El 24 de julio de 2014, nuevamente el pueblo
del Estado Vargas y de su capital La Guayra, fue objeto de una agresión, de
algo muy sentimental, debido a un gobierno que se ha caracterizado por destruir
la memoria histórica de Venezuela, destruyo un símbolo tangible del paisaje
marino costero de La Guayra; como era la plantica de La Guayra.
Si señores lectores, desde que asumieron el
gobierno en Venezuela en 1999, estos comunistas, liderados por el finado de Sabaneta, Hugo Chávez Frías,
se han dedicado de una manera contumaz, perversa, con alevosía y premeditación a destruir iconos urbanísticos en las diversas
regiones del país, que testimoniaban épocas de desarrollo y que alimentaban la nomenclatura
y paisaje urbano de las mismas.
Ya en tiempos del inefable e incapaz alcalde,
secuestrador del empresario Niheus, al inicio de su gestión en 2005, Alexis
Toledo, se regodeo llegando a su clímax orgasmal, al tumbar personalmente a
mandarriazos el mural más grande de América latina, El Mural de Cruz Diez, con
dos kilómetros de largo, desde la plaza El Cónsul, hasta Los Silos Trigueros;
obra emblemática que embellecía el paisaje vial de la avenida Soublette desde
Maiquetía hasta La Guayra, y permitía
que el ciudadano que circulaba por dicha vía en calidad de transeúnte o en
vehículo disfrutara de la policromía efímera del color, titulo asignado a la
obra por su creador por el colorido de tan importante obra de arte, la cual
cuando se llegaba al nivel de la Casa Guipuzcoana, permitía contraponer el arte
cinético con la portentosa obra arquitectónica vasco¬-andaluza de la época
colonial venezolana. Tumbaron el Mural para colocar una reja que nos muestra el
óxido de los hierros, para significar el atraso cultural de un pueblo, que se
dejó amancebar por la limosna de unas
misiones.
Ya la Casa Guipuzcoana, presenta signos de
envilecimiento con el uso que le ha dado este gobierno como casa de partido y
taller de propaganda política, a lo cual hay que sumarle el deterioro
premeditado al colocarle en el piso un material negro tipo vinil, sin consultar
a la oficina de patrimonio histórico e irrespetando la condición de dicha casa
como patrimonio histórico nacional desde 1967, cuando el Presidente Raúl Leoni emitió
dicho decreto.
El año pasado fuimos sorprendidos también,
cuando a La Plaza Lourdes, le cambiaron la fachada norte para ponerle una obra
de retazos de cerámica, distorsionando su fronticio emblemático de cuadriculas.
El artista necesita comer y el gobierno se ha caracterizado por hacer jugosos negocios, sin importarle
como lesiona la memoria histórica y urbana de los pueblos.
Ahora, este 24 de julio, los guayrenos hemos
sido agredidos sin ningún tipo de contemplación por el Oclocrata y Cleptocrata, es decir, el malo y demagogo, según versión del sabio
griego Polibio, que lamentablemente y en mala hora ocupa el cargo de gobernador
del Estado Vargas, al destruir sin contemplación una obra que le ha dado muchos
y buenos recuerdos a los ciudadanos de esta Guayra, como era la plantica de La
Guayra, instalación por la cual
succionaba agua para enfriar la primera planta termoeléctrica generadora de
energía eléctrica construida en Venezuela, en La Guayra.
Entendemos que el avance del progreso es
inevitable y en La Guayra se está construyendo una Plaza Bolívar, con
caminerías y espacios para la recreación, pero hasta ahora no entendemos en que
contravenía la casi centenaria plantica
de la Guayra con la nueva obra, y si consideramos que más bien iba a servir para que el visitante
que disfrutase de la nueva obra, pudiese comprender el avance de los pueblos,
en cuanto a su desarrollo y evolución, y también sirviese para testimoniar una
época en la cual la empresa privada, gestora de iniciativas que buscan la
transformación y adelanto para el trabajo productivo, dejo su testimonio de
contribuyente como pionera del servicio de alumbrado eléctrico en nuestro país.
Ya los guayrenos no podrán seguir pescando
chicharros ni adentrarse en la plantica para disfrutar del aroma del mar. Un
destructor, un general, un militarista, embriagado de gestión rimbombante por
protagonizar nuevas gestas heroicas con molinos de vientos, producto de
inhalación de lumpias como dijo Aristóbulo Isturiz, le cerceno al guayreño, al
ciudadano Varguense, de parte de su atractivo urbano de una obra que tenía unos
cuantos años de historia.
Construir es difícil, pero destruir es muy
fácil, para muestra lo que está haciendo actualmente la peste militar que
tenemos en Venezuela, quienes se creen
que gobiernan al país.
Rubén
G. Contreras G.
rubencontrerasg@gmail.com
@RubenContreras_
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