Bien
pudiera decirse que el país ha dado un salto atrás. No en el sentido explicito
como es abordado en el sainete criollo escrito por Leoncio Martínez, uno de
nuestros insignes humoristas.
Por el contrario, el salto del cual estamos
hablando es de otra naturaleza. Su ámbito es el histórico. En otros términos,
lo que pretendemos subrayar es que la dinámica política, económica, social y
cultural del país en estos últimos 25 años ha ido a contracorriente en relación
con la que ha prevalecido a escala global. Desde luego, esta es una afirmación
un tanto fuerte y, es posible, que algunos de nuestros lectores la encuentren
desmesurada. Después de todo, haber permanecido dos décadas y media transitando
una vía contraria a la que ha predominado en el ámbito global es una
"hazaña" digna de explicación.
Intententemos,
entonces, proporcionar una respuesta. El punto de ruptura lo ubicamos en el año
1989. Esta fecha posee una doble significación. Una de carácter universal y,
otra, de naturaleza particular. La primera, se refiere al efecto simbólico y
político que tuvo la caída del muro de Berlín. Sin lugar a dudas, ese día se
recordará como la fecha simbólica del final de una época.
Hoy en día, estamos
conscientes de que 1989 fue el año en que el mundo comunista, en forma
inesperada, se vino abajo. La segunda connotación se encuentra más cercana a
nosotros. Desde luego, me refiero el sacudón político, económico y cultural
conocido con el nombre de "el caracazo" ocurrido, igualmente, en el
año de 1989. Más allá de las explicaciones puntuales, como por ejemplo, que fue
una "rebelión popular" contra medidas de carácter neoliberal
implantadas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez o, "una revuelta
consumista", que expresaba una agresiva respuesta de grupos sociales que
actuaban sin responder a líneas políticas y carecían de liderazgo, el caracazo,
al igual que la caída del muro de Berlín significó el fin de una época
histórica.
Vamos
a concentrarnos, brevemente, en el significado y consecuencias de esta ruptura o
cancelación epocal. ¿Qué se interrumpió? Y, si esta interpretación es correcta,
¿con qué nuevo modelo se sustituyó lo ya caducado? Veamos. En relación a la
primera interrogante, el caracazo marcó el agotamiento de nuestra primera
modernidad iniciada en las primeras décadas del siglo veinte e impulsada por el
control de la renta petrolera por parte del estado central. Este modelo hizo
aguas y la dirigencia política no tuvo conciencia plena de esta realidad.
Nuestras élites, construidas en esta primera modernidad democrática, no
pudieron ejercitar el rol dirigencial que se supone que estos grupos deberían
asumir. En otros términos, esta intelectualidad política,
también, estaba exhausta.
¿Por
qué el uso de la expresión salto atrás? Porque a diferencia de los procesos
políticos y culturales que se iniciaron con la caída del muro de Berlín
(liberización política y económica; forjamientos de nuevos espacios para la
expresión y ejercicio de la libertad; apertura hacia inéditos temas y opciones
sociales y culturales) en Venezuela se inició un camino hacia la restauración
de lo ya agotado. Las políticas diseñadas a lo largo de estos años no apuntaban
hacia adelante; carecían de futuro y les sobraba pasado. En otras palabras,
hacia atrás fue el salto llevado a cabo por la dirigencia que se apoderó del
aparato gubernamental.
Disculpe
el lector lo sucinto de la explicación. El espacio concedido no me permite
extenderme. Mi propósito es llamar la atención sobre el "agujero
negro" en el cual nos encontramos y la necesidad de que nuestra dirigencia
democrática se deslastre del pasado.
Los
restauradores, saltan hacia atrás. La intelectualidad democrática debe generar
y comprometerse con una nueva visión del país que apunte agresivamente hacia el
futuro.
Nelson
Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
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