martes, 12 de agosto de 2014

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, ADIÓS A “EL UNIVERSAL”

El pasado 30 de julio recibí un mensaje del diario El Universal, en el cual de manera correcta y escueta se me informaba que debido a la reestructuración editorial que adelanta el diario, no podían continuar publicando mis artículos… temporalmente.

Esperaba el mensaje desde el momento que vi, como uno a uno le decían adiós a otros articulistas de gran renombre. Había tomado la decisión de aguantar hasta que la nueva dirección del diario tuviera que consumar el atentado contra la libertad de expresión.
Es oportuno el momento para agradecer al excelente profesional Miguel Maita, jefe de las páginas de opinión, la confianza que me brindó al ofrecerme un espacio en ellas. Me siento honrado y agradecido por su apoyo profesional.
Tengo que reconocer que al momento de leerlo sentí como un escalofrió, vino a mi mente la imagen de los presos judíos en los campos de concentración, a quienes los nazis obligaban a cavar las tumbas donde caerían ellos mismos al dispararles por la espalda.
Espero de todo corazón, por respeto a su profesionalidad y por el bien de la prensa libre, que una vez que terminen de enviar todos esos mensajes, no reciban por la espalda uno similar.
Un diario como El Universal marcó pauta para el lector venezolano, presentando información valiosa, objetiva, respetando la libertad de opinión pero apoyándose en fuentes seguras.
Sus páginas publicaron noticias, entrevistas, reportajes, caricaturas, crónicas, documentos, análisis y opiniones. Cumpliendo siempre con la ética periodística, manteniendo su independencia frente al poder político, el económico y dándole cabida a las opiniones confrontadas.
Sus periodistas investigaban, explicaban, narraban, describían, analizaban. Dialogaban con el lector, quien percibía, este país, su realidad, su cultura, su gente, dibujado con palabras.
Son muchas “las voces” que han atravesado la historia de este diario, las que pareciésemos escuchar a través de los caracteres. Narraciones escritas a través de todos los sentidos del profesional de la prensa, permitiéndonos profundizar en las circunstancias, en la voz de un personaje, en los detalles, en la descripción de las situaciones, en las implicaciones y las consecuencias de la noticia.
Todo lo que hacía de El Universal la referencia. Además de ser un medio de información, este periódico prestaba un servicio cívico positivo, ¡se arriesgaba a decir la verdad!
Convencido que el pueblo tiene derecho a estar informado con objetividad, no se limitó a observar pasivamente y a comunicar la realidad. Fue más allá, ayudó a comprender y a alertar sobre la realidad que se avecina.
El cambio de su línea editorial es quizás el comienzo del fin de su historia, que esperamos sea “temporal”. No es necesario ser adivino para pronosticar que su “audiencia” en el futuro será la misma que la del adefesio en que transformaron la antigua Radio Caracas Televisión o la de Globovisión. En un país donde la mayoría de los habitantes piensa que el presidente miente, los órganos de prensa afines a su régimen sufren del mismo mal. Los millones pagados para comprarlo, son una inversión sumamente costosa con el único objetivo de silenciarlo.
Son pocos los medios libres que quedan, el régimen no se detendrá hasta obtener la hegemonía comunicacional. Una apuesta desesperada por acallar la voz del venezolano libre, el que no se pliega, que sigue gritando “abajo cadenas” dentro su propio yo.
Lo que no ha entendido este Gobierno, es que él se cae por su propio peso, por su incapacidad, por su indiferencia ante los problemas que sufre su pueblo. No es un periódico el que inventa la noticia, es la realidad que todos vivimos lo que crea las condiciones.
No ver, no escuchar y no hablar como los tres monos aquellos, no detendrá la rabia, el descontento y la indignación que crece en el corazón de cada venezolano.
No es preciso que un diario describa las colas para encontrar que comer. No se necesita que se enumere la cantidad de muertos de cada semana, ni la situación de las morgues o la escasez de urnas, para ocultarle la verdad a cada familia que entierra sus muertos.
Que no hay medicinas, repuestos ni insumos para la producción. Que el país está quebrado, que regalaron nuestros recursos, que van a subir el precio de la gasolina, pero seguirán regalando el petróleo a Cuba, no necesita ser publicado.
Nadie ignora que las empresas de maletín se robaron los dólares, ni que este gobierno es corrupto, que no castiga a los culpables y defiende a sus narco generales. La mayoría militantes del partido de gobierno o enchufados con el régimen.
Todos los venezolanos saben que las fuerzas armadas reprimen ferozmente a los estudiantes y que los presos políticos nos son culpables, que aquí se violan los derechos humanos. La verdad es que querer silenciar a la población y a los dirigentes de la oposición es la prueba más simple de su debilidad, en el fondo les temen.
Sin libertad de expresión no hay democracia ni libertad, lo que la palabra civilizada puede contener, canalizar, explicar, solicitar, presionar o proponer. Queda a la buena de Dios, huérfana de tribuna, reprimida dentro del pecho del venezolano justo.
Con prensa libre o no, algo se está gestando en el alma del venezolano, harto del abuso, del descaro y de la corrupción. Un sentimiento irresistible pronto a convertirse en una marea humana.
Se acerca el día en que el ultimo que pronuncie la frase de que “tenemos patria”, para seguir burlándose de los sentimientos de una sociedad, probablemente le falte tiempo para salir corriendo antes que le restrieguen su propia medicina.
Hace unos cuentos años, una Reina allá en Francia, en su inconsciencia recomendó que le dieran pasteles a una población que no tenía ni pan para comer.
Allá se dio una verdadera revolución, no un quítate tú para ponerme a robar yo, mucha sangre corrió, muchas injusticias se consumaron de manos de las turbas, rodaron cabezas.
En el pasado el mundo presenció la imagen de Benito Mussolini colgando cabeza abajo al lado de su mujer. Hace menos tiempo fueron grabados Ceaușescu y su mujer en Rumania, dando alaridos antes de ser ejecutados.
Recordamos también al “hermano” Saddam Hussein último dictador implacable que gobernó Irak, siendo extraído de una ratonera para ser colgado poco después y a Muhammad Gadafi implorando clemencia y despedazado a quemarropa.
Todos ellos, tiempo antes de los hechos descritos se sentían todopoderosos, tenían la hegemonía comunicacional y controlaban toda la prensa en sus países respectivos.
Ex Cónsul de Venezuela en París
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
nelsoncastellano@hotmail.com

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