Como hemos podido apreciar en las
anécdotas-testimonios de mis años en la Armada, mi fuerza – en tanto uno de los
órganos e instrumentos del Estado - ha tenido durante su evolución diversas etapas.
Vale entonces preguntarse hoy:
Batalla Naval del Lago de Maracaibo |
En mi tiempo tuve esas inquietudes,
ahora en el otoño de mi vida tengo tiempo, conocimientos y experiencia, y puedo
reflexionar sobre ellas, en la tranquilidad de mi hogar y de mi estudio.
Según la historia de Venezuela, podemos decir que comenzamos
con unas embarcaciones de madera (con hombres de acero como reza el dicho) que
lucharon durante la Guerra de Independencia. Eran Flecheras y barcos con las
especificaciones y limitaciones de su tiempo, y con los cuales se hacía la
Guerra en la Mar. Las de mejor porte y condiciones Ad Hoc. Eran embarcaciones
capturadas de la Flota Española, en el mejor de los casos, o eran embarcaciones
recibidas en aportes de otras naciones como el caso de Brión y Petión, o eran
simplemente embarcaciones civiles adaptadas para el transporte de cañones y
hombres para desembarcarlos en los sitios álgidos. No podemos determinar
cuántas de las unas y de las otras; Pero, fueron buenas para bloquear vías de
comunicación marítima, para “Forzar la Barra” en la Batalla Naval del Lago de
Maracaibo, del 24 de Julio de 1.823, y que diera base para designar esa fecha
como Día de la Armada.
Antes
lo habían sido para la Batalla de San Félix en 1.817 y para los múltiples
desembarcos anfibios u operaciones ribereñas, o lo que podría considerarse
como la génesis de una Infantería de
Marina en Operaciones Ribereñas y Fluviales, con las que se capturaron vitales
puntos fuertes desde los cuales se pudo controlar las rutas marítimas y
fluviales, para el apoyo logístico a las sucesivas operaciones terrestres, o
para oponerse a las embarcaciones Españolas que todavía quedaban en el parque
naval realista en Venezuela y en al Caribe.
Esa primera Armada sólo la conocemos
por referencias históricas. El CA. Antonio R. Eljuri Yunez S., relata en verbo
heroico la épica epopeya del forzamiento de la barra en Maracaibo y la
destrucción de los buques Españoles, en su obra “La Batalla Naval del Lago de
Maracaibo”. Según narra el CA Eljuri, los comandantes realistas no se
encontraban abordo, estaban de permiso, no esperando que esas embarcaciones
patriotas pudieran atravesar las baterías dispuestas en el Fuerte de San Carlos
en la barra. Esa ya era una proeza que superó el hecho final del ataque a los
buques realistas allí fondeados y arrejerados (fondeados a doble ancla) en los
fondeaderos internos del Lago. Es absolutamente indispensable que los marinos
jóvenes del futuro lean esta obra.
La segunda Armada, de cuyos barcos
sólo tuve referencia visual de aquellos que aguantaron mayor tiempo en servicio
activo y que describo parcialmente en otros capítulos, aunque no me haya
embarcado sino en algunos de ellos, prestó un excelente servicio en aguas
territoriales y en navegaciones de altura y costaneras. No en Guerra contra
potencia extranjera esta vez, sino para el lento y anónimo proceso de desarrollo del Potencial Naval y
Marítimo del Estado Venezolano. Hay que agregar la construcción de la
Infraestructura Naval y Marítima, Diques y Astilleros, Puertos y Varaderos,
Bases Navales y Fluviales y todo el entramado organizacional logístico
administrativo y operacional para respaldar las Operaciones Navales.
Abro
un aparte para argumentar que la Armada debería ser el necesario elemento de
apoyo para el desarrollo de una Marina Mercante Nacional; Pero, no es de mi
experticia ésta última. Me concentro en la de Guerra por cuanto pasé toda mi
vida profesional en ella. Aun así, es tan compleja y amplia una Armada que me
temo no ser el experto que una obra de esta naturaleza amerita. Me limito a
relatar retrospectivamente las experiencias que pudieran complementar visiones
más enjundiosas, de autores con mayores conocimientos que mi persona. Ambas, la
de Guerra y la Mercante forman parte indivisible del Poder Marítimo o Acuático
de la nación. El Ilustre Alejandro Vargas, padre de mi compañero y amigo CN
Luis Vargas Lander, es uno de los más prolíficos escritores de la historia
naval de nuestra nación y él solo, de por sí, merece una biografía que le
honre, tanto como el honró nuestro gentilicio con su pluma.
Según
el CN. (F) Armando de Pedraza, en su obra “Poder Marítimo-Poder Naval” (libro
III), él considera que Poder Marítimo comprende la macro estructura de
comercio, de comunicaciones y de explotación de los recursos del mar y que el
Poder Naval existe como instrumento de la Defensa y que su rol primordial es
satisfacer los objetivos que ésta le fije. El primero propende a la
satisfacción de los intereses de desarrollo, progreso y bienestar, y que el
Poder Naval es la garantía de que podemos alcanzar esos intereses y mantenerlos
en el tiempo, a través de la garantía de la Soberanía, Integridad Territorial y
Libertad. Es decir, una estrecha, armónica y eficiente relación Armada-Estado
serán esenciales para cumplir este desiderátum.
Para
recordar los buques de esa armada les invito a releer el capítulo que habla de
“La Flota en que navegué”. De manera similar, les refiero a aquel donde hablo
de “La Venezuela en que viví”, donde estarán los elementos del Estado que
existía para el período de mis 30 años de servicio que van de 1.970 al 2.000.
En este capítulo hablaré de la relación entre ese Estado, asiento del poder, y
de esa Armada como instrumento de su poder.
Cierro
el aparte y continúo con la tercera etapa de la Armada que conocí, que es la de
las Fragatas italianas, Submarinos U209 alemanes, Aviones Antisubmarinos
Grumman americanos, Transportes coreanos, Helicópteros ASW italianos, Talleres
de Tecnología de punta con equipos bancos de prueba y facilidades de las
mejores prestaciones, la armada de los cursos en los mejores institutos navales
y civiles, dentro y fuera del país, etc. Una Armada moderna que de estar
operativa al 100%, mantenida y actualizada, sería de las mejores del
continente. Mucho mejor si sus líderes estuvieran concentrados en su
perfeccionamiento, en su correcta dirección y en su moral combativa. Una armada
donde su Alto Mando estuviera en relación respetuosa con los demás entes de la
Administración Pública; pero, con base al artículo 328 constitucional, recordándoles
acerca de los riesgos que Venezuela corre cuando se experimentan ideologías que
afectan su rendimiento operacional, su moral combativa y su Apresto Militar y
Capacidad de Reacción.
Entonces,
pasando a responder las respuestas a las preguntas formuladas al comienzo del
capítulo y considerando que de la primera Armada ya hablé cuando esbocé cómo se
formó y sus aportes a la Independencia, tendríamos que continuar diciendo que:
En
sus segundos comienzos, la Armada fue dotada de los surplus o “sobrados” del
parque naval de los EUA. En esos buques aprendieron los marinos venezolanos que
fueron mis líderes de juventud. De acuerdo con lo que otras naciones tenían,
considero que hemos estado parejos, pues ellas se han suplido del mismo
proveedor. Era lo que el Estado podía adquirir, negociar y sus hombres operar.
En muchas ocasiones oímos hablar de adquirir Portaviones por parte de la
opinión pública, amigos y familiares, o al menos era la pregunta que solían
hacerle a uno, argumentando que ya que Brasil tenía una de esas fortalezas
flotantes, por lo que nosotros deberíamos tener al menos uno. Esta apreciación
nos daba risa, por su ingenuidad. Lo que la gente no se percataba era que cada
vez que Brasil sacaba a la mar el Minas Gerais, su PIB caía un 2 %.
La
posición geopolítica, los intereses vitales, históricos y estratégicos de
Venezuela, sus 2.800 kilómetros de costas, sus frentes Andino fronterizo
Terrestre, Atlántico-Caribeño, Fluvial y Amazónico y deltano, su ZEE y el
territorio marítimo que ella genera que le hace poseer casi el 70 % del espacio
acuático caribeño, en razón de Isla de Aves, son factores que justifican la
dotación de naves que permitan cubrir esa inmensa zona naval y fluvial y así
fue sucediendo, poco a poco, durante los 40 años de Democracia. No en balde
algún geógrafo en sus pininos de geopolítico llamó a Venezuela una isla
confinada por ríos y mares, flotando en medio de su exuberante geografía. Nos
consuela saber que de cumplirse la profecía de que la próxima guerra mundial
será por el agua; Venezuela tendrá y mucha, lo que justifica su preparación
naval para responder al reto de defenderla y garantizar su supervivencia en ese
escenario posible.
Las
islas a lo largo de sus costas le sirven de naturales portaviones para el
establecimiento de bases aeronavales, para localizar en ellas sus Pequeños
Combatientes (Patrulleros Rápidos Misilisticos y Cañoneros), Submarinos
livianos y equipos de detección temprana de baja frecuencia, radares y sonares
así como minas y otros medios para el control de pasos obligados y vías de
aproximación probable de un posible enemigo. Estos medios no están todos en el
inventario de la Armada; pero, se piensa en ellos y se brega por adquirirlos.
Las
bajas profundidades en algunos sectores de costas, sus cálidas temperaturas y
zonas de inversión de las mismas, así como su salinidad juegan un doble papel
para la viabilidad de la Guerra Antisubmarina. Dificulta la detección de
submarinos enemigos pero también les dificulta a ellos sus incursiones. Su
cadena de islas favorece el establecimiento de Zonas de Exclusión Naval y
corredores marítimos. En todas estas materias trabaja el Estado Mayor Naval,
para optimizar el parque naval y aeronaval, para generar la doctrina de empleo
más eficiente y para recomendar la adquisición de esos elementos que aún no
poseemos. Se agrega, para establecer un efectivo Control de Tráfico Marítimo en
tiempo de Paz y de Guerra. Así como, el desarrollo del Poder Naval. Allí nos
alcanzó la “revolución” y en este momento que esto pergeño, no estoy al tanto
de qué está ocurriendo con nuestro poder naval y con el apresto militar y
capacidad de reacción, los cuales no son solo resultado del parque, de sus
capacidades e infraestructura física,
sino más bien del adiestramiento, de la moral y disciplina de sus
hombres y mujeres y la concentración en el “know how” militar, naval en nuestro
caso, sin salirse de los valores y principios que conforman nuestra profesión,
la cual ya cuenta con una Academia de Ciencias y Artes Militares y Navales, de la
cual me honro en pertenecer.
Todos
estos son factores que son importantes para la determinación de qué Armada
adquirir, operar y mantener. La necesidad de entrenar al personal y de mantener
los equipos hace que debamos conservar y potenciar los laboratorios, talleres y
demás infraestructura; así como continuar enviando a cursos especializados al
personal y mantener el programa de adiestramiento naval, en todos sus aspectos.
Explorar aventuras institucionales no es el camino para esta optimización y evolución
funcional.
Ahora
bien, pasando a la segunda pregunta. En mis 30 años de servicio pude apreciar
que no siempre estuvimos claros acerca de la Armada que necesitábamos. Al menos
el Poder Político no lo estuvo. Una Armada es costosa de adquirir y más cara
aún de mantener. Mientras el presupuesto de las 4 fuerzas es determinado por el
número de hombres, tocándole al Ejército la mayor alícuota, las Armadas son
intensivas en materiales costosos por su tecnología, versus el número relativo
de hombres, el cual es menor que otras fuerzas, de tal manera que siempre se le
asignan presupuestos menores para sus responsabilidades mayores, e inmensas que
por su naturaleza tiene de suyo.
Otro
aspecto a considerar es que la Armada (a diferencia de las fuerzas terrestres
que operan normalmente en el territorio nacional y durante la Guerra es cuando
salen del mismo a combatir afuera, a Teatros de Operaciones a los que son
transportados por la Aviación o por la Armada) es una extensión itinerante del
Estado, del País y de la Nación Venezolana y un complemento para la Política
Exterior de la Nación, ya que normalmente operan en los espacios acuáticos
cruzando ZEE de países limítrofes; en las que no sólo navegan, sino que visitan
éstos en operaciones combinadas y en acciones cívicas, etc., cruzando con
autorización sus aguas territoriales y zonas contiguas; en fin, son
Internacionales. En ese sentido, las Armadas son presencia naval de sus países
y por supuesto, deben estar preparadas para la Proyección de ese Poder Naval a tierra.
De allí su estrecha relación con el estado, con la diplomacia y con los órganos
de Seguridad y Defensa de la Nación.
Hasta
el presente, la Armada había venido
ocupándose de desarrollar su capacidad para la Defensa Naval, como es su misión
principal. La Lucha contra el Contrabando y las nuevas amenazas en los espacios
acuáticos le era consustancial con su tradición, en nada significan desviación
de sus roles naturales. Así mismo, había llevado siempre a cabo operaciones
para honrar los tratados que regulan la Garantía de la Vida en la Mar a través
de Guardacostas y toda ella, en una panificación progresiva, va realizando
durante el año las Acciones Cívicas en las Islas y zonas apartadas tantos
marítimas, como fluviales del territorio y de países amigos a los que apoya, en
roles de Contribución al Desarrollo o de Relaciones Internacionales en apoyo a
la Dirección de fronteras o al Ministerio de Relaciones exteriores. De similar
manera, demostrando su capacidad combativa, participaba de planificación de
Operaciones Navales y de intercambio eficiente con las Armadas del Continente
para la ejecución de las Operaciones Combinadas UNITAS, para la defensa del
Sistema Interamericano al cual por tratados debidamente suscritos,
pertenecemos. Para la materialización de las medidas de Seguridad y Defensa
colectiva del sistema al cual pertenecemos.
Cabe
destacar las labores de Investigación Oceanográfica y de la fauna marítima en
las bases científicas y diversas acciones propias y consustanciadas con su
misión; Pero, debo reconocer que la Armada nunca estuvo dedicada a roles que le
alejaran de su entrenamiento específico, tan exigente y demandante de las
mejores capacidades de sus hombres. Cualquier desviación permisible por razones
de emergencia, más allá del tiempo prudencial, afecta el Apresto Militar y la
Capacidad de Reacción de una fuerza tan dependiente e intensiva en Tecnología,
doctrina y adiestramiento.
El
ver a un naval con una gorra roja de paracaidista revolucionario y vestido de
camuflaje a bordo de unidades de superficie, en las bases, o vendiendo
alimentos en las plazas y haciendo política partidista de manera abierta y
ridícula, vergonzosa y ofensiva, nos deja un mensaje subliminal que va más allá
del mensaje.
El
Estado, por su parte, siempre ha asignado presupuestos exiguos para las
ingentes necesidades. Las Fragatas están en condiciones disminuidas y todas las
unidades navales y aeronavales demandan de una reestructuración de los
presupuestos para rescatar sus prestaciones originales, actualizar las que
hayan caído en obsolescencia, entrenar las tripulaciones y llegar al menos a un
80 % del índice de operatividad, hoy, me dicen, podría estar disminuido a
niveles preocupantes. Mientras tanto, otras naciones se arman concienzudamente,
apoyadas por intereses foráneos de la hegemonía geopolítica. No abogo por un
armamentismo inconsciente, que compita en recursos gastados con otros programas
vitales para el resto de las múltiples y sentidas necesidades nacionales. Abogo
por una óptima asignación racional de recursos para la defensa, que sea
sensato, eficiente y que se compadezca con las necesidades de supervivencia
como nación libre, soberana y democrática del Continente.
Esto
sería suficiente para que nos percatáramos de la necesidad de la mejor relación
Estado-Armada posible. De un conocimiento cabal de los gobernantes acerca de
qué cosa es una Armada, para qué sirve y cuánto cuesta operarla y mantenerla.
Cuál es su puesto dentro del contexto FAN y cuál es la dimensión de una Armada
en un Estado Moderno, de la geopolítica del nuestro. Esta es labor para hombres
calificados en Seguridad y Defensa, no para atrabiliarios, resentidos o
carismáticos, ignorantes del Poder Naval. Mucho menos, para seudo líderes
navales, ascendidos por su compatibilidad con una ideología extraña, y que
comprometen con sus decisiones sentimentales o crematísticas, una tradición de
honor y gloria, al tiempo que comprometen la garantía de triunfo en caso de que
algún día hubiera que ejecutar la misión, en respuesta al clarín de la Patria.
Eddy Barrios
eddybarrios@gmail.com
@eddybarrios2
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