jueves, 7 de agosto de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, EL LÍMITE DEL CAOS

El estudio del caos es una de las parcela del conocimiento científico al que se le augura un importante lugar para el siglo XXI, principalmente por el impacto que tiene en las demás disciplinas científicas y en muchos otros muchos terrenos del saber que se benefician de sus descubrimientos, como en la economía, la sociología, la política, la lingüística, la historia.

Algunos estudiosos predicen que aquellos países que dominen esta especialidad y sus aplicaciones serán las próximas superpotencias del nuevo siglo.
Es una ciencia muy nueva con un poco más de treinta años en desarrollo, las ciencias de la complejidad y el caos se dan la mano al momento de entender el funcionamiento del universo, de comprender la estructura de su organización. Orden y caos son el Alfa y el Omega de todo lo que existe y trata de explicar cómo los sistemas funcionan, desde su dimensión molecular, como podría ser el caso de un sistema celular, hasta una galaxia en el espacio sideral.
Pero aunque su florecimiento fue reciente, tuvo una prehistoria larga, tal y como lo documenta el filósofo e historiador de la ciencia Ian Hacking en su libro La domesticación del azar, fue durante el siglo XIX al finalizar la era napoleónica que las estadísticas tomaron un vigoroso giro en Europa, existía la necesidad de los Estados, en ejercer mayor control sobre sus ciudadanos, fenómenos sociales como el crimen y el suicidio fueron objeto de seguimiento para descubrir ciertas regularidades en sus manifestaciones, el comportamiento desviado era comparado a un estimado de la “normalidad” y empezaron a confeccionarse tablas, que fueron usadas por los científicos sociales para el manejo poblacional.
El “conocimiento objetivo” se imbricó con las estadísticas y su análisis, la causalidad se convirtió en la respuesta para todo fenómeno y apareció la noción de las “constantes” para explicar repeticiones y patrones de comportamiento, 
Poisson acuñó su “ley de los grandes números”, y las matemáticas de las probabilidades, cobraron nuevo aliento que se vio reflejado en la popularidad de la sociología numérica de Durkheim.
Por un buen tiempo se desató una manía en el mundo de medirlo todo, la naturaleza era predecible, las leyes funcionaban pero uno de los primeros aldabonazos que se dieron para avisar que no todo era tan ordenado lo dieron primero, J.G. Maxwell que desarrolló su teoría cinética de los gases y luego L. Bolzman que la perfeccionó, con la misma quedó en evidencia que los átomos que componen los gases, se comportan de forma aleatoria, es imposible determinar su volumen, naturaleza o presión al menos que se tome el comportamiento a nivel macroscópico, en todo el lote, que se comporta de manera diferente a sus partes.
Posteriormente en los años 40 se desarrollaron las teorías de la información y las comunicaciones que dieron las bases a la cibernética, veinte años después el físico- químico Ilya Prigogine planteó sus descubrimientos sobre los sistemas abiertos, ya en territorios alejados del equilibrio, que se fueron complementando con los métodos y teorías matemáticas de John von Newman, del físico Heinz von Foster y del doctor Henri Atlan que se embarcó en la investigación sobre los ruidos.
Otra de las disciplinas que avanzó en la comprensión de los sistemas complejos fue la biología, el problema de la evolución de los organismos había capturado la atención de muchos estudiosos, el cómo la naturaleza había dado el paso de organismos unicelulares a multicelulares y de allí, a una variada gama de especies, era simplemente sorprendente.
Los desarrollos que se dieron en la física cuántica fueron fundamentales en la elaboración posterior de estudios multidisciplinarios que se pusieron en práctica en varias instituciones, entre ellas destaca el Instituto de Santa Fe en los EEUU a cargo del premio Nobel de física y hombre renacentista Gell Man Murray.
A principios de 1960 la embriología estudiaba las innumerables combinaciones genéticas que podían darse en un grupo de células para especializarlas en un órgano funcional, que le permitiera a un ser vivo operar con autonomía.
¿Cómo sabían las células en qué forma combinarse para producir un par de ojos, o un estómago o una aleta? ¿Cómo actuaban los sistemas celulares?
Del libro Complejidad, el caos como generador de orden, de Roger Lewin explica como existen sistemas complejos que actúan en un nivel inteligente, en el sentido que aprenden de sus errores y aciertos: “Los sistemas de este tipo se conocen como redes booleanas, en honor al inglés George Boole, inventor de un enfoque algebraico de la lógica matemática. La red procede a través de una serie de estados donde repite combinaciones hasta llegar a lo que se llama ciclo límite, que es en realidad un atractor del sistema y donde empieza a repetir solamente las combinaciones más estables, habían encontrado un orden espontáneo.”
Los atractores son focos de patrones de comportamiento caótico, sobre los cuales se producen cambios, algunos, hacia combinaciones estables.
Este comportamiento de los sistemas, de combinarse hasta encontrar la estabilidad, se daba en los modelos algebraicos y en los programas de computación que los graficaban; los matemáticos, que fueron los primeros en elaborarlos, no se daban cuenta que, lo que habían descubierto ocurrían en la naturaleza, fueron los biólogos quienes tomaron esta herramienta teórica y la aplicaron en la observación de los sistemas naturales y pudieron observar que la vida, en vez de tener que experimentar con todas las posibilidades combinatorias entre unos elementos dados, que le hubiera tomado demasiado tiempo y energía,  al llegar al ciclo límite, simplemente buscaban la estabilidad.
En otros casos, los científicos que estudiaban la dinámica de los fluidos, veían en los vórtices la representación del caos en su más impredecible forma, cada uno de estos vórtices se le consideró como un atractor que se creaban en las corrientes tumultuosas, o cuando el líquido desaguaba por un estrecho canal lo hacía de manera arremolinada.  Descubrieron que cada pequeño vórtice que se formaba, creaba otros, o crecía, para convertirse en remolino de gran tamaño, era imposible predecir su comportamiento, pero descubrieron que había un sistema trabajando en el medio del caos.
Los atractores podían darle estabilidad al caos, pero a pesar de estos atajos, a la naturaleza le tomó millones de años llegar hasta el punto donde estos sistemas buscaran su propia estabilidad y por lo tanto permitir el desarrollo de organismos exitosos para la vida.
Los componentes, métodos y técnicas de la complejidad están siendo usados hoy en día, para explicar, por ejemplo como desaparecieron las civilizaciones antiguas, hasta determinar los patrones de contagio de un virus mortal como el ébola en África, o afinar las maneras de hacer las predicciones climáticas mucho más confiables o explicar cómo funcionan los sistemas ecológicos en fase de extinción con el fin de revertirlo, este conocimiento ya es usado por firmas de Wall Street para predecir los comportamientos del mercado de valores y la NASA para el desarrollo de nuevos materiales.
Allí donde las leyes de la mecánica dejan de funcionar, donde las matemáticas desarrolladas por Newton y Leibniz se hacen inútiles, que resulta ser en una inmensa parte del universo, donde es imposible esperar una repetición de eventos y por lo tanto hacen imposible la predictibilidad, en esos lugares donde entran en juego otro tipo de combinaciones y estructuras, que es el campo de la matemática no lineal, del Efecto Mariposa, ese es el mundo del caos, y el caos genera complejidad y en esas circunstancias, el hombre ha descubierto un nuevo tipo de orden y herramientas especializadas para operar en esos ambientes.
¿Se acuerdan del Efecto Mariposa? Una mariposa bate sus alas en Japón y se produce una tormenta sobre Brasil, eventos muy pequeños pueden producir consecuencias catastróficas, pero también lo contrario, como cuando de un conjunto, se producen inmanencias que afectan a cada componente individual, es el caso del ánimo de una gran multitud en un estadio de futbol, que influye sobre cada uno de los espectadores, esa corriente emocional que nos hace levantarnos al unísono de nuestros asientos para celebrar o condenar una jugada, es el efecto mariposa en acción.
Los sistemas dinámicos no-lineales se ubican en el centro de interés de la complejidad y el caos, pues son los únicos que ofrecen explicaciones donde en apariencia reina el azar y el desorden, la famosa “mano invisible” del economista Adam Smith que veía actuando en su sistema de libre mercado, es un claro ejemplo de la complejidad actuando en sistemas complejos que tienden al equilibrio, Smith veía claramente al sistema en acción, por un lado los individuos vendiendo y comprando en el mercado local y esta acción reflejándose en los mercados de la región, estabilizando precios de acuerdo a la oferta y la demanda, y el mercado global ejerciendo sus influencias sobre cada uno de los mercados locales generando riqueza, prosperidad y exigiendo de los individuos mejores productos y en mayores cantidades, obligando a la eficiencia, la competencia y castigando los excesos y las malas prácticas.
En el mundo podemos encontrar sistemas complejos que generan caos sin ningún orden como sería el comportamiento del aire en una habitación, encontramos igualmente caos con orden como serían las tendencias de la moda en un determinado año en la industria del vestido, hay sistemas complejos adaptativos como el sistema inmunológico humano capaz de convivir con huéspedes mortales y mantenerlos bajo control, y complejidades superficiales como la estrategia de un pitcher derecho frente a un bateador zurdo en un juego de baseball.
Uno de los padres del pensamiento complejo, el antropólogo Edgar Morin, desarrolló un cumulo de ideas importantes sobre el tema, hizo algo grandioso al conjugar todos estos adelantos de la física, la biología y las matemáticas y desarrolló un modelo de pensamiento apto para los nuevos paradigmas, entre los principios a los que llegó destacan, entre otras muchas consideraciones, sus tres principios del pensamiento complejo.
Primer principio: El orden y desorden pueden ser comprendidos en términos dialógicos, no se contradicen ni se anulan sino colaboran y producen la complejidad, nos permite mantener la dualidad en el seno de la unidad.
Segundo principio: Somos a la vez producto y productores, la idea recursiva nos sitúa en el mundo como creadores de cosas que a su vez nos recrean, es el caso de la sociedad que crea cultura y esta cultura define a la sociedad.
Tercer principio: No solamente la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte, es el principio hologramático.  En el mundo biológico, cada célula de nuestro organismo contiene la totalidad de la información genética de ese organismo. La idea del holograma, trasciende al reduccionismo  que no ve más que las partes, y al holismo, que no ve más que el todo.
Espero haberles planteado de manera clara estos avances sobre el pensamiento complejo, me costó mucho trabajo ordenar estas ideas, pero vale el esfuerzo si logro interesar a alguien sobre el tema, sé que hay unos cuantos venezolanos trabajando sobre la complejidad y el caos desde hace algún tiempo, y creo que ha llegado el momento de salir del closet, allá afuera hay muchas mentes jóvenes ávidas de manejar estas nuevas herramientas del pensamiento. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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