jueves, 18 de septiembre de 2014

SIMON GARCIA, EL OPTIMISMO DE LA VOLUNTAD, EL LUGAR COMÚN

        Alguna gente, más de la deseable, está sufriendo el desencanto que provoca la falta de victorias o la dificultad para verla. Gente que se dice cansada de esperar y que se dejó atraer por la esperanza de una salida rápida. Mucha se ha repuesto ya, porque sacaron las cuentas completas y comprendieron que la velocidad del cambio, que todos queremos, depende de acumular fuerzas y concentrarlas inteligentemente sobre el eslabón más débil del régimen.

          
  Para llegar a esa regla de oro, hay que trabajar tesoneramente para crear las condiciones que dependen de nuestro quehacer y no confiar en la suerte, los errores del adversario o el concurso de factores que no encuadran en una visión democrática y progresista. Ese trabajar, llevado al plano individual, es hacer cada día algo que fortalezca a las fuerzas de cambio sean organizaciones sociales, partidos, líderes o gente que en el entorno próximo comparte nuestros ideales o está resolviendo un conflicto de lealtad con el gobierno.
            Motivos para actuar sobran y hay que sopesarlos nuevamente cuando la ineficacia de gestión y la incompatibilidad del modelo están quedando al descubierto como el camino más corto para  convertirnos en una sociedad inviable. Pero además, tanto el cerebro como el corazón nos muestran poderosas razones para mirar con mayor optimismo lo que está por venir.
            La primera de ella es que nunca antes un gobierno había sido tan rápidamente derrotado por su ineficacia, por su descomposición ética y por la pérdida de su proyecto original. El presidente Maduro no puede gobernar, como lo evidenció tan patéticamente en las vueltas y revueltas que acompañaron el diseño y anuncio del frustrado sacudón.  
            Una segunda razón está en el deslave que se está produciendo en la legitimidad del régimen. El aparato dominante es una máquina que riega fracasos por donde pasa y que se empeña en cumplir una misión destructiva respecto al país. Buena parte de sus seguidores consecuentes le han retirado su confianza. 
            Una tercera es el constante ascenso del descontento y el rechazo social que han generado, por primera vez, una relación de fuerzas favorable a la oposición. Los números de IVAD, encuestadora que ha prestado sus servicios al gobierno, son claros: en junio de 2011 el bloque oficialista y el bloque opositor experimentaban un empate en torno al 45% cada uno y un 8% de ciudadanos No Identificados. La IVAD de agosto del 2014 registra otro país: el bloque opositor cuenta con el 49,8%, el bloque oficialista cae a un 32% y los NI crecen a un 17,17%.
            La investigación de IVAD refleja el hablar de la calle, el sentir en los mercados y hospitales, los coloquios entre amigos y de las expresiones que cada vez se repiten más en lugares bajo intimidación oficialista: El duelo por Chávez concluyó. Maduro no dio la talla como líder sustituto. La gestión gubernamental es reprobada por tirios y troyanos. Sobre la situación del país priva una percepción de muy mala a pésima.
            Todas las condiciones son altamente favorables para afirmar en la opinión de la sociedad, en las iniciativas políticas y en futuras inclinaciones de voto un consenso decidido a parar el deterioro del país y tomar otro rumbo. Pero el hacia donde ir, no parece que esté aún muy claro y la respuesta de la desesperación luce inválida: hacia donde quiera que sea que no sea esto. 
            Fuerza hay. El liderazgo de oposición expresado a través de Henrique Capriles, Leopoldo López y Henry Falcón está colocado por encima de Maduro. Los partidos están iniciando un interesante retorno a las comunidades. Las organizaciones civiles siguen su labor. Aparecen iniciativas de activismo democrático como el Congreso de Ciudadanos y Ciudadanos por la Unidad. La vieja polarización está cediendo ante nuevos encuentros entre quienes se dividían por motivos ideológicos. La protesta pacífica se extiende y elude falsas insurgencias.
            Sin embargo, algo está fallando en la oposición. No hay espacio para abordar aquí alguna reflexión. Pero, el íntimo optimismo de la voluntad apuesta a que ella aparecerá dentro del ciclo de renovación que está comenzando.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

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