viernes, 5 de septiembre de 2014

ARNOLDO JOSE GABALDON, LA TRANSICION, CON LA MANO EN EL PECHO

Todo hace presumir que  Venezuela ha entrado en un proceso de transición política. Ya que es difícil anticipar los detalles de tales procesos, aunque  sabemos que  siempre un gobierno termina por ser sustituido por otro, existe la tendencia entre los líderes y analistas políticos a fijar su atención sobre situaciones parecidas que han ocurrido en otros países, buscando similaridades que orienten estrategias  a seguir.

En este sentido es conveniente  recordar la serie de transiciones que ocurrieron  en 1989, en Europa del Este y que marcaron el fin de los gobiernos de los satélites soviéticos. Me refiero al final de los regimenes comunistas de Polonia, Hungría, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria, aunque en el caso de estos dos últimos, no puede decirse que de inmediato lograron desembarazarse de la conducción totalitaria.

Por la naturaleza marxista del régimen que sufrimos, el análisis de estas transiciones arroja elementos comparativos valiosos ¿Cuáles son las características o líneas evolutivas que tendieron a repetirse en estos procesos?

1.      En  dichos países, el grueso de la sociedad civil se encontraba muy oprimida. Existían  gobiernos totalitarios y los poderes públicos estaban sujetos al partido único. Ocurría una violación permanente de los derechos humanos.

2.      Además, la situación económica estaba deteriorándose aceleradamente, con aumento constante de la inflación que no podía ser controlada, desempleo, escasez de bienes de primera necesidad y creciente endeudamiento,  consecuencia del modelo socialista existente, centralmente planificado y altamente regulatorio.

3.      Desde el principio de los años ochenta, con la designación de Karol  Wojtyla en 1978, como Juan Pablo II, la Iglesia Católica había empezado a desempeñar un rol catalizador de la reacción contra el comunismo, que se sintió especialmente en Polonia, pero que también se irradió hacia Hungría y Checoslovaquia y terminó por tener alguna consecuencia sobre toda la región.“En ocasiones-el Papa-a pesar de la incomodidad de sus propios obispos, intentaba disuadir abiertamente a los católicos de Polonia y de los demás países del Este de que llegaran a cualquier tipo de compromiso con el marxismo. En otras palabras, “ese cambio de posición – del compromiso a la resistencia - por parte de la Iglesia Católica, genero el foco que retaría el monopolio del poder ejercido por el partido Comunista” (Judt, 2005)

4.      La oposición en los diferentes países carecía de organizaciones políticas formales. Pero, durante los años ochenta habían ido apareciendo diversas organizaciones que asumieron la representación parcial de la sociedad.

5.      Las tensiones sociales, más o menos tirantes en los países de la Europa del Este, hicieron crisis durante 1989. Se generalizaron las protestas por asuntos laborales y la rebelión civil se intensificó. Los estudiantes participaron activamente, especialmente en Chacoeslovaquia y Hungría. La fuerte represión que se desencadenó durante las manifestaciones,  estuvo en manos generalmente de las fuerzas policiales y de la policía secreta. Las fuerzas armadas no participaron directamente en la represión, a no ser en Rumania, durante los últimos días de la dictadura.

6.      Entrado en la fase crítica de la transición, en la mayoría de los países se establecieron algún tipo de negociaciones entre el gobierno comunista y los representantes de la oposición. Esto era impensable anteriormente, dado la impermeabilidad del régimen. En ciertas  situaciones, estas negociaciones facilitaron el proceso de transición, como  fue el caso específico de Polonia y de Hungría.  

7.      En ningún país se logró la transición plena a través de un proceso electoral, aunque hubo casos como el de Polonia, en el cual las elecciones legislativas celebradas a mediados de 1989, por acuerdo previos negociados con la oposición y que ganó por amplio margen Solidaridad, abrieron cause al cambio posterior del gobierno; o en Hungría, en que reformas parlamentarias a fines de 1988 y principios de 1989, facilitaron la transición.

8.      En  Hungría, Alemania Oriental y  Checoslovaquia, dirigentes comunistas con el ropaje de reformadores, trataron de liderizar  gobiernos de coalición con participación de representantes de la oposición, pero a la postre ninguna de esas iniciativas cuajo y los nuevos gobiernos que se establecieron  fueron exclusivamente conformados por representantes de la oposición.  En todos los países   los partidos comunistas se disolvieron o mimetizaron. La excepción ocurrió en Rumania y Bulgaria, donde los nuevos líderes,  habían formado anteriormente parte de la nomenklatura.

9.      Los gobiernos comunistas  no cayeron  por golpes militares, sino por la resistencia y rebelión mayoritaria de la sociedad civil, que con poca violencia generó vacíos de poder que debieron ser llenados. Las fuerzas armadas se quedaron neutrales. Un aspecto curioso fue que los respectivos procesos de transición dependieron de las particularidades de cada país.  Tampoco ocurrieron por el colapso de la Unión Soviética, la cual continúo existiendo hasta fines de 1991. En todos los países los gobiernos surgidos después de la transición se declararon democráticos, promovieron regimenes multipartidistas  y  se mostraron inclinados a una economía de mercado, con mayor o menor intervención del Estado. En la generalidad de los países se trataron de mantener los programas de seguridad social preexistentes.

10.    Sin dudas, todas esas manifestaciones de reclamo social  que finalmente desembocaron en protesta civil, tuvo como origen importante, el proceso de reformas, iniciado por Mijail Gorbachov, con el nombre de Perestroika. En la última parte de los años ochenta, como consecuencia, había ocurrido un periodo de distensión del control ejercido por la Unión Soviética sobre sus satélites. Durante estos años dentro de los propios partidos comunistas de los satélites, habían surgido intentos reformistas o de corrección de los profundos daños que le habían causado a sus pueblos. Pero tales iniciativas llegaron tarde para ellos. El comunismo demostró ser mucho más débil de lo que  suponía la mayoría de la gente.

¿Qué lecciones deberíamos extraer del recuento sucintamente expuesto, de cara a la situación venezolana? La prioridad de mantener y fortalecer la unidad y ampliar el ámbito de su cobertura a la mayor parte de la sociedad civil. La necesidad de conjugar en una sola estrategia la acción electoral, la protesta social y la resistencia civil. Adoptar un mensaje común que suscite optimismo y esperanza  a toda la población. Y prepararse bien para la transición, ya que  ella irremediablemente ocurrirá.

Judt,T. (2005) Postguerra. Taurushistoria, Madrid

Arnoldo Gabaldón
agabaldon@cantv.net

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