lunes, 22 de septiembre de 2014

ALFREDO SCHMILINSKY OCHOA, "LA GUERRA ECONÓMICA"


Con motivo de mi "Carta a una chavista", un compañero suyo me respondió con una serie de incoherencias, de la cuales lo único que se podía sacar en claro es que Chávez era tan buen Presidente que se había propuesto salvar al mundo, cosa que no lo había intentado nadie antes que él.

Jesús Faría, diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV y que creo que usted debe conocer, describió, a través de una declaraciones dadas por VTV, un panorama que más aterrador y tenebroso no podía ser. Anunció más devaluaciones, más inflación, más recesión, más desabastecimiento, más incremento de la pobreza y demás lindenzas que harían paralizar de terror hasta el más indiferente y despreocupado por el destino del país, o sea, hasta el más apátrida. 

Usted puede, en uso del derecho personal que tiene, de juzgar o interpretar estos hechos como extraordinarios logros del chavismo. Ese derecho, por supuesto, no se lo voy a discutir, cada quien juzga las cosas según mejor le convenga, la "revolución" da para todo. 

Sin embargo, dudo que la madre que va en busca de leche para su pequeño hijo y no la consigue, que vaya a buscar pañales para su bebé recién nacido y tampoco los consigue, que vaya desesperada a la farmacia en busca de un medicameto para su pequeño y salga de ese expendio de medicinas con las manos vacías porque el medicamento no se consigue, esa madre, repito, dudo que vaya a pensar lo mismo que usted. 

Que vaya a pensar que lo hecho por Chávez en "beneficio" del país, haya sido algo tan excepcionalmente bueno, que difícilmente se pueda encontrar experiencia similar en ninguna otra parte del planeta.  Lo menos que podría decir, refiriéndose al Comandante Eterno es:  "¡cómo a este señor, que ha hecho todo lo posible por destruir a su propio país, se le haya podido ocurrir la extravagante idea de que podía salvar el mundo!"  ¿Delirios de grandeza? ¿Megalomanía? Ahí se lo dejo a Jorge Rodríguez para que lo analice. 

Pero, claro, expertos como han sido estos gobiernos no en solucionar problemas sino en inventar excusas, dirá que todo eso es producto de la guerra económica. Yo no dudo que en vista del tremendo desbarajuste en el que nos encontramos sumidos los venezolanos en estos momentos, en nuestro país haya gente descontenta, que esté tratando de crearle dificultades a unos gobiernos que de manera tan grave han comprometido la estabilidad económica y política del país. Pero si de hablar de guerra vamos, no podemos dejar de recordar que al comienzo de su gobierno, Chávez puso de moda aquella canción que fue como una especie de himno para la Revolución Federal, que si bien pudo justificarse dadas las bárbaras condiciones de explotación y esclavitud en que vivían sometidos miles de venezolanos en aquel momento, hoy por supuesto constituye un imperdonable aberración. Me refiero a aquello de..."el cielo encapotado anuncia tempestad, oligarcas temblad, viva la libertad". O aquello de..."a mí me gusta el plomo pa'cá y el plomo pa'allá". ¿No fue todo esto una declaración de guerra contra los sectores productivos del país? ¿Cómo cree usted que pudiera sentirse el inversionista y el productor ante aquella tremebundas amenazas? ¿Se podía sentir garantizada la seguridad de sus inversiones? ¿Podía sentir deseos de invertir y colaborar con el desarrollo económico del país? Yo lo que creo es que si algún deseo podía tener no era otro que el de recoger sus inversiones y marcharse fuera del país.

Pero eso no fue todo, porque después vino la expresión aquella de "exprópiese!" que sin mayores análisis, de una manera absolutamente epiléptica e improvisada, Chávez vociferaba en plena plaza pública, y que más incertidumbre dentro del sector productivo no podía crear. Más tarde, en el colmo de la megalomanía,  como si lo hecho no bastara para ahuyentar la inversión, propuso la reforma de la Constitución para reducir la jornada de trabajo en dos horas. La verdad es que yo no sé qué hubiera pasado en el país de haberse aprobado esa propuesta. Por eso pienso, que la suerte en este caso vino en su auxilio, pues el caos que se habría desatado hubiera sido tan descomunal, que lo que estamos viviendo ahora es pálido ante lo que habría ocurrido. Pero lo curioso y hasta lo risible  de todo esto es que mientra proponía esta descabellada idea, hablaba de hacer de Venezuela una potencia. Y uno no puede dejar de preguntarse asombrado: ¿construir una potencia con vagos y  haraganes? La grandeza de un país, según sabemos, se construye a base de trabajo e incluso de sacrificios. Pero Chávez quería hacerlo al revés, es decir, con los trabajadores acostados en sus respectivas hamacas -donadas tal vez por el ministerio del trabajo- y esperando que los productos cayeran del cielo.                     

La verdad es que todavía quedan muchas cosas importantes que decir para probar que el que ha mantenido una constante, permanente y aniquiladora guerra contra el país ha sido el propio chavismo. Entre ellas la prohibición de efectuar los ajustes de precios después de cada devaluación. Pero esto nos obligaría extendernos más allá de lo razonable. Por eso hemos decidido volver más tarde sobre este tema. Y lo haremos, con el fin evitar que se continúe utilizando para manipular incautos y débiles mentales. Y en cuanto a su respuesta a la carta de la camarada, lo que hizo fue ponerse a divagar sobre hechos y situaciones que nada tenian que ver con lo planteado en esa misiva. Qué bueno hubiera sido que hubiera demostrado que todo lo dicho por mí en ese correo, era falso. Eso habría servido para levantar la moral de una militancia que cada día se siente más abatida y decepcionada.

Alfredo Schmilinsky Ochoa
alfredoschmilinsky@hotmail.com
@alfredosch

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