domingo, 28 de septiembre de 2014

SIMON GARCIA, RECOMPONER EL FUTURO, EL LUGAR COMÚN,

       El futuro es el único tiempo que se puede modelar previamente y respecto al cual uno puede  prepararse. El pasado no se puede modificar y el presente tendemos a vivirlo  como una puerta giratoria de la cual uno no puede salirse. 

     
Tal vez por eso, en tiempos de prolongada crisis, cuando se nos desaparece la noción viable de futuro cunden las frustraciones, la desesperación sin salida, la angustia estéril y el consumo masivo de libros de autoayuda.  

            Pero el futuro no deriva clara y fatalmente de la acción consciente.  A Pompeyo Márquez le gusta recordar que si alguien, a mediados de 1957, hubiera pronosticado el derrumbe de Pérez Jiménez, lo habrían tildado de loco. Nadie lo hizo, en un país aparentemente con más cuerdos que ahora, pero meses después el poderoso dictador se fue huyendo. La experiencia de otros pueblos, con circunstancias más graves y crueles que las nuestras, demuestra que los regímenes autoritarios o totalitarios siempre terminan por ser sustituidos.
            El problema para mucha gente es saber cuándo. Una respuesta que no va a provenir de los profetas que, al alimentar falsas expectativas, generan más decepción y aparta de la lucha a los que, con razón, se desencantan. El rebote negativo de prometer vías rápidas y llamar a tomar  atajos, termina por ayudar a prolongar la permanencia de lo que se combate.  
            Los partidos en la MUD están resolviendo la táctica para enfrentar con inteligencia y eficacia a un régimen que está acabando con el país y trasladando a los sectores populares los costos mayores de la crisis. Se avizora un cambio de rumbo en la MUD para hacer política desde lo social, acentuar la solidaridad con las luchas de la gente, abrir la comunicación con los seguidores del gobierno que protestan el desabastecimiento, los aumentos de precios y el recorte indirecto de  los salarios.
            El nombramiento de Chúo Torrealba simboliza una etapa de luchas decisivas para cumplir con la primera transición: sumar a la condición de oposición los atributos de una alternativa viable y confiable. Si se logra avanzar en este cometido, se multiplicarán las posibilidades de pasar de mayoría inestable a consolidada. La unidad será potenciada por una  conjunción de intereses que darán un aporte desde sus diferentes visiones y proyectos de país. 
              La segunda transición, la reconquista de una sociedad democrática, habrá construido los pilares políticos indispensables para recomponer, sobre nuevos paradigmas, el aparato productivo, la conciencia social, las instituciones y un desarrollo humano acorde con criterios de igualdad, de libertad y de rangos de bienestar abiertos a todos. Será el momento de un amplio acuerdo nacional programático sobre las características de la sociedad que queremos.   
            Mientras tanto hay que ensuciarse los zapatos.  Hay que comenzar por preguntarse por qué nos cuesta tanto llegar a ser mayoría. Una explicación debería examinar si los obstáculos a remover pasan por: 1.Dejar de internalizar y reproducir los esquemas de polarización que nos impuso este régimen, 2. Combinar todas las formas de lucha democráticas y constitucionales, poniendo fin a la satanización de las elecciones y profundizando la lucha social, 3. Abandonar el discurso que ahuyenta a los que vienen de apoyar a Chávez, 4. Ayudar a que los partidos recuperen su enraizamiento social y compitan transparente y solidariamente por lograr un fortalecimiento dentro de un horizonte fundamentalmente unitario. Los proyectos parciales son dañinos para salir de la crisis de gobernabilidad y de sistema.
            La MUD debe ser construida como la columna a la cual se vertebran todos los movimientos, iniciativas y proyectos de resistencia cívica que encuadren dentro de una oposición activa, movilizadora, organizadora y generadora de espacios de encuentro entre quienes tengan motivos de país para marchar juntos. Su eje son los partidos, pero con la suficiente flexibilidad para abrir formas de participación con diversos grados de compromiso, motivaciones y demandas. Hay que armonizar la militancia partidista con las diversas expresiones de militancia democrática
            Los tiempos son propicios para hacer, sumar, ampliar y formar desde abajo un consenso sobre el itinerario y las rutas para que el futuro de Venezuela no sea confiscado autocráticamente por una minoría de privilegiados.
            No será fácil ni sencillo recomponer el futuro. Pero es un deber de conciencia que debemos cumplir con pasión.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim 

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