El
Ministro de Educación Superior dijo que el Gobierno no autorizó el aumento
en las mensualidades de la UCAB.
Cierto, no autorizó sino que obligó a un
fuerte incremento, con una inflación de más del 60% y la reducción del valor
real de los sueldos y salarios a menos de la mitad.
La autoridad responsable de
la UCAB está obligada a defender el valor real de los ingresos de todo su
personal. La tragedia está en que
no es posible aumentar más de 50% a 17,50 meses (que es lo que la UCAB paga a
los educadores y empleados) con aumentos de sólo 30% en las 10 mensualidades
que cobra.
A
la universidad no le conviene encarecer la mensualidad estudiantil, pero si no
lo hace no puede pagar y entra en deterioro hacia la quiebra. Eso sin
contar el aumento inflacionario (con
frecuencia de más del 100%) en los insumos (tinta, papel, computadoras…) y en
los inevitables gastos de mantenimiento
e inversiones.
Si
el Ministro no entiende esto, debería renunciar; pero seguramente sí lo
entiende y lo celebra, porque arruina a las universidades privadas, cuya
extinción se propone el régimen, junto con la muerte de las universidades
autónomas y plurales.
En
Cuba no hay ni lo uno ni lo otro y para el Gobierno venezolano es un objetivo
central la educación estatal totalitaria.
En
los muchos años en que participé en el Consejo Universitario de la UCAB
como Vicerrector Académico y como Rector, siempre aprobamos presupuestos
deficitarios. Luego buscábamos ayudas y donaciones para cubrir el déficit
inicial.
La
UCAB, por convicción y estatutos, es una universidad sin fines de lucro y si en
algún año hubiere superávit, se reinvierte íntegramente.
Hace
unos diez años este Gobierno eliminó la pequeña cantidad para becas a
estudiantes de menores recursos en la UCAB y la universidad aumentó sus
esfuerzos para compensar esa agresión gubernamental contra los jóvenes
ucabistas de recursos escasos.
No
tengo ninguna responsabilidad en la UCAB, pero sí información de su pasado y
presente y de su grande y exitoso servicio a la nación en la buena formación de
los jóvenes con compromiso social.
El
problema no es la UCAB ni la educación privada; es toda la educación venezolana
la que está en ruinas, pues sus presupuestos son insuficientes y decrecientes.
Un profesor de la UCV en términos reales gana menos de la tercera parte de lo
que ganaba hace unas décadas y en esa proporción es el empobrecimiento de todos
los educadores en primaria y secundaria, pagados por el presupuesto oficial.
Al
mismo tiempo y año tras año, se ha obligado a los colegios privados a aumentos
por debajo del 20% con inflaciones nacionales del 30% en promedio,
lo que lleva al empobrecimiento educativo,a la desinversión y
cierre.
Cuando
uno sale a reuniones educativas latinoamericanas, siente ganas de llorar al
comparar la educación venezolana con la de otros países hermanos; en Ecuador y
Colombia, por ejemplo, los educadores ganan más
del triple que aquí y las mensualidades en los colegios privados son muy
superiores a las venezolanas.
En Ecuador, un gobierno emparentado con el nuestro, tiene la calidad educativa y la cobertura escolar como objetivos estratégicos y para ello mejora y exige a los educadores: en secundaria un educador recién graduado empieza con un sueldo mensual de USA $ 500 y el escalafón asciende hasta 1.300, es decir de Bs 25.000 a 65.000, si calculamos el cambio a 50 bolívares, y no a 70 o 95 a lo que la triste política gubernamental venezolana ha degradado el bolívar descontrolado.
Mientras,
aquí, con los aumentos de este septiembre los sueldos de los docentes en
niveles preuniversitarios oscilan de 5.144,73 (unos $100) del docente I hasta
el VII.
En
correspondencia con eso, un colegio clasificado por el gobierno ecuatoriano en
categoría B cobra mensualidades entre $300 y 400 (entre 15.000 y 20.000); aquí
la tercera parte.
De
esta manera, la carrera de educador en Venezuela no es una opción atractiva
para el mundo profesional y en nuestros liceos hay una dramática falta de
profesores en materias básicas.
La
propaganda educativa trata de ocultar una verdadera ruina en los centros
educativos de presupuesto oficial y también en los que viven de la contribución
de las familias.
Triste
sería que toda la educación quedara en el lamentable nivel de los egresados de
la Misión Sucre.
Luis
M. Ugalde O. s.j.
lugalde@ucab.edu.ve
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