martes, 9 de septiembre de 2014

CARLOS RONDÓN ÁVILA, REY SOBRE RUINAS

La etapa de indignación pasó en los primeros meses del año, lo que ahora se respira en Venezuela es la desesperanza, la agobiante certeza de que no hay salida, no en el mediano plazo. Nuestra clase política nos ha secuestrado el futuro, unos por incompetencia y mezquindad, y los otros se volvieron adictos al poder, no les importa acabar con el país si con eso garantizan el alivio de su enfermedad.

Se presentan como mártires, mártires de la política, que dedican su vida al país o a la ciudad, llenan sus discursos de ideas vacías: enemigos virtuales, socialismo del siglo XXI, inclusión social, felicidad suprema; y lo que han hecho es empobrecer al país, elevar los niveles de dependencia a un punto demencial; no quieren ciudadanos sino rehenes, personas que han sido despojados de cualquier capacidad de producir nada y que necesitan de estos “mártires” para seguir viviendo una vida alegremente miserable.

Una relación de subordinación política absolutamente enfermiza que comienza por el entorno de aduladores inmediatos y termina en cada uno de los venezolanos que deben perder su tiempo y dignidad en colas para encontrar comida. La pobreza crónica es una estrategia de gobierno, su objetivo son los esclavos electorales, gente que legitima cualquier barbaridad, por complicidad, por ignorancia o por conformismo.

Todo está minuciosamente pensado para mantener ese vínculo dependiente entre gobiernos malos-y-populistas, y gente con muchas necesidades, en este proyecto nada es al azar, ni lo inventamos nosotros.

El único fin es el poder, ahí no hay ideologías ni convicciones. La sumisión política no es solo de la gente, del “pueblo”, sino también de los aplaudicantes, esos halagadores de oficio cuya única función es ovacionar al tirano.

Es sabido que algunos políticos, especialmente los déspotas, deben rodearse de ineptos e incapaces para poder resaltar pequeños rasgos de su personalidad que sólo se ven bajo contraste. Estos secuaces también son rehenes, son rehenes de posiciones cómodas, de prebendas, son “mártires” y prisioneros de sus intereses; decidieron alienarse incondicionalmente a cambio de pertenecer a la élite política de un país en ruinas.

Carlos Rondón Ávila
rondoncarlos@gmail.com
@phronimos

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