En
diversos momentos a finales del siglo XVIII habían ya surgido noticias
preocupantes con respecto a las ilícitas pretensiones inglesas sobre los
territorios españoles en las Indias y en particular en Venezuela, pórtico del
continente y cuyas costas y ríos habilitaban francas posibilidades al comercio
y a la navegación interior en la América Meridional. El conocimiento de tales
posesiones fue estudiado de manera constante por diversos gobiernos ingleses
los cuales disponían de informes sobre la situación de nuestras provincias en
variados aspectos políticos, militares y económicos suministrados por agentes,
representantes y viajeros, pero también por quienes de nuestra parte
promovieron la independencia.
En
la proximidad de los sucesos con que iniciaría el siglo XIX, el gobernador de
Cumaná informó a don Manuel de Guevara Vasconcelos, capitán general de
Venezuela (1799-1807), sobre los testimonios de tres prisioneros ingleses quien
fueron aprehendidos por un corsario francés y confesaron que su país se había
apoderado de: "Vervich, Esquivo, y Demerary. Es decir que están
colindantes con la Guayana". De la misma manera, refirió la inusitada
actividad que estaban realizando las tropas británicas en sus dominios
insulares de Granada y Trinidad, inclusive la compra de esclavos para hacerlos
soldados y entre los cuales: "300 de estos recién comprados están ocupados
en fortificar Gaspar Grande", isla cercana a Venezuela.
Los
detalles que se difundieron fueron que: "Demerary se rindió sin la mayor
oposición..." donde parte de sus pobladores eran de origen inglés; pero,
por el contrario, Martinica no les iba a resultar fácilmente conquistable ya
que la misma se: "halla bien organizada, y con 360 cañones gruesos que han
montado" y que según las estimaciones de Villaret, 12 mil hombres no
resultaban suficientes: "...para que les quiten la Isla".
Alarmado
por esta situación, Guevara Vasconcelos se apresuró a informar al Rey el 20 de
diciembre de 1803, señalando sobre la gravedad de la toma de las indicadas
colonias: "cuya vecindad es muy peligrosa y expuesta" con respecto a
Guayana, que era preciso conservar frente a tantas apetencias desde los tiempos
de la pretendida existencia de El Dorado que atrajo a múltiples aventureros y
conmovió la imaginación de una Europa tantas veces abatida por la pobreza y por
la guerra.
El
interés de contrarrestar las aspiraciones británicas en el Caribe así como
impedir las sediciones promovidas contra los intereses coloniales de España fue
una de las más destacadas acciones de Guevara Vasconcelos, lo cual le fue
reconocido entre otros por el capitán general de Guadalupe el 26 de enero de
1802, territorio en el cual se habían insurreccionado grupos de negros y
mulatos, al igual que en otras islas y en tierra firme, lo cual anticipaba
futuras tentativas en las cuales se entremezclaban deseos legítimos de
independencia, con el interés de establecer nuevos enclaves a favor de otras
potencias que pugnaban por reemplazar el dominio español con argumentos
diferentes pero con similares pretensiones de influencia y de poder.
No
escapaba al conocimiento de las autoridades españolas esos esfuerzos del
gobierno británico al respaldar la subversión en sus colonias, que según
Guevara Vasconcelos intentaban: "renovarla y fomentarla por medio de
papeles incendiarios y comisarios pérfidos formados y dirigidos por Manuel Gual
y Juan de Manzanares en Trinidad" y añadía: "tuve bastante motivo de
recelar de Miranda y Vargas [Pedro Fermín de Vargas], y contra todos ellos y
sus proyectos", por lo cual adoptó distintas providencias.
Sus
esfuerzos se dirigieron a impedir aquellos planes contra España. Su informe a
la corona en febrero de 1802, daba cuenta de las vinculaciones existentes entre
Inglaterra y los actos de sedición en Venezuela evidenciando: "el
peligroso estado de estas provincias", la existencia de: "un riesgo continuo
y muy grave con la isla de Trinidad en poder de los Ingleses", refugio de
todos los movimientos para deponer la autoridad peninsular.
Ante
a tales hechos, Guevara Vasconcelos evidenció la resolución de defender toda:
"la dilatadísima extensión de la provincias" a su cargo y, en
particular, las de Cumaná y Guayana, instruyendo importantes medidas militares
contra la amenaza de invasión inglesa a la primera en 1799 (en cuya defensa
acudió Carlos Palacios, tío de Bolívar, teniente del Batallón de Blancos de
Caracas) y con respecto a la segunda, al advertir en 1803 aquel ilegítimo
avance sobre nuestro Esequibo.
Posteriormente,
no en balde fue apresada en 1805 "en el barlovento de Guayana",
"en el sotavento de Muruca" (Moruca), "en la ensenada del cocal
de la costa de Esquivo y de Demerary", territorio nuestro, una piragua que
ingresó ilegalmente en esas aguas de la Capitanía General de Venezuela lo cual
testimonió autoridad, sentido de soberanía, posesión y dominio.
Jose
Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599
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