998, y que, llegó a su fin con la desaparición de su creador,
el "difunto eterno". Personaje, que acompañado y asesorado por unos
"sablistas doctos", que valiéndose de su infantil presunción de
capacitado rebelde, hizo de la ficción una realidad con un método equivocado,
que en lugar de producir una mejor calidad de vida a los excluidos, los
transformó en unos parias miserables, que combaten en una descarnada
beligerancia por la vida; y en una absurda lucha por negar poder a las fuerzas
productivas guidas por la intelectualidad, pregonando dárselo a los que a su
juicio “menos tienen” o “desprotegidos”, transformando la teoría del desarrollo
en arrebato y expropiación, que generó en el país la catástrofe que hoy
tenemos, sin visos de posibilidad de recuperación en el corto o mediano plazo.
La conclusión es lo disparatado de la llamada
"revolución bolivariana", nominación política del
"chavismo", que desde el mismo 1998, cuando fue electo por primera
vez el difunto, dio inicio al gobierno perverso que tenemos.
El país vive con malestar el triste fin de la
conflagración iniciada por el difunto, y continuada por una sarta de mediocres
e ignorantes mentirosos pancistas, que ayudaron a la estructuración del
monstruoso escenario creado con veleidad irresponsable por el difunto
presidente Hugo Chávez. ¡Exprópiese!, fue una de las malignas expresiones que
popularizó, valiéndose del descaro y la burla, lo que se convirtió con la
confiscación en una “amenaza permanente” a la propiedad privada. Fue un
martirio ideológico que perturbó y mantuvo en jaque a la propiedad privada, especialmente a los
fundos agropecuarios, a las empresas, estacionamientos, galpones, locales e
inmuebles residenciales y hasta la vivienda privada. Pero lo más trágico fue,
que todo lo expropiado se convirtió en ruinas y en cementerios de cosas
inservibles y después de las esas empresas pasaron a manos del gobierno se
acentuaron y agravaron en magnitud los problemas de acceso a los bienes y
servicios en el país. Destaca, que entre 2002 y 2012 hubo 1.243 intervenciones
a la propiedad privada.
Destaca también, la desnaturalización de la
empresa petrolera, que abultó su nómina al extremo y el despido del mas
calificado personal; la politización y catequización de los mandos militares y
la desviación organizativa, jurídica y doctrinaria de la FAN. Tal vez uno de
los más radicales hechos, concertantes de la inmoralidad y el prejuicio
institucional básico. Pero, tal vez la mayor desviación fue la división del
gentilicio entre "patriotas" y "apátridas", y la creación
de "milicias" y colectivos armados, que como los cuervos criados, hoy
quieren sacarle los ojos.
Enrique
Prieto Silva,
eprieto@cantv.net
@Enriqueprietos
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