Nadie puede negar que Rayma se la comió. Le lanzaron
por la goma y le cantó las mañanitas al pitcher, quien no pudo ir más allá de
la gran arrechera que cogió cuando le sonaron tremendo cuadrangular, con tres a
bordo, cuenta de tres y dos y par de
outs.
Ya ella había hablado en su lenguaje gráfico del
profundo y lamentable estado del aparato de salud que la revolución nos
proporciona, pero al señalar directa, específica y concretamente que el
principal responsable de esta hecatombe es el Comandante Eterno, se desataron
las furias y los nuevos dueños rojos-rojitos de la empresa de información y
opinión El Universal dieron la orden definitiva de la salida inmediata de la
periodista.
Y se publicó la caricatura tenida como gota final,
para que los lectores, que aún compran el diario, viesen lo que el alto comando
del medio consideró como una grave afrenta a la cual se le debía pasar factura
inmediata, como corresponde a una revolución que se hace respetar y que vela
porque se mantenga en perfecto crecimiento el culto-adoración al Eterno e
Infinito.
Y hubo ‘paciencia’ con la periodista que en los
últimos días tomó lo que se denomina como crisis de la salud, que pasa por
amenazas o realidad de serias infecciones, como tema de sus exposiciones. Y
todo se soportó hasta que se metió con el santuario de la revolución que
encabeza el difunto e inmortal Comandante Chávez.
Ahí no era posible vacilar. Había que proceder de
inmediato. Insinuar siquiera que el Eterno sólo nos haya traído la línea de lo
trágico, la penalidad, el dolor o la muerte, es una acusación muy gruesa de una
opositora que no utiliza disfraces, razón por la cual, a pesar de sus dos
décadas en el diario y su enorme popularidad, derivada de la alta calidad de su
trabajo, era necesario quebrarla rápidamente.
El 30 de julio, cuando el coordinador de la página
de opinión informó a un grupo de colaboradores, entre los cuales me encontraba,
que estábamos botados del periódico, le remití el correo al jefe de redacción
con esta pregunta: ¿Tú apruebas esta medida? Y el amigo se limitó a guardar
silencio. En otra ocasión señaló que seguiría
en el medio porque como periodista debía cubrir la fuente. Seguramente
se pensaba entonces que el régimen no se iba a atrever a limpiar de manera
total lo que es su pertenencia y debe estar, en consecuencia, al servicio exclusivo de la revolución.
Y a la hora de la botada de Rayma, Elides J Rojas
señala que “el despido es más digno que la renuncia”. Y dice además que
“todavía quedan 118 periodistas en El Universal” pero que vienen renuncias
masivas en opinión y en redacción. Caída
de lectores y anunciantes. Y concluye: “Pues, nos vamos todos. Y cerrado El
Universal”. Es decir, que muchos
renunciarán y otros esperan a contar con una “digna despedida”. Pero todo terminará con el cierre o muerte del
diario.
Este panorama no parece ajustarse a la realidad. La
Empresa de información y opinión, ahora en manos de los rojos-rojitos, no
bajará la santa maría ni se acabará por falta de anunciantes y
lectores. La revolución invertirá la renta petrolera que haga falta para
aumentar su hegemonía comunicacional y capacidad de manipulación para incidir
en la conciencia colectiva. De allí que
tenga montado el operativo de limpieza progresiva de su nueva pantalla, en defensa de toda la inmundicia
revolucionaria.
El debate que consideramos necesario plantear tiene
que ver con el comportamiento de los implicados. ¿Qué es lo correcto en una
situación de amenaza de persecución y clima general de incomodidad y control?
¿Renunciar o esperar la despedida? En realidad esto tiene que ver con el
temperamento o capacidad de aguante de los actores.
Para Rayma el
final del juego estaba claro. Por eso mantuvo su trabajo de crítica,
confrontación y humor, a pesar de saberse con la soga ya puesta en el cuello,
pero no en su conciencia de artista de
la rebeldía. Debe haber otros profesionales de la prensa que actúan hoy en
dirección parecida a la suya. Otros pudieran estar trabajando “cuidadosa y
objetivamente” sin dar motivos mayores
para ser botados. De ellos es posible pensar que de manera consciente o no participan de la transición que terminará
convirtiendo definitivamente al periódico en
rojo-rojito.
El llamado periódico de la oligarquía, la derecha,
ahora está en manos y al servicio de la dictadura-revolución socialista del
siglo XXI. Andrés Mata, Luís Teófilo Núñez y Luís Teófilo Arismendi en ningún
momento les pudo pasar por la mente que
la obra que emprendieron con tanta dedicación, finalmente sería comercializada sin dar ninguna explicación a los lectores y
ciudadanía en general por el heredero Andrés Mata Osorio.
Y a la hora en la cual el régimen prevé la
continuación de la caída de su popularidad, en particular de Nicolás Maduro, y
que advierte que la legitimación electoral, por la vía de la trampa-fraude
CNE-Smarmatic, se hará cada vez más difícil, se verá forzado a lanzarse por la
vía del comunalismo que significa el desconocimiento completo del escaso orden que se mantiene vigente.
Por otra parte, la situación económica no le permite
al régimen asegurar todo el apoyo militar-civil requerido para garantizar su
estabilidad. Entonces le será necesario promover un inmenso respaldo
publicitario para apuntalar el modelo comunal. Y nada de extraño tendría que lo
encabezara El Universal, dignamente dirigido por un alto jerarca rojo-rojito o
un obsecuente periodista de la entrega y la complicidad.
Y en este momento seguirá siendo significativo el
cuadrangular de la caricaturista que,
sin atender a los cálculos, señas, negociaciones, o deslinde de dignidades de
nadie, bateó oportuna y eficientemente. Con la Rayma Suprani botada, hemos
topado. ¡Qué historia, amigos!
Agustin Blanco Muñoz
@ablancomunoz
abm333@gmail.com
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