En siglo XXI nos ha
anegado la llamada “marea rosada”. La izquierda llegó al poder en varios países
de la región, comenzando por Venezuela. Ella reeditó un populismo bajo el
nombre de Socialismo del Siglo XXI. El SSXXI vino cambiando constituciones,
imponiendo la reelección indefinida y rompiendo la separación de poderes a
favor de presidentes autoritarios. Con la revolución “bolivariana” este se hizo
despótico y se mezcló con comunismo y militarismo para producir un bolipopulismo.
En lo internacional
esta marea se empeño en destruir las instituciones multilaterales existentes
bajo la consigna de “abajo el imperialismo norteamericano” y la vuelta de la
Cuba de los Castro a ellas. El SSXXI se esparció por la región bajo las
directrices de “el gran embaucador de la comarca”: Fidel Castro y el apoyo de
Lula da Silva. Ellos crearon el Foro de Sao Pablo, principal articulador formal
de la izquierda regional.
En este proceso
trataron de desmantelar a la OEA y casi lo logran, en especial al empeñarse en
debilitar la Comisión y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos. Como no pudieron, inventaron la Comunidad de
Estados de Latino América y el Caribe
(CELAC) que trajo de vuelta a los Castro y sacó a EE.UU. y Canadá.
También crearon la UNASUR para separarse más de los del norte y poder dominar
el ámbito internacional suramericano. En el norte también está México
balanceador de Brasil en Latinoamérica.
Lo que más nos debe llenar de bochorno es que, los nuestros
gobiernos han puesto al frente de estas nuevas instituciones a personas de cuestionada
reputación. El primer presidente de la CELAC fue el dictador Raúl Castro, quien
junto a su hermano han sometido al pueblo cubano por más de medio siglo. Ahora
en UNASUR han escogido al expresidente colombiano Ernesto Samper, acusado de haber llegado a la
presidencia con dineros del narcotráfico, quien además siendo Presidente EE.UU.
le suspendió la visa por esas vinculaciones.
Para colmo han
escogido al régimen venezolano para ocupar un puesto no-permanente en el
Consejo de Seguridad de la ONU, sin importar ni su record de violación de los
DD.HH. ni sus posiciones en contra del Consejo ni sus alianzas con las peores
causas de la humanidad. Como remate a esta penosa actuación, los candidatos a
la Secretaría General de la OEA –a elegirse en 2015- con más chance están
cuestionados por muchas ONG defensoras de los DD.HH. A ratos nuestros gobiernos nos producen
vergüenza de ser latinoamericanos, sin duda este es uno de ellos.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
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