Estuvimos
esperando la alocución del presidente Maduro donde expondría su famoso
“sacudón” anunciado hace unos tres meses atrás. Entonces, en pleno invierno nos
sentamos a ver el chaparrón de agua en cadena nacional y guindamos los
machetes, las palas, la chícora y el rastrillo,
para prestar atención a las propuestas
“Maduristas” que deberían dar respuestas a nuestras necesidades no satisfechas
de empleo, salud, seguridad, electricidad, empresas que cierran funciones,
empresas con problemas para adquirir su materia prima, inflación, etcétera,
etcétera, etcétera.
Nosotros en casa, nos sentamos frente al televisor y
teníamos una mesa alterna con café, jugo, galletitas, gelatina, sándwiches, y
hasta caramelos que nos permitieran aguantar el trajín, mientras aguardábamos
anuncios importantes.
El
presidente apareció en escena en traje formal con la bandera detrás; cuadros
con el nuevo rostro de Bolívar en el escenario, y un nutrido público
exclusivamente oficialista con el alto mando militar en traje de gala, los
distintos Poderes del Estado, Ministros, Gobernadores, Presidentes de
institutos autónomos, etc., esperando la meneada de mata y también habían
nuevos rostros, que seguramente irían a sembrar su matita de cambur en algún
ministerio.
Lo
cierto, es que el bendito sacudón se convirtió en un discurso atropellado del
presidente que se llevó en su parte inicial más de dos horas hablando de la
historia de la revolución socialista, de las victorias electorales de Chávez;
de la memoria de Chávez, de la muerte de Chávez, de la familia de Chávez y
nosotros en casa-mientras tanto-, tomando mucho café con galletitas secas.
“¡Gamelote,
puro gamelote!”-denunciaba mi abuela, después de cansarse de estar sentada, para
luego levantarse abruptamante de su mecedora e irse a rezar a sus santos”.
Llegando
a las tres horas de gamelote -digo, de discurso-, el presidente anuncia que de
ahora en adelante tendrá cinco vicepresidencias entre ellas una de Socialismo
Regional que pretende convertirnos en un Estado Cooperativista y
socialista-cosa que no está
en
la Constitución-, con Elias Jaua al frente. Mi vecino Eustoquio Rivas que sufre
de cáncer en la próstata se levantó de la silla, se puso su sombrero y se
despidió para ir a descansar, con una cara que daba pena ajena.
Yo
seguí tomando café tratando de bajar una especie de decepción anunciada que
tenía en la garganta, viendo a un presidente que no quiere sacar al país de la
crisis que tenemos y más bien da luces de disfrutar su rencor hacia la
democracia; da entender que no entiende el fango dónde tiene la economía
venezolana y mucho menos pareciera entender que estamos en un verdadero estado
en crisis.
“El
sacudón presidencial terminó en mucho gamelote, repartición de cambures y nada
que se daba solución a los problemas que nos tienen en ascuas.”-me dijo mi hijo
y entonces se fue a dormir, mientras me dejaba solo, lamentando el desmadre-.
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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