En
los cuarteles existe lo que se llama la cadena de mando: El de rango más alto
manda a sus subordinados inmediatos y esa cadena va bajando hasta que llega a
la tropa, a quien sólo le toca obedecer. En Venezuela funciona igual. Cualquier
funcionario del régimen manda y todos los ciudadanos debemos obedecer, porque
somos considerados como tropa.
En
los cuarteles, la tropa come lo que haya. No tiene derecho a seleccionar. En
Venezuela, los ciudadanos comemos lo que encontremos. Perdimos el derecho a
seleccionar.
En
los cuarteles, la tropa no puede salir de paseo cuando le provoca. En Venezuela
no podemos salir de paseo o de negocios cuando nos provoque o tengamos
necesidad.
En
los cuarteles se castiga a quien no le hace caso al superior, no importa cuál
sea la orden impartida. En Venezuela también.
En
los cuarteles no se puede criticar a los superiores so pena de sanción. En
Venezuela es igual.
En
los cuarteles no se puede protestar. En Venezuela tampoco.
En
los cuarteles hay que formarse y marchar. En Venezuela hay que formarse y
marchar al ritmo de la cola de turno.
En
los cuarteles se vive como si siempre existiera una guerra contra un enemigo.
En Venezuela también.
En
los cuarteles, todos visten igual. En Venezuela, si no vistes igual, eres el
enemigo.
En
los cuarteles la tropa no puede salir de noche porque los castigan. En
Venezuela, tampoco podemos porque nos matan.
En
los cuarteles es obligatorio escuchar al superior cuando a él le dé la gana. En
Venezuela el régimen pretende que todos los ciudadanos hagamos lo mismo.
Para
ser militar, un buen militar quiero decir, hay que tener vocación. La profesión
se dignifica cuando esa vocación está ligada a ideales nobles como servir y
defender la patria, y se pervierte cuando se persiguen objetivos distintos. En
Venezuela se pretende que todos actuemos como si fuéramos militares, con una
inmensa tropa de ciudadanos. No importa la vocación del ciudadano sino la
vocación del jefe y esa es la gran perversión de quienes hoy nos desgobiernan.
De allí nacen todas las demás perversiones.
Leyendo
un reglamento disciplinario de la FAN me encuentro con un artículo que dice:
“El que manda deberá a todo trance hacerse obedecer de sus subordinados”. Me
pregunto qué significa “a todo trance” en el argot militar, porque en cristiano
significa “sin reparar en riesgos”, “a pesar de todos los obstáculos o daños”.
¡Bingo! Este simple párrafo me ha hecho entender la esencia misma de la
“democracia socialista”. La tropa, el ciudadano, debe obedecer “a todo trance”.
De lo contrario, hay que perseguirlo, descalificarlo, gasearlo, agredirlo,
apresarlo, aislarlo, torturarlo.
Los
venezolanos, en general, no tenemos vocación de tropa. Llegará el día en que la
gran masa de ciudadanos se rebele y asuma el mando que en realidad le
corresponde. Ese día, los que hoy mandan, sentirán el peso de la justicia, de
la verdadera justicia.
Gustavo
Yepes
gyepesp@gmail.com
@gyepesven
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