La
etapa de indignación pasó en los primeros meses del año, lo que ahora se
respira en Venezuela es la desesperanza, la agobiante certeza de que no hay
salida, no en el mediano plazo. Nuestra clase política nos ha secuestrado el
futuro, unos por incompetencia y mezquindad, y los otros se volvieron adictos
al poder, no les importa acabar con el país si con eso garantizan el alivio de
su enfermedad.
Se
presentan como mártires, mártires de la política, que dedican su vida al país o
a la ciudad, llenan sus discursos de ideas vacías: enemigos virtuales, socialismo
del siglo XXI, inclusión social, felicidad suprema; y lo que han hecho es
empobrecer al país, elevar los niveles de dependencia a un punto demencial; no
quieren ciudadanos sino rehenes, personas que han sido despojados de cualquier
capacidad de producir nada y que necesitan de estos “mártires” para seguir
viviendo una vida alegremente miserable.
Una
relación de subordinación política absolutamente enfermiza que comienza por el
entorno de aduladores inmediatos y termina en cada uno de los venezolanos que
deben perder su tiempo y dignidad en colas para encontrar comida. La pobreza
crónica es una estrategia de gobierno, su objetivo son los esclavos
electorales, gente que legitima cualquier barbaridad, por complicidad, por
ignorancia o por conformismo.
Todo
está minuciosamente pensado para mantener ese vínculo dependiente entre
gobiernos malos-y-populistas, y gente con muchas necesidades, en este proyecto
nada es al azar, ni lo inventamos nosotros.
El
único fin es el poder, ahí no hay ideologías ni convicciones. La sumisión
política no es solo de la gente, del “pueblo”, sino también de los
aplaudicantes, esos halagadores de oficio cuya única función es ovacionar al
tirano.
Es
sabido que algunos políticos, especialmente los déspotas, deben rodearse de ineptos
e incapaces para poder resaltar pequeños rasgos de su personalidad que sólo se
ven bajo contraste. Estos secuaces también son rehenes, son rehenes de
posiciones cómodas, de prebendas, son “mártires” y prisioneros de sus
intereses; decidieron alienarse incondicionalmente a cambio de pertenecer a la
élite política de un país en ruinas.
Carlos
Rondón Ávila
rondoncarlos@gmail.com
@phronimos
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