sábado, 16 de agosto de 2014

IVÁN OLAIZOLA D’ALESSANDRO, NO ENTIENDO, PARANINFO DE LA SEMANA

La gasolina, la electricidad, la harina no suben de precio, solo se ajustan. Cosas revolucionarias Sancho.

Hacer análisis político en estos tiempos es bien difícil, más para alguien que no es precisamente analista político, sino simple veedor de lo que ocurre y como ingeniero trata de darle un sentido racional y lógico a los diarios acontecimientos.

Desde que esto comenzó, en los albores de 1992, cuando el fallido golpe dado por un teniente coronel sentí preocupación por lo que se nos podía venir. Ese fallido golpe tuvo un escuálido acompañamiento y hasta el propio comandante caribeño lo repudió, pero apenas don Rafael abrió la boca muchos se envalentonaron y la pelota de nieve comenzó a crecer, aumentando su volumen una vez que, otra vez don Rafael, les sobreseyera la causa a los golpistas.

Ningún delito, ningún muerto. De allí en adelante comenzaron a aparecer los que pensaban que allí estaba la solución de nuestros males. Llegó el mesías, el que acabaría con la corrupción, el nuevo libertador. Llegó diciembre de 1998 y hasta las negritas adecas, como dijera mi amigo y compañero Humberto Celli, se montaron en el autobús chavista, ¿se bajarían? Intelectuales, políticos, empresarios de toda índole y signo se identificaron con el felón. Pensaron, bueno no sé qué pensaron, pero al cabo de poco tiempo comenzaron a bajarse.

Más de quince años han transcurrido desde aquel “juro sobre esta moribunda” y muchas cosas han pasado.

El país conducido por una caterva de ineptos, corruptos, trasnochados y cavernícolas, más de ellos compañeros de uniforme del teniente coronel felón, se ha venido yendo a pique, se destruye cada día más.

Hasta el propio “líder” el “comandante en jefe”, se consumió en su propia salsa revolucionaria. Pero nos dejó un legado y vaya que legado. El volante del autobús de la revolución lo agarró un tercio con licencia chimba de quinta. Pero así las cosas hasta la fecha los que estamos del otro lado de la acera no hemos podido dar pie con bola. Y mi humilde hipótesis es que nuestra dirigencia opositora no ha podido, no ha sabido o no ha querido, lo más grave, definir bien la situación.

Muchos apelativos le han endilgado a este régimen. Yo y repito sin ser analista político, siempre he pensado que este régimen es comunista.

Si, COMUNISTA. No importa de qué tipo de comunismo se trate, pero es comunista. Comunista por su génesis, por sus actuaciones; comunista por su forma de hacer las cosas; comunista por sus incapacidades, abusos y corrupciones. Comunistas por su culto a la personalidad y por el uso de la propaganda. Comunista por lo embusteros y falsos. Comunista por quererlo controlar todo, por querer acabar con todo. Comunista por querer tener un solo partido, una sola consigna, una sola fuerza armada, una sola doctrina, una sola escuela.

Pero con todo esto que se ve tan claro, o al menos yo lo veo tan claro, la mayoría de nuestros dirigentes opositores se resisten a darle el nombre preciso. Eufemismo van y vienen. Y en consecuencia así actúan.

Por eso vemos diálogos, elecciones, reuniones, y cuantas posibilidades nos depara la constitución. Constitución hecha para engañar, pero no para cumplirla.

Tan es así que nosotros, me refiero a los opositores, somos los más vehementes defensores de ella. Y de seguro que ellos se ríen. “Mordieron el anzuelo” dirán. Me decía un amigo mío, cubano: “esto es un fotocopia de lo que nos pasó en la isla, ya nos acercamos a las seis décadas y estamos igualitos.

Tan igualitos que tenemos el mismo comandante supremo y eterno. Uno vivo medio muerto y otro muerto medio vivo”. 

Iván Olaizola D’Alessandro
Iolaizola@hotmail.com
@iolaizola1        

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