Gobernar sin el talento suficiente que otorga la razón de palabras bien deliberadas y justificadas en el momento exacto, es caer en la tentación de imponer decisiones sin la mesura y conocimiento que las realidades permiten.
RETÓRICA BAJO ENCIERRO
La retórica no es cualquier cosa. Es la
disciplina que se dedica a la construcción de discursos. Pero no de discursos
banales, ni tampoco fútiles. Menos, de discursos “adjetivos” o dirigidos a
“incendiar” situaciones ya colapsadas. La retórica eleva la condición de la
palabra por encima de las coyunturas. De ahí, su utilidad como instrumento de
la política. Sólo que su empleo devino en grosera manipulación.
Y por otra
parte, ha resulta ser un recurso de compulsión, chantaje o de coerción de la
realidad toda vez que no existe una única verdad y con el lenguaje se pueden
expresar cuestiones creíbles o posibles. Por esta razón, la política entendida
como “el arte de engañar a los hombres” según D´Àlembert, filósofo francés, ha
servido como ruta de excepción para inocular consideraciones amañadas con el
infame propósito de pisotear la moral y la ética pública.
La historia política contemporánea, es fiel
testigo de cómo muchos gobernantes y dirigentes políticos se han aprovechado
del discurso para apuntar y disparar en dirección contraria. Es decir, lejos de
valerse de la elocuencia para apostar a concreciones que resulten favorables a
la calidad de vida política, social y económica de una población, se aprovechan
de la palabra para desmontar esfuerzos que han costado inmensos sacrificios.
Ejemplo de tan irascible proceder, es el resultado de doctrinas políticas cuyo
único propósito ha sido la exfoliación del más débil. Razón por la cual el
mundo se ha visto asediado de una devastadora pobreza. Ya decía Winston Churchill
que “el vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes.
Mientras que la virtud inherente al socialismo, es el equitativo reparto de
miseria”.
Aunque la retórica, desde sus orígenes
griegos y de su vinculación con la literatura y la política romana, ha sido
considerada como el canal sobre el cual se hace posible acentuar la
significación de la vida, a través de la palabra debidamente manejada, en la
actualidad se ha visto fustigada. Sobre todo, cuando la palabra se extravía
entre los recovecos donde se esconde el
odio, la venganza y el despotismo como criterios empleados para gobernar una
nación. Por eso decía Horacio que “la palabra dicha no puede volverse atrás”. Y
mucho menos es entonces lo que sucede con la palabra escrita, pues transcrita
queda.
Sólo buscando las palabras, se halla el
camino que lleva al pensamiento. Y cuando así ocurre, se hace posible liberar
actitudes indignas de lo que sus efectos encadenan al no poseerse la fuerza
espiritual e intelectual necesaria para hacer que su vuelo alcance el espacio
que la conciencia y la virtud puedan imaginar. De ahí que pretender gobernar
sin el talento suficiente que otorga la razón de palabras bien deliberadas y
justificadas en el momento exacto, es caer en la tentación de imponer
decisiones sin la mesura y conocimiento que las realidades permiten. Es cuando
surge la trivialidad por la cual se adopta un estilo dictatorial de gobierno.
Surge ahí el peligro de vivir dominado por quienes nunca piensan más allá de lo
que dicen, pues nunca ven más allá de lo que piensan. Porque tampoco entienden
algo más de lo que por mera malicia conocen.
La oportunidad de opinar ante los
representantes de los países que integran la orbe geopolítica reunida en la
Organización de Naciones Unidas, ONU, fue desaprovechada este martes por el
presidente venezolano. Aunque también, su presencia no generó interés alguno de
ser escuchado por lo que habló ante un
auditorio casi desocupado. Ello obedeció a lo repulsivo de su verbosidad ,
además desarticulada en sintaxis y hermeneútica al contexto
político–institucional del momento. Aunque indudablemente, fue también por
causa de equivocaciones conceptuales que a menudo manifiesta sin que por ello
se excuse o corrija mediante argumentos consistentes y decentes. No ha querido
comprender lo asentido por Robert Burton, erudito inglés, de que “una palabra
hiere más profundamente que una espada”. Quizás porque no sabe que las palabras
son como briznas de vida que, al ser arrastradas por el viento, pueden germinar
según la tierra que las acoja. Así puede decirse que la oportunidad del
presidente venezolano de dirigirse al mundo político, cayó en “saco roto”. Ello
dejó ver que su discurso fue la patética expresión de una retórica bajo
encierro.
VENTANA DE PAPEL
DECIDIDO MANIFIESTO
A decir por lo que ha corrido por las redes
sociales, un grupo importante de estudiantes universitarios, representativos de
las Casas de Estudios Superiores repartidas a lo largo y ancho del país, han
declarado desde Valencia su inapelable decisión de “derrotar a Maduro y a los
Castros”.
En principio, expresan que su lucha es sin
temor y sin miedo ya que “no nos vamos a rendir –ni aún con la muerte misma-
porque estamos dispuestos a dar nuestras vidas”. Este manifiesto revive el
aguerrido espíritu estudiantil de Noviembre de 1957 cuando estudiantes de las
principales universidades nacionales, tomaron la determinación de salir a las
calles a exteriorizar su rechazo contra el régimen dictatorial del Gral. Marcos
Pérez Jiménez. Tan importante hecho, significó el aluvión que hizo posible la
resquebrajadura del militarismo que mantuvo al país al margen de sus derechos y
libertades durante casi una década.
En la actualidad, la población estudiantil
sigue demostrando su valentía al exigir también derechos y libertades que han
sido conculcadas por el presente régimen de igual o hasta peor corte militar.
Es insoportable que a estas alturas del siglo XXI, mientras países hermanos,
que vivieron férreas opresiones de la mano de militares envalentonados y
corruptos, se disputen primeros lugares en cuanto a calidad de vida, Venezuela
haya retrocedido a niveles de inconcebible pauperización. Así que hay razones
para elevar una voz de protesta contra la dominación socialista. Estos
estudiantes, no quieren sentirse “tontos útiles manipulados por un régimen de
compras de conciencias baratas”.
Su valor es notorio cuando dicho comunicado
hace del conocimiento público que “ recobramos nuevamente las calles. Ya ni las
armas del régimen sirven para desmoronar la dignidad y el coraje de un pueblo
bravo”. De un bravo pueblo, que jamás negociará sus derechos y menos su futuro.
Hay que decir como la inmortal canción que escribiera Violeta Parra y cantada
por Mercedes Sosa: “Que vivan los estudiantes”. Sobre todo, luego de hacer
rodar tan decidido manifiesto.
CIUDAD DIVERSA Y MULTICULTURAL
El esfuerzo dio sus frutos. Así lo habría expresado el extinto Dr. William Lobo Quintero quien, en el ocaso de su vida, trabajó afanosamente no sólo en lo que siempre consideró su vida universitaria. También, para plasmar el deseo de ver otro de sus libros convertidos en realidad. Su ausencia física, no fue óbice para apreciar a la luz de Mérida y del mundo ese producto académico y de alto contenido intelectual intitulado: Mérida, Ciudad diversa y multicultural. Para su presentación, la Academia de Mérida, y el Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes, organizaron una agradable velada la cual tuvo a Viviana Lobo Dugarte como Oradora de Orden. Además como invitados especiales, los miembros de la familia del Dr. Lobo Quintero engalanada por su esposa, Isabelina Dugarte de Lobo e hijos.
La idea que motivó la labor de Editor
Académico que bien caracterizó esa faceta de William Lobo, se centró en la
excelsa necesidad de demostrar mediante el análisis de quienes le dieron
contenido al libro, casi todos profesores universitarios y quienes no,
destacados personajes, sobre la incidencia que la multiculturalidad ha tenido
ante la ciudad como fuente de riqueza social, cultural y hasta de
idiosincrasias. Cada uno de los aportes discursivos entregados, evidencian la
particularidad de una ciudad la cual, no por basar su dinámica en la vida de la
Universidad de Los Andes, sumada al turismo y a la agricultura, no ha dejado de
ser referencia nacional y latinoamericana en cuanto a educación, historia y
sentido de ciudadanía.
La diversidad cultural de la cual ha gozado
Mérida, le ha procurado un discurrir fácilmente diferenciado del resto de
ciudades venezolanas para lo cual cabe considerar la forma de cómo llegaron a
conciliarse tradiciones con esperanzas, capacidades con necesidades, y
expectativas con realidades. A todo ello, se agregó el hecho de estar la ciudad
enclavada en medio de una geografía envidiable lo cual, sin duda alguna,
fortaleció ese modo especial de combinar el gentilicio local con el gusto por
vivir asociado a la idea de actuar confundido con una naturaleza tan única. Tan
espléndida, que es capaz de deparar sueños realizables y anhelos concretos en
sus habitantes. Y es, justamente, lo que comprendió el Dr. Lobo para justificar
la necesidad de hacerle ver al resto del mundo que Mérida, aparte de
caracterizarse como educadora y emprendedora, como ninguna otra, es ciertamente
una ciudad diversa y multicultural.
“Cuando
la palabra es reflejo de un pensamiento libre de inquina, entonces esa misma
palabra puede abrirse paso entre los senderos oscuros de la ignominia y la
intolerancia” AJMonagas
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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