sábado, 2 de agosto de 2014

PEDRO CORZO, VALOR DE LA MEMORIA HISTORICA

La  memoria histórica  es un concepto de relativa actualidad  y por cierto, muy debatido, porque sin dudas los que se esfuerzan en su investigación,  están influenciados por experiencias en las que están presentes actos de violencia política, represión gubernamental, persecuciones  y otros acontecimientos contrarios a los de una sociedad democrática y en paz.


La Memoria Histórica  es individual y colectiva. Es esa parte de la historia que ejerce una influencia directa y que algunos pueden recordar porque la vivieron o conocieron sus actores.
El rescate de esa Memoria es el esfuerzo por conservar  una visión de conjunto de lo experimentado  por  la comunidad,  un análisis de lo acaecido,  sus  motivaciones y consecuencias.
Los testimonios de los actores y/o testigos, son la  base de la memoria histórica, una fuente invaluable de conocimientos que aproxima al investigador a los acontecimientos.
Por supuesto, que conocer el  pasado no es un antídoto contra los errores ni  bálsamo para la necesaria tolerancia entre  las partes que participaron en un conflicto,  pero  la ignorancia es una condición que favorece una conducta irreflexiva que arrastra al abuso y en consecuencia nuevas víctimas y victimarios.
La  acción devastadora de una dictadura, particularmente las ideológicas, penetra los puntos más recónditos de la sociedad y del ser humano, por eso es tan abarcadora la memoria que genera.
Las acciones por remotas que  hayan sido, y sus consecuencias,  inciden constantemente en el quehacer de todos los días, porque al igual que los factores genéticos que  en cierta medida determinan el estado de salud de los ejemplares de la especie, los actos del pasado ejercen una influencia definida sobre la sociedad.
El rescate de la Historia no debe tener como objetivo la venganza, sino el conocimiento que impida incurrir en la comisión  de  los excesos en los que otros cometieron. Debe tener como objetivo una especie de  ejemplo-advertencia  de lo que puede suceder cuando el hombre  pierde la capacidad de respetar la dignidad de otro ser humano.
El conocimiento de la historia es un justo y conveniente instrumento que debe formar parte del arsenal intelectual que  posee el individuo, y factor vital en la gestión de los que se dediquen a la cosa pública.
Para lograr esto,  la Memoria Histórica  es el instrumento adecuado  porque las personas  que han sido sometidas a un régimen de fuerza,  en el que  la conciencia individual y colectiva han sido manipuladas y usada para estructurar una verdad oficial, necesitan conocer la realidad de todos y no de una de las partes.
Hay que evitar que la amnesia impuesta se convierta en voluntaria. Se debe recobrar la memoria. No una evocación adulterada. Si se decide enfrentar el pasado debe ser  con el compromiso de  respirarlo todo, airear lo que conviene y lo que perjudica.
La memoria es necesaria porque hay  que descartar  la impunidad. Los victimarios están obligados al menos a ofrecer una reparación moral a sus víctimas, ya sea  por público arrepentimiento de sus actos o por la abjuración de los principios que defendían.
Los abusos, los crímenes, deben ser aclarados  porque el mejor mensaje para  el presente y el futuro, es que ningún ciudadano está al margen de  la justicia,  que no hay impunidad.
Después de  aceptar las responsabilidades se está en capacidad para enfrentar asuntos vitales como la reconciliación y el perdón, pero ningún argumento  debe  ser usado para someter al silencio al que no quiera callar.
Es un derecho de la víctima denunciar y acusar a sus victimarios,  si esa es su voluntad. Ningún ciudadano  debe dictarle a otro lo que debe hacer  con el pasado que le tocó vivir. Esa es una decisión individual que la sociedad debe respetar. Hay un derecho inalienable a la memoria personal y familiar que todos debemos honrar.
No debe haber espacio para lo que se denomina políticamente correcto, sino para lo que es justo. Hay un vínculo indisoluble entre el pasado y el presente  y por eso el  futuro a construirse  debe sustentarse  sobre la voluntad del ciudadano y  no por la decisión de grupos  poderosos o  corrientes oportunistas.
Siempre habrá personas e instituciones que pongan reparos a la memoria histórica  planteando que lo importante es mirar al futuro y no hacia atrás,  porque  hurgar el pasado abre heridas y puede motivar exigencias legales y hasta personales,  lo que es cierto,  pero es un riesgo que vale la pena correr si se quiere evitar cometer los errores  que se quieren sepultar.
Hay quienes opinan  que  sacrificar aspiraciones de justicia  en beneficio de la convivencia de todos, es lo más prudente,  pero  el silencio es potestativo de la víctima  y  nadie debe abrogarse el derecho de imponer silencio a los que padecieron los abusos de los déspotas.

Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43

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