viernes, 8 de agosto de 2014

JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA, LA TIRANÍA SIN MULETAS Y SOSTENIÉNDOSE EN BAYONETAS

“La victoria puede ser creada” (Sun Tzu).

Pero para crear la victoria hay que tener claros el objetivo y la estrategia. El objetivo de nosotros, los nacionalistas, es la liberación nacional y la refundación de la República, rompiendo con Cuba y haciendo un cambio radical y profundo del sistema político-económico. La estrategia se basa en la movilización popular que culmine en una acción cívico-militar. Comienza por la “oposición de calle”, la cual significa promover, organizar y dirigir las protestas populares.
Hacia este objetivo se avanza paso a paso. En política, como en la guerra, a la victoria final se llega mediante una sucesión de pequeñas victorias, que no se aprecian cuando no hay una jefatura que las valore como tales y las publicite para mantener en alto el ánimo de sus seguidores. Es lo que está sucediendo en las filas nacionalistas. De la ausencia de esta valoración se ha valido el enemigo, ayudado por los colaboracionistas, para confundir y desanimar presentando las victorias nacionalistas, aunque pequeñas hasta ahora, como derrotas. Los que aprendimos desde la adolescencia a valorar los hechos para saber cuándo se ha avanzado y cuándo se ha retrocedido, podemos hacer el balance de la situación actual. Puedo decir entonces que estamos mejor que antes del 12F. Hemos avanzado.
La irrupción de la “oposición de calle”, con el lema “la salida está en la calle”, fue el primer paso hacia el objetivo y, en consecuencia, significó una victoria política, pequeña pero importante, porque acabó con el engaño de los colaboracionistas quedando en evidencia su entendimiento con el gobierno títere, del cual son una de las dos muletas que lo sostienen. El colaboracionismo es el factor engaño de que se vale el gobierno títere de Cuba (“Una operación militar implica engaño. El engaño tiene por objetivo obtener la victoria sobre el enemigo”/ Sun Tzu). El papel de los colaboracionistas es presentarse como oposición (engaño) para mantener desmovilizado al pueblo, predicando la pasividad del esclavo por miedo al castigo si se subleva (muerte, torturas, prisión). El colaboracionismo quedó desenmascarado como comparsa de la tiranía, evidencia que se reforzó con la farsa del diálogo, que sólo sirvió para encubrir los crímenes de los títeres de Cuba. Ya el pueblo sabe que los colaboracionistas forman, junto con los títeres, la “casta política” de la tiranía que se beneficia de ella. Mientras todos empobrecemos, la casta política vive cada vez mejor. Esta realidad está sembrada en la conciencia colectiva. Y al estar sembrada la tiranía ha perdido un instrumento que le fue útil para la dominación. A partir de ahora los colaboracionistas no valen nada, o valen mucho menos que antes. Sin pueblo han perdido su valor político. Y con ello la tiranía se ha debilitado, lo cual constituye una victoria no tan pequeña como algunos piensan. Al ser desenmascarados los colaboracionistas, quedando sin pueblo, la tiranía perdió una de sus muletas, la que adormecía al pueblo y se lo entregaba pasivo simulando ser oposición. Ahora la tiranía está sin esta muleta. Ha quedado cojeando, con las consecuencias que ello implica para su estabilidad.
La irrupción de la “oposición de calle” nos mostró además el punto débil de la tiranía, fundamental para atacarla y derrotarla (“para avanzar arremete por sus puntos flacos”/Sun Tzu). Su punto débil es la calle. La teme porque sabe que provocará su caída. No le teme a elecciones. Sabe que las ganará una tras otra por el ventajismo y el fraude y que los colaboracionistas las legitimarán participando y aceptando el resultado fraudulento, como lo han hecho siempre a cambio de un precio vil: unas pocas alcaldías y menos gobernaciones todavía. De diputados ni hablamos. Son lamparitas que ni prenden. Terror le produce que el pueblo tome la calle, en protestas constantes, sucesivas y masivas. De allí la represión criminal para impedir a sangre y fuego que se encienda la calle. Quedó probado cuál es el punto débil de la tiranía (la calle) y cuál su punto fuerte, lo único con que cuenta (las bandas criminales con o sin uniforme). Saberlo y ponerlo en evidencia es fundamental para avanzar (“pruébalos para averiguar sus puntos fuertes y sus puntos débiles”/Sun Tzu). Que no tiene pueblo lo ha confirmado la abstención masiva en sus elecciones primarias. Y cada día tendrá menos pueblo por el colapso económico. Sólo le quedan las bayonetas para tenerse en pie, las cuales son inadecuadas para muletas y, según Napoleón, no sirven para sentarse en ellas.
Continuaré analizando las pequeñas victorias obtenidas hasta ahora por los nacionalistas, llamados también radicales, de las que muchos no se han dado cuenta.
Jesus A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta

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