sábado, 6 de septiembre de 2014

EUGENIO MONTORO, AMBICIÓN Y SUPERVIVENCIA

          Debo confesar  que desde hace tiempo había pensado en escribir este artículo pero no lo hacía por cierto sentimiento de pena pues  se mete con nuestras intimidades.

       Era una aproximación arriesgada pero quizás el correr de cortina del muy promocionado “sacudón de Maduro” me animó a hacer otro tanto, pues si al máximo gafo del régimen se le ocurre mostrarnos como salvación unas medidas de primitiva  re organización tan inútiles como guarimbas en calle ciega o la masturbación de un muerto, este modesto gafo firmante puede dar su opinión sobre las causas de como un gobierno tan inmensamente pirata no sale a patadas por el fondillo dadas por unos, muy arrechos, ciudadanos.
         Durante la Colonia es de suponer el surgimiento de la ambición de parte de la dirigencia política, económica y nobiliaria en lo que sería Venezuela. Todos querían reproducir la forma de vivir de la península y nadie quería venir a pelar bolas sino, por el contrario, a hacerse rico y rápido.
         También aparece la supervivencia como estilo de vida de los grupos de menor jerarquía que llegan de España y de los muchos que se desarrollan con la paulatina mezcla de razas  cuyo objetivo era crear un sistema que les permitiese algún bienestar económico y beneficio social.
         Seguramente, con sus variantes, pasaron siglos dando forma y fuerza a lo que sería la marca de fábrica de nuestra forma de entender la vida.
         El proceso de independencia le agregaría pimienta a la marca de fábrica. La supervivencia fue animada por el paredón de fusilamiento y nuestros supuestos héroes son la sumatoria de la astucia para salvar el pellejo. La ambición pasa a ser una dificultad especial para satisfacerla. Con el tiempo los vistosos uniformes militares, las medallas y los títulos rápidamente ganados solucionan en parte el asunto. Pero la parte importante son los botines de guerra. Gracias a este truco nivelador y a los nombramientos de los nuevos gobiernos locales reproducen la ambición como en la  colonia.
         Hasta nuestros días la repetición del régimen de supervivencia y satisfacción de la ambición ha sido una constante. Ahora llegamos a una Venezuela que explica lo que pasa.
         Van mis disculpas a los muchos patriotas dispuestos a la lucha por ideales pero son los pies sobre la tierra los que nos hablan.
         Los miles de puestos burocráticos existentes permiten disfrutar del poder y de enriquecerse con facilidad y bastante impunidad si se hace con algo de prudencia. Muchos contratistas y suplidores privados nacionales participan en el festín y las importaciones son el mejor mecanismo para satisfacer la ambición
         Dos millones y medio de empleados públicos, millones de beneficiarios de misiones de todo tipo y un inmenso grupo político reciben lo necesario para sobrevivir. No será mucho pero peor es nada.
         La vuelta a nuestra costumbre colonial florece. Por ello la permanencia de un régimen absurdo. Salir de esto pasa por solucionar   su simpleza.

Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

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