"Como aquel estúpido individuo que apagó la vela para que las pulgas que lo torturaban no pudiesen hallarlo". Robert Burton
Ayer,
cuando regresaba a casa, como siempre encontré a varios porteros sentados en la
verja que rodea a uno de los árboles de la cuadra; al saludarlos, repetí mi
broma cotidiana: "Qué suerte que están ustedes para evitar que se
caiga". Ya en el ascensor de mi edificio, pensé en el rol que desempeñan
hoy todos los presuntos líderes de la oposición y de las organizaciones de
empresarios y productores, y me pregunté cuánto estaban haciendo, o dejando de
hacer, para mantener en pie a la República ante los permanentes hachazos que
ésta recibe desde el Gobierno.
Ni
siquiera se han puesto de acuerdo para firmar un compromiso irrevocable para
perseguir a todos quienes se han robado el país durante esta década y declarar
la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción, o para derogar e
investigar los blanqueos de capitales, o para luchar contra el narcotráfico, o
para devolver la seguridad a nuestras calles, o despedir a todos los nombrados
por La Cámpora, o para enumerar las inicuas leyes, dictadas con la complicidad
de este vergonzoso Congreso, que serán anuladas. Me parece que, si rápidamente
no corrigen ese vergonzoso derrotero, la ciudadanía dejará de tenerles alguna
confianza para encomendarles la dificilísima tarea de reconstruir al país que
dejará, Dios sabe cuándo, la viuda de Kirchner.
Los
discursos presidenciales de esta semana, tan llenos de denuncias increíbles
acerca de planes de magnicidios provenientes del norte (la semana anterior, venían
de oriente), de variados complots destituyentes, teóricamente integrados por
actores tan disímiles que sólo los boy-scouts y los bomberos quedaron
excluidos, y ya de una clara confirmación de la vocación "nerónica"
que anida en la psiquis de doña Cristina, marcaron un nuevo hito en el camino
de destrucción de la sociedad tal como la concibió Alberdi. Como avisó la viuda
de Kirchner en Rosario, vienen por todo.
El
abanico de leyes que el oficialismo, en soledad o acompañado por ocasionales
idiotas útiles que nunca consiguieron ver el escenario completo, ha aprobado
estos días hubieran debido ser claras señales de alertas para quienes, se
supone, ocupan jefaturas de hecho sobre los que no queremos convertirnos en
algo tan reñido con nuestra cultura y nuestra civilización; sin embargo, no
hubo ninguna resistencia, y la ciudadanía está demasiado ocupada en sobrevivir
como para dedicar siquiera un pensamiento a la catástrofe que se avecina.
Por
lo demás, la ignorancia en que el populismo ha sumido a la sociedad argentina
no permite a ésta entender qué significará, para las generaciones futuras, el
adefesio del nuevo Código Civil y Comercial que comenzará a regir en 2016. Ese
mismo desinterés por la cosa pública es el que permitió que se sancionaran, sin
reacción popular alguna, las leyes de medios audiovisuales o de abastecimiento,
la modificación a la ley orgánica del Banco Central, de impunidad del Estado y
sus funcionarios por hechos dolosos, la permanente emergencia económica o la
interminable serie de presupuestos nacionales dibujados.
Si
como muestra basta un botón, el rastrero y cobarde silencio de las asociaciones
de bancos y grandes empresarios ante el cierre de una subsidiaria del Mariva
por haber sido acusada por la Presidente de realizar ¡operaciones lícitas!,
prueba más allá de cualquier duda de qué material está hecha nuestra
dirigencia, la misma que permitió que Alberto Coto, por hacer un comentario
acerca del nefasto "modelo", fuera denostado públicamente por el
fallecido antecesor, dejándolo en absoluta soledad. Realmente, no han aprendido
siquiera el famoso poema de Martin Niemöller, que terminaba cuando los nazis,
al final, fueron por él, pero ya no había quién lo defendiera.
Sólo
quedan, así, dos focos de resistencia ante los avances de la tiranía: la
Justicia y la prensa libre, y nadie puede asegurar cuánto podrán mantener esos
últimos bastiones de libertad, y SS Francisco, con las extrañas audiencias que
concede y con los no menos raros almuerzos a los que invita a la "noble
viuda", no ayuda demasiado en este sentido. El kirchnerismo ha colonizado
al Estado y, además de colocar multitudinaria propia tropa en cada uno de sus
organismos, pretende ahora llenarlo de fiscales que le respondan y le
garanticen, ante un eventual fracaso del plan general, una saludable impunidad.
El
jueves, Ricardo Lorenzetti, Presidente de la Corte Suprema de Justicia, dijo
que la inseguridad estaba en la mente de todos los argentinos, y que el Estado,
desde los otros poderes, carecía de políticas públicas para luchar contra el
narcotráfico. Bastaron esas perogrulladas para que el inefable Kokísimo
Capitanich, todavía Jefe de Gabinete, respondiera con argumentos tan coherentes
como que los jueces no pagan impuesto a las ganancias o que, al igual que los
mismos funcionarios del Ejecutivo, no publiquen sus declaraciones
patrimoniales.
El
mundo occidental contempla, con enorme pena y no poco asombro, lo que estamos
permitiendo que ocurra en un país que, hasta escasas décadas, era considerado
un modelo en muchas áreas; nuestros científicos, artistas, literatos,
filósofos, etc., fueron forjados por una sociedad que privilegiaba la libertad
y el conocimiento, y nadie puede creer cuánto hemos hecho, con una inédita
vocación suicida, por transformarnos en algo tan intrascendente y, a la vez,
tan peligroso para el equilibrio global, como muestra la autorización para
instalar una base militar china en la Patagonia; ¿alguien se pregunta qué
hubiera pasado si un gobierno de otro signo hubiera hecho lo mismo con una
instalación bélica norteamericana?
Así
como sostengo que la viuda de "Él" no adelantará, en ningún caso, las
elecciones ni renunciará, también estoy convencido que no arreglará, después de
enero, con los fondos "buitres"; recordemos que, además, esa negativa
a ofrecer algo aceptable a quienes han ganado los juicios en Nueva York ahora
es ley.
Por
el contrario, Doña Cristina, imbuida de un mesianismo digno de mejor causa,
pretende dejar su nefasto sello en la historia, transformando su sociedad para
llevarla hacia los "paraísos" que añora, como los que comandan
quienes forman la penosa banda de amigos internacionales de la Argentina, todos
flagrantes violadores de los más elementales derechos humanos: Xi Jinping,
Vladimir Putin, Nicolás Maduro, Raúl Castro y Hasán Rouhaní; gracias a Dios,
Osama bin Laden ya murió porque, si así no fuera, ya sería miembro honorario
del selecto club.
Con
esta dirigencia política y empresarial, y las hordas armadas de las que dispone
el "modelo" para resistir (los fabricados "ni-ni" del
"paco", el Vatayón Militante y la Tupac Amaru), el futuro me parece
muy negro y, por primera vez en mucho tiempo, comienzo a dudar que aquí la
frase que inmortalizó La Pasionaria en el asedio de Madrid se transforme en un
lema vencedor. Como están las cosas, con la Presidente como única dueña de la
agenda política, y con los dirigentes opositores que callan por cobardía o por
conveniencia, todo es posible, incluida la perpetuación de esta verdadera
tiranía disfrazada de democracia.
Ya
se está convocando, para el 13 de noviembre, a una nueva marcha ciudadana para
llevar a la calle el fuerte reclamo contra la corrupción, la inseguridad y el
régimen kirchnerista; debiera incluir, antes, una equivalente apelación a los
líderes de toda laya, que los obligue a salir de sus cuevas y ponerse al frente
de estas manifestaciones. Espero que, esta vez, se transforme en algo más que
una simple escenificación testimonial, como fueron las anteriores, que no
consiguieron siquiera alterar el ánimo presidencial.
Enrique
Guillermo Avogadro
E.mail:
ega1@avogadro.com.ar
Twitter:
@egavogadro
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