La
verdad es que analizando el Chaveznuestro, que una delegada al Congreso del
Psuv derivó del Padrenuestro, uno se da cuenta de que todavía hay un cierto
sector de nuestra sociedad, que vive en la etapa aquella, cuando Moisés,
bajando de la montaña, se consigue con que su pueblo le ha fabricado un becerro
de oro, y se ha puesto a adorarlo; obviando la fe en aquel Dios invisible, que
venía proclamando el judaísmo. Porque eso fue lo que, en el fondo, le dictó el
inconsciente, rayando en los términos psicoanalíticos, a la famosa delegada: un
becerro de oro transfigurado en la memoria del difunto; que es el Chávez que
uno comienza a ver también en estatuillas en los santuarios de los brujos y
demás prácticas espiritistas; aparte de la sobresaturación que lleva a cabo el
oficialismo en lo que se refiere a su figura, en forma muy mediática.
¡Cuánto
se no habló del difunto en ese congreso! Que si el líder galáctico dejó
dispuesto esto; que si quería que le hicieran aquello. Siempre deseos que, como
se sabe, no empreñan. Porque si a ver vamos, en lugar de obras este señor no
dejó sino ruinas: se comió los mejores manjares del mundo; estuvo en las galas
más encopetadas; tuvo todas las mujeres que quiso; incluyendo a una Noemí
Campbell, que salió diciendo de la habitación, donde había estado con él, que
no era un león, pero sí un toro; se puso y se adornó con las prendas más caras,
en materia de vestir; anduvo por todos los continentes en viajes de placer. Un
hombre que tuvo la más fabulosa fortuna del mundo, si tomamos en cuenta que
hizo de Venezuela, no una potencia, como él mismo lo pregonaba, sin darse
cuenta de lo que decía; contando con la fe de un pueblo que lo escuchaba
embebido, sino su feudo, y el que con el mayor de los despropósitos dilapidó a
manos llenas; acompañado de una suerte; que la tuvo desde que entra a la
Academia Militar, arrastrando una materia del quinto año de bachillerato;
proclamando un militarismo, en una forma descarada, a lo largo de toda su carrera;
asumiéndose como el nuevo ungido del Dios de los ejércitos, y gozando de la
admiración y el estímulo, solapado, de aquel medio militar; hasta otorgársele
el grado de teniente coronel, sin haber aprobado el curso de Estado Mayor, de
acuerdo a lo que revelan sus compañeros.
A
continuación sabotea el gobierno más exitoso que había en aquel momento en la
faz de la tierra; para el día en que lleva a cabo el intento de golpe militar,
en vías de convertir a nuestro país en un “tigre asiático”, como se decía en
ese tiempo, y en lugar de condenarlo y apedrearlo, como se hacía con los
leprosos en la antigüedad, lo que se hace es aplaudirlo, y darle todo el poder
del mundo, a cuenta de su condición de militar; cuando decía que se sentía
amarrado en su labor de gobernante; que quería más poder y ganar todas las
elecciones que le pusieran. Nunca un venezolano había sido tan dichoso, sólo
que tan mezquino con esa dicha; que, como decía atrás, terminó haciendo de
nuestro país un botín, y el que lo compartía con todos menos que con sus
hermanos, con sus compatriotas, quiero decir; porque si por alguien sentía este
señor un profundo menosprecio, era por su pueblo. Ahora resulta que se le hace
una oración.
Pero,
¿qué hipocresía, no? “Evítanos la tentación del capitalismo”, y que,
seguramente, hizo que Chávez se volteara en la urna; cuando este señor nunca
hizo votos de pobreza. Uno le veía aquellos relojes suizos, que los expertos en
el tema, en comentarios de periódicos, valoraban en miles de dólares. Cierta
vez se atrevió a confesar que le había dado órdenes a su servidumbre, que no le
comprara más ropa; porque los closets los tenía llenos de flux. Esto yo no sé
si lo decía por ironía, por cinismo o, quizás, para dárselas de humilde, sin
reparar en que lo que le salía era nuevorriquismo de orilla, como llaman. Como
tampoco Chávez nunca hizo votos de castidad y mucho menos de fidelidad;
habiendo sido un hombre que hizo y deshizo varios matrimonios a lo largo de su
vida sentimental; como destruyó hogares, a propósito de su condición de
mujeriego impenitente, y que no reparaba en aquello de no mirar la mujer del
prójimo.
Porque
a mí lo que más me indigna de esta impertinencia de la delegada chavista es que
el Padrenuestro es la oración de Dios; dictada, según el testimonio de los
Evangelios, por el propio Señor a través de Jesús, y donde está condensada en
pocas frases la manifestación de un espíritu, a quien Dios le ha concedido la
luz de la vida, y con ello la libertad de hacer y deshacer en un mundo lleno de
contingencias circunstanciales. Ni siquiera el apóstol Pablo se atrevió a tal
osadía, y es por esto que se considera que la doctrina de Pablo, que es la
normativa por la que se rige la iglesia, constituye la doctrina de un hombre;
mientras que la doctrina de Jesús; que vino a elevar al hombre de su condición
animal hacia la santidad, la hermandad y la fe; que en esto Pascal no dejaba de
tener razón, cuando decía que Dios era una apuesta, es la doctrina de Dios, y
que era lo que más le costaba infundirle Moisés a su pueblo; que no le pasaba
por la cabeza esa idea de que Dios es impersonal. ¿Acaso la delegada habrá
comprendido esa parábola de Jesús que reza que lo que es del César, es del
César, y lo que es de Dios, es Dios?
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
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