“Mi profesión ha sido siempre el culto popular y la veneración a las leyes y a los derechos” Simón Bolívar
El
vocablo o palabra Troll, es de reciente uso en la gramática política
contemporánea. Por ello, nos permitimos explicar su origen.
Troll
es un término noruego que menciona a una criatura mitológica. En nuestra
lengua, la escritura correcta de la palabra es trol, con una sola L, según
acepta el diccionario de la Real Academia Española (RAE). De acuerdo al
folklore de Escandinavia, un trol es un ser que vive en cavernas y regiones
boscosas. Su apariencia varía según la historia: hay relatos que mencionan a
los troles como gigantes malvados, mientras que otros los definen como
humanoides que secuestraban a niños.
Para
J. R. R. Tolkien (creador de “El Señor de los Anillos”), un trol era una
criatura gigantesca de gran fuerza y escasa inteligencia. J. K Rowling también
pensó en los troles como bestias de gran tamaño en la saga de “Harry Potter”.
En
política, su malvada presencia no pasa desapercibida, y así lo demuestran los
recurrentes hechos que desde hace 15 años vienen sucediendo en nuestra sufrida
patria, los cuales serían largos de enumerar si nos abocamos a esta tarea. Pero si conviene señalar la existencia de
equipos de “trolls” en nuestro país, y
se observa en los últimos tiempos su interés en socavar la crítica y la
libertad, en las acciones del régimen socialista, marxista, bolivariano y por
ende comunista, como lo afirmó en cierta ocasión el propio Fidel Castro, para
evitar que se construya una narrativa política distinta a la suya, a través de
las redes sociales.
Se
conoce el descubrimiento del Troll a través de un documento filtrado, de
un colosal plan del gobierno de Vladimir
Putin para intervenir las redes sociales por intermedio de falsas cuentas con
el fin de contrarrestar las críticas de la invasión rusa a Ucrania, lo cual
alarmó a los Estados Unidos. El proyecto consistió en crear y administrar miles
de cuentas en Twitter, Facebook y blogs, con la intención de comentar las
noticias publicadas por la prensa particularmente de EE.UU, y por consiguiente
crear la ilusión de una corriente de opinión que justificara la intervención
rusa en Ucrania. El propósito fue acosar con falsas cuentas, amén de desprestigiar, a aquellos líderes que criticaban la
invasión.
A
este esquema se le bautizó como la “Armada de Trolls”, en alusión al “troll”,
palabra con la que se conoce, en la jerga de Internet, a una persona o cuenta
que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una
comunidad en línea. Ello no constituye ninguna novedad, pues en muchos países
se conoce la existencia de estrategia de comunicación en redes sociales, en las
que hacen uso de los llamados “trolls” y el régimen venezolano desde hace
tiempo lo viene poniendo en práctica en el marco de los programas denominados
“políticas de seguridad y soberanía”. Ya lo han demostrado en varias ocasiones,
con la detención de personas que han publicado twitters que al régimen ha
disgustado, como la del joven que divulgó la fotografía en la morgue, del
diputado Serra.
En
reciente estudio sobre el rol de la prensa estatal en los gobiernos
autoritarios, realizado bajo el patrocinio del Foro Internacional para los
Estudios Democráticos y la Universidad George Washington en los Estados Unidos,
se plantea la tesis de que los regímenes se muestran cada vez más preocupados
por lo que acontece en las redes sociales, sobre todo a partir de los ocurrido
en la llamada “Primavera Árabe”. No pretenden bloquear del todo a la prensa
independiente, pero si controlarla y atemorizarla, refiere el estudio, pues lo
que se dice en las redes sociales es mucho más difícil de regular, por lo que
buscan entonces deslegitimar lo que en ellas se dice. A ello se suma, que con
el crecimiento del acceso a Internet, los regímenes represivos, ven como una
amenaza a quienes hace uso de las redes sociales.
El
troll, socava la crítica y está reñida con la actividad periodística de quienes
ejercemos este digno oficio, o como diría el fallecido Gabriel García Márquez,
el “oficio más hermoso del mundo”, que no es otra que el de ser custodio y
garante de la libertad de expresión, tal como lo consagra la Ley de Ejercicio
del Periodismo y que a través de su órgano rector el Colegio Nacional de Periodistas,
conmina a sus agremiados a exigirles a sus empleadores, tanto públicos como
privados, a que se permita darle a conocer a los ciudadanos venezolanos lo que
está sucediendo, de manera veraz, balanceada y plural.
Por
otra parte, el Código de Ética en su artículo 3, refiere taxativamente que “el periodista debe
impedir la concepción, promulgación y aplicación de decisiones que de alguna
manera disminuyan, dificulten o anulen el ejercicio de la libertad de expresión
y el libre acceso a las fuentes y medios de información, razón por la cual,
ningún agremiado debe prestarse para generar desinformación ni silencio
informativo. El artículo 2 del nuestro Código deontológico refiere por otra
parte, que “el periodista tiene su origen en la libertad de expresión y el
derecho a la información, normas democráticas consagradas en la propia
Constitución Nacional, y por tanto debe luchar por la vigencia y efectividad de
dichos principios”
El troll puesto en práctica por el oficialismo, atenta contra la libertad de expresión, pues lesiona el principio fundamental del ejercicio de nuestra profesión, por cuanto constituye un perverso atajo para confundir, agredir, y utilizar el amarillismo y el sensacionalismo, atentando en consecuencia contra el derecho del ciudadano de estar debidamente informado.
Aún
en “grado extremis” y en el supuesto de que el gobierno suspendiere las
garantías, el artículo 337 de nuestra carta Magna sostiene que quedan vigentes
sus prerrogativas, es decir, “los
derechos a la vida, prohibición de incomunicación o tortura, el derecho al
debido proceso, el derecho a la información y los demás derechos humanos
intangibles”.
Claro
está, en un verdadero estado de derecho en el que los demás órganos de la
República, no estén secuestrados por el Poder Ejecutivo, socavando por ende, la
crítica y la libertad.
Carlos
E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas
(CNP-122)
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