lunes, 29 de septiembre de 2014

FERNANDO LUIS EGAÑA, ¡NEW YORK, NEW YORK!

Más que ironía es franca hipocresía, el ir a Nueva York a hablar de socialismo, de igualdad, de lucha contra la pobreza, de ecología y de revolución social –los temas favoritos de Maduro–, y al mismo tiempo gastar fortunas en una numerosa comitiva, en hoteles de lujo, en onerosa publicidad, y en la buena y cara vida de la Gran Manzana.

Según los datos proporcionados por el diputado Carlos Berrizbeitia, conocedor a fondo de los manejos dinerarios de la hegemonía –es decir de lo que está presupuestado y de lo que no, la comitiva de Maduro fue de 175 personas, lo que de por sí es un derroche delirante, aún en el caso de que sus gastos fueran ejemplo de austeridad, lo que desde luego no ocurrió, de acuerdo a la relación detallada de hospedajes y viáticos, también presentada por el diputado Berrizbeitia.

Y nada de eso es de extrañar. Estos jerarcas rojos tienen un discurso que muy poco o nada tiene que ver con su modo de proceder. Y no sólo dentro de Venezuela, sino sobre todo cuando viajan al exterior. Y mientras se siguen dando la gran vida, y no precisamente con los ahorros del trabajo honrado, el país que depredan se hace cada vez más incapaz de enfrentar sus graves y crecientes problemas.

Muchos venezolanos, especialmente entre los jóvenes, pensarán que tales dispendios públicos siempre han sido así. Pero no siempre… Hace 20 años, en 1994, me correspondió formar parte de la comitiva oficial del presidente Rafael Caldera a su viaje a Nueva York a fin de participar en la Asamblea General de la ONU. El presidente y la señora Caldera se hospedaron en la residencia del embajador venezolano, para entonces el Dr. Enrique Tejera París.

La referida comitiva no pasaría de 20 ó 25 personas, incluyendo personal de prensa, seguridad y diplomacia. Una visita breve, de intensa actividad política y de promoción del país, y sin gastos superfluos de ningún tipo. Muy distinto el caso a como se transmutarían las cosas en el siglo XXI. Porque los excesos grotescos de los viajes oficialistas, dejaron de ser excepción para convertirse en regla, durante la llamada “revolución”.

Lo que más transgrede al conjunto de la nación, no son los millones de dólares que se perdieron en la dispendiosa estadía neoyorquina de Maduro y los suyos. Es la franca hipocresía que pretende encubrir el medraje y el boato con una retórica de socialismo. Venezuela en el piso y sus destructores proclamando que quieren salvar en planeta desde las alturas de New York, New York…

Fernando Luis Egaña
flegana@gmail.com

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