Uno
de los objetivos estratégicos establecido por Hugo Chávez, al llegar al poder,
fue crear un sistema político que le permitiera su permanencia en el poder por
un tiempo indefinido.
Su primer paso fue convocar a una Asamblea Nacional
Constituyente, con la finalidad de aprobar una nueva constitución que dejara
sin efecto el principio de la alternancia republicana, vigente en la
constitución de 1961, al autorizar la reelección inmediata y por una sola vez
del presidente de la República. No satisfecho con esto, se dedicó a planificar
un conjunto de acciones que le
permitieran el control de los poderes fácticos venezolanos: la Fuerza Armada
Nacional y Petróleos de Venezuela. En los dos casos, se dedicó a destruir los
valores fundamentales del profesionalismo militar y petrolero, convencido de
que esos principios eran un permanente límite a su ambición de poder.
La nueva constitución de 1999 no produjo
relevantes transformaciones en la orientación filosófica de la Fuerza Armada,
manteniendo su orientación democrática y profesional. El artículo 328 estableció que “la Fuerza
Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin
militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia
y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico,
mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden
interno y la participación activa en el desarrollo nacional…En el cumplimiento
de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al
de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la
disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está
integrada por el Ejército, la Armada, La Aviación y la Guardia Nacional”…
Estas regulaciones constitucionales sobre la
Fuerza Armada no satisficieron a Hugo Chávez, quien tuvo que aceptarlas por las
difíciles circunstancias políticas que enfrentaba ante el progresivo deterioro
de su popularidad, en medio de un grave enfrentamiento con los cuadros
militares y la dirigencia petrolera, que condujo a la crisis política y
militar del 11 de Abril. Al regresar al poder, temeroso de la experiencia
vivida fortaleció en los mandos a los oficiales comprometidos en la
insurrección militar del 4 de Febrero, y permitió la presencia en Venezuela de
la inteligencia cubana. Aún preocupado, decidió después de los triunfos
electorales del 2004, 2005 y 2006, modificar progresivamente las leyes
militares, establecer una doctrina de defensa popular a través de la Guerra
Asimétrica, crear la Milicia Bolivariana, y profundizar la ideologización de
los cuadros militares.
Hugo Chávez, decidido a destruir el
profesionalismo militar, aprobó casi de manera continua tres leyes orgánicas:
la de los años 2005, 2008 y 2010. La ley orgánica del año 2005 tuvo un aspecto
positivo al eliminar las funciones de mando del ministerio de la Defensa, pero
al centralizar la conducción de la Fuerza Armada en el presidente de la República
y crear inconstitucionalmente el Comando General de la Milicia comprometió la
autonomía de las tradicionales Fuerzas y su capacidad de mando sobre las
unidades operativas. No satisfecho con esta reforma aprobó la ley orgánica del año 2008. Esta ley
mantuvo la tendencia centralizadora de la concepción militar chavista,
fortaleció a la Milicia Bolivariana como respuesta a su objetivo de consolidar
el régimen mediante una vanguardia
revolucionaria y transformó a los suboficiales profesionales de carrera en
oficiales técnicos sin considerar los grados militares y la antigüedad.
De manera sorprendente, aprobó en el año 2010
una nueva ley orgánica, que tuvo por finalidad concederle al presidente de la
República el grado militar de comandante en jefe y mando efectivo sobre las
unidades operativas; crear al oficial de
milicias, con posibilidad de optar a cualquier grado, permitiendo que
ciudadanos sin formación militar pudieran formar parte de sus cuadros; y
permitir a los suboficiales de tropa ascender a oficiales efectivos. Estas
reformas legales tenían un solo
objetivo: destruir los tradicionales valores militares y permitir ideologizar a
la Fuerza Armada Nacional.
¿Logró Hugo Chávez estos objetivos? Realmente no lo
creo. Es verdad que las declaraciones de algunos jefes militares señalando su
adhesión a la Revolución Bolivariana pueden generar importantes dudas en los
venezolanos, pero hay que considerar que estas medidas, al debilitar la
obediencia, la disciplina y la subordinación, deben generar un profundo
descontento militar… La historia dirá la última palabra…
Fernando
Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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