El
temor al rechazo popular, que ya está siendo ostensible desde hace tiempo,
podría dar al traste con un Gobierno en el cual ya nadie cree. La perturbación
llega a extremos que cada día se acrecienta la utilización de las estrategias
de Goebbels, viejas prácticas que ejecutaron Hitler y sus acólitos y que en
nuestro país se suma al nepotismo y la corrupción, temas que exacerba el estado
de ánimo de todos los venezolanos y que el régimen se empeña en echarle la
culpa a los medios de comunicación.
A
diario se observan los tamaños dislates puestas en prácticas por el oficialismo
en sus distintas instancias, lo cual permite a cualquier organismo
internacional imaginarse que nuestro país no solo tiene corruptos sino también
ignaros, lo cual obviamente no se corresponde con la realidad, por cuanto pese
a que quienes detentan el poder desde hace 15 años no se ha ocupado ni preocupado por dar fiel cumplimiento a la
Carta Magna, existe un pueblo ávido de cultura y del rescate de los valores
éticos.
Nos
hemos referido a Josehp Goebbels en innumerables ocasiones a través de nuestros
artículos de opinión, siniestro personaje que fue ministro de Propaganda del
régimen genocida de Adolf Hitler, cuya designación fue producto de la
arbitrariedad de un sicópata que ofreció un imperio de mil años. Sobran razones
para despreciar la figura siniestra de un lisiado que paradójicamente simbolizó
la denominada raza superior. Sin embargo su perversa intención de gobernar
indefinidamente, le obligó a utilizar malévolamente ideas que influyeran sobre
las masas, mediante la propaganda que saturaba por todos los medios y con
gigantografías en las que exaltaban su figura como un prohombre líder y amo
absoluto del destino de Alemania, lo cual también ocurre en gobiernos de
mediocres, cuando engañan sin el más mínimo pudor.
La
estrategia única de Goebbels no se afincó en el nepotismo, pese a que esta
brutal intromisión de parientes en cargos públicos no estaba prohibida en la
etapa hitleriana. Tampoco hubo narcotráfico o narcotraficantes vinculados con
el Gobierno del sanguinario Fuhrer alemán, ya que en ese tiempo las mafias de
las drogas estaban lejos de tener el rol estelar que actualmente les permite
participar en campañas políticas y en Gobiernos de corte fascista, signados por
el populismo, la demagogia y la mitomanía.
La
estrategia del endemoniado Goebbels, convencido que su misión era la de influir
en el pueblo, consistió en que su propaganda era el mejor medio de lograrlo.
Tanto así que en un discurso del 16 de Marzo de 1933, habla de ello casi
apasionadamente: “Un Gobierno como el nuestro, obligado a tomar medidas de muy
largo alcance, tiene que preparar el terreno por medio de la propaganda, con
objeto de atraer a las gentes hacia sus miras. Iluminar al público es algo
esencialmente pasivo; la propaganda es cosa activa. Estamos decididos a
trabajar a las masas hasta que caigan en nuestros brazos”. (Cualquier parecido
con personas de la vida real en nuestro
país, es mera coincidencia)
Las
diversidades del lenguaje, las ideas, los códigos sociales, las técnicas, las
concepciones artísticas, éticas y religiosas son elementos propios del mundo
humano que conforman la cultura que es, por tanto, característica del hombre.
Los animales pueden crear sociedades disciplinadas y orgánicas, pero nunca
producen ese objetivo único que es la cultura.
En
forma especial, el lenguaje es vital para no cometer errores que sean
verdaderos horrores culturales. El lenguaje permite a los seres humanos y solo
a ellos, construir ese sistema de símbolos comunes que es la cultura, que se
convierte en el ambiente característico del hombre, un medio además, del que el
propio hombre es autor.
Un
gobernante que respete a su pueblo debe manifestarse ante los ciudadanos con
sanos propósitos; de hacerlo así propenderá a la formación de un Estado con
bases éticas y jurídicas que consoliden una gran nación, ya que de no cumplir
con el colectivo tendrá la responsabilidad histórica y allí quedará plasmada.
El gobernante ignorante no puede dedicarse a la parlanchina tarea de repetir
como un loro algunas frases que fueron recogidas al paso; simplemente está
obligado a un meditado silencio y una profunda reflexión, y esperar que el
tiempo obre el milagro para que se digan y se practiquen cosas sensatas. Esas
cosas sensatas, reales más no virtuales de las que el pueblo está ávido desde
hace mucho tiempo.
Las
dificultades que atraviesa Venezuela en todos sus niveles y que se acrecienta
día a día, evidencia de que Nicolás Maduro no sabe como enfrentar un descontento político y social, que crece con
el deterioro de la economía y las medidas populistas para contrarrestar el
desabastecimiento de alimentos y medicinas; la inseguridad; la pésima calidad
de vida de los venezolanos, agobiados por tantos problemas; la inflación; la improvisación
y el drenaje de las reservas monetarias del país menguadas por años de
despilfarro.
Hemos
venido observando que el sustento político del modelo populista de este
régimen, que se precia de ser socialista y revolucionario del siglo XXI, es la
distribución de la riqueza con la promesa de llevar el bienestar a las
mayorías, “al pueblo”, lo que significa que requiere de una riqueza sostenida
como base material y de la percepción de que esa distribución solo puede
garantizar un modelo socialista que proclame la superioridad absoluta del poder
del “pueblo”, por encima de cualquier otra norma. Y prevalido de ello apela a
la regla de la mayoría, menoscabando otras, como el respeto a las leyes que
garantiza la disidencia y protege a las minorías.
Una
voz de alerta se dejó escuchar en fecha reciente cuando el secretario saliente
de la Unasur, Alí Rodríguez manifestó
que “Venezuela debe definir mejor el perfil de su política económica y advirtió
que el Estado no puede asumir el control de todas las actividades de la
economía, dado que su eficacia es muy limitada”.Y fue más allá, cuando expresó
que “debe haber una definición en cuanto a los roles que va a cumplir el sector
privado, estableciendo las regulaciones para evitar la formación de monopolios.
Finalmente, con una interrogante dejo plasmada su preocupación por el devenir
de los acontecimientos a futuro, cuando subrayo: ¿Qué vamos a hacer con un
conjunto de actividades en las cuales se ha venido metiendo el Estado y que
están francamente mal y no lo podemos ocultar?.
He
allí la interrogante que comparte la
mayoría del pueblo venezolano.
El
populismo y la demagogia capturan el poder y redistribuye la riqueza, pero no
la repone. De allí, el fracaso de sus políticas.
Carlos
E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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