lunes, 20 de octubre de 2014

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, SOCIALISMO MAMARRACHO, PIDO LA PALABRA

Con entera razón, puede decirse que lo del socialismo quedó en pura y anodina enunciación. Como propuesta ideológica, no llegó a ningún lado. Todo lo desquició.

En estos tiempos de revolución bolivariana, gobernar se convirtió en una suerte de maroma. Es decir, en un prosaico acto de equilibrio al momento de atravesar la “cuerda floja”. Y además, negligentemente. Resulta inconcebible que, avanzado el siglo XXI, no se haya comprendido el concepto de gobernar en su justo y exacto sentido. La acepción más cercana que maneja el régimen venezolano, se ha visto confundida con el hecho de imponer o someter al pueblo. O a quienes, se atreven a protestarlo o impugnarlo pues la manera de ejercer el poder es al mejor estilo prusiano. O sea, emulando la peor forma de dominar al desvalido ciudadano con criterio marrullero.
Cualquier  decisión asumida por el régimen, en nombre de la soberanía nacional, de la revolución bolivariana o, sencillamente, del socialismo del siglo XXI, termina siendo una verdadera e inicua  incongruencia. Ni es lo que fue aludido entre aplausos y gritos de grotesco respaldo, ni tampoco lo que fue parte de algún proyecto contenido en los lineamientos del arrugado “Plan de la Patria”.

A decir por lo que se infiere de las realidades, el país va en deprimente y franco retroceso. Aunque el régimen pregona por todos los medios posibles, que su gestión anda “a paso de vencedores”. Sólo que no queda claro que es de vencedores “vencidos”. De vencedores aplastados por el fragor de una batalla ficticia y novelesca. En medio de tan desvergonzado ocio, la gente del régimen se ha dado a la descarada burda tarea de sostenerse en el poder para lo cual se han valido no sólo de la represión que le permite el mecenazgo mantenido con la cúpula militar. También de la impunidad y la corrupción, factores éstos entendidos como coartadas bien administradas para detentar el poder político y económico que corresponde a la nación con capacidad democrática.

Ya ni siquiera cabe aplicar aquello de que todo lo que el régimen toca, lo convierte en pudrición. Ahora lo que tienta se transmuta en “cuchillo para su garganta” pues las contradicciones delatan la incoherencia que caracteriza la gestión de gobierno adelantada desde que quedó al descubierto la absurda pretensión de desarreglar la institucionalidad democrática inspirándose en la idea de hacer de Venezuela un país al mejor modelo castro–cubano.

Hacer un recorrido por el país, buscando advertir las convulsiones que han afectado la salud social, económica y política de Venezuela, detallando los problemas que tienen tomada la distribución del ingreso, la degradación del ambiente, la infraestructura vial, el suministro eléctrico, la ocupación irracional del espacio, la congestión urbana, la calidad de vida, el empleo, la educación en todos sus niveles, el abastecimiento alimentario, los esquemas de producción, la cultura ciudadana, entre otros, es reconocer que el régimen no ha sabido gobernar. Más aún, si ello se hace a partir de las expectativas que infundieron las múltiples promesas electorales. Promesas enmarcadas por clamores de libertad, justicia, promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo, y las garantías del cumplimiento de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución de 1999, que ni siquiera se vieron reflejadas al día siguiente de haberse asumido la responsabilidad de dirigir los destinos del país. Mucho menos, con el cuento chinchorrero del mal llamado “socialismo del siglo XXI” pues ni siquiera sirvió para fundamentar la socialización como agente de unificación social. Al contrario, el país comenzó a escindirse al extremo que, social y culturalmente, se disgregaron tradiciones, familias y valores. Hoy, Venezuela ya no es de todos puesto que se extraviaron los principios sobre los cuales se juntaba su población para sobreponerse a las penurias que la vida blande. La historia política y económica del siglo XX,  es testimonio de ello. Por eso puede decirse, con entera razón, que lo del socialismo quedó en pura y anodina enunciación. Como propuesta ideológica, no llegó a ningún lado. Todo lo desquició. Por tanto puede hablarse de socialismo mamarracho.

VENTANA DE PAPEL

FIGURACIÓN DE RELLENO

A pesar de que el presidente de la República dijera que la elección de Venezuela al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unida, ONU, constituyó “un record mundial de apoyo, amor y de confianza”. Aunque luce impropio el “amor” en medio de un asunto de política internacional, los dos restantes términos: apoyo y confianza, lucen igualmente improcedentes por cuanto no hubo tal expresión de “apoyo”. Tampoco, de “confianza”.

Nada de eso. Y es lo que debe aclararse ya que los procedimientos propios de estos procesos que sigue la ONU para el escogimiento de los países asociados que han de ocupar posiciones de acompañamiento a los países miembros fundamentales de las distintas comisiones o consejos internacionales, responden a acuerdos regionales que llevan al ingreso automático del país propuesto. Lo cual no significa respaldo político al gobierno del país en cuestión. Esto fue lo que determinó que esta vez, distinto a lo que sucedió en 2006 cuando tuvo que cederle el paso a Panamá por razones de incontinencia política, Venezuela fuera escogida para formar parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Tampoco es la primera vez que Venezuela ocupa un sitial de envergadura en la ONU. Ahora es la quinta vez que esto sucede. De manera que no es como el régimen quiere hacerle ver al país de que es algo inusitado. La primera vez fue en 1962 bajo la presidencia de Rómulo Betancourt. Luego en 1997, con Carlos Andrés Pérez como presidente. Posteriormente, en 1986, con el gobierno de Jaime Lusinchi. Y más  tarde, en 1992, se repitió este compromiso. De manera que el hecho que ha significado que Venezuela haya llegado de nuevo a ocupar este puesto en la ONU, no implica un apoyo al gobierno que tampoco representa acuerdo de normas internacionales. Países con cuestionados regímenes políticos que violan derechos humanos, han ocupado este mismo cargo.

Por ejemplo, Ruanda, Siria, Libia, llenaron ese mismo puesto. Ahora Venezuela está incumpliendo un mandato de la ONU de liberar a Leopoldo López y Daniel Ceballos. Sin embargo, violentando derechos fundamentales entra al Consejo de Seguridad lo cual es señal de que ello no significa ningún apoyo al gobierno venezolano. Además, que su presencia no compromete nada pues no vota porque no tiene derecho a veto Es simplemente, una figuración de relleno.

 “CLARIDAD DE CALLE, OSCURIDAD EN CASA”

El discurso del novel Canciller venezolano, con motivo del escaño obtenido por Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU, anima algunas reflexiones que sacuden a quienes saben que lo que estos personajes gubernamentales dicen afuera, en comparación con las realidades que tienen lugar en la patria de Bolívar. En principio, debe reconocerse que estos altos dirigentes no padecen de las calamidades que sufre el ciudadano de a pié.

Escuchar al Canciller diciendo mentiras que buscan aclamar una calidad de vida que realmente no se tiene en el país por causa de la inseguridad campante, la inflación desbordante, la impunidad intemperante y la violencia pujante, es una afrenta que no tiene perdón. Referirse en términos que no se corresponden con las verdades, es un insulto a la penosa situación que viven los venezolanos que ahora se les golpea su dignidad al convertirlos, por vía de la fuerza de los hechos y de las tendencias socialistas, en sumisos hijos de una infecunda revolución que sólo se plantea revolcar al país hasta hacerlo añicos.

De manera que es imperdonable aceptar que por el injusto “júbilo” que dice sentir el presidente de la República por esta razón, haya que aceptar un discurso empapado de falsedades como que “estamos luchando por la libertad del mundo, a vivir y a existir, para que los pueblos no sean sometidos por el imperialismo”. O cuando dijo que “con el triunfo obtenido en las Naciones Unidas, se pone de manifiesto el amplio apoyo internacional del que goza la revolución como promotora de paz, justicia social, solidaridad y derechos humanos”. Estas mentiras, constituyen el colmo de la desvergüenza o de la desfachatez de quien debe hablar en nombre del país y no de un proyecto ideológico que sólo contiene la ambición de funcionarios que por usurpadores se apoderaron ilegítimamente de los controles gubernamentales.

Ahora, pretenden asfixiar al país como de hecho lo lograron al convertir a Venezuela en importadora del único recurso natural que la enorgulleció como exportadora de postín en materia petrolera para el mundo desarrollado. Ahora, la corrupción encubierta y ejercida por altos funcionarios, desolló su piel de libertad y sus órganos democráticos. Sus discursos han dejado ver, como exclama el léxico popular, que todo resulta ser “claridad de calle, oscuridad en casa”.

“Cuando un gobierno alude a su gestión con exagerada retórica, es porque debajo de sus intenciones poco o nada hay. Posiblemente, su propuesta ideológica construida sobre pilotes de brizna”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.