La crisis global que padece el país, hace
pensar hoy, como nunca en los últimos 15 años, que el futuro depende de una
solida y auténtica unidad opositora.
La intransigencia de ciertos grupos,
empeñados en chantajear a la MUD, pretendiendo obligarla a embarcarse en
aventuras y atajos probadamente
fracasados, dan oxigeno a un gobierno cuyo profundo deterioro solo permite esperar de él, un empeoramiento concreto y a
corto plazo de las condiciones de vida del venezolano.
La semana pasada asistí a un foro organizado
por la A.C, Expresión Libre, en la cual se analizó el fracaso de esta cosa que
llaman “el modelo”, el socialismo del siglo XXI, y las posibilidades de
construir una Venezuela de progreso para sustituirlo.
Dos intervenciones destacaron. La del
profesor Antonio Paiva, cuyo contenido trascendía el mero diagnóstico económico
para plantear el gran reto nacional de transformar institucionalmente al país,
en el proceso de construir una economía realmente productiva y una sociedad
moderna e incluyente. Paiva, se abstuvo de llamar por su nombre al modelo
económico alternativo a esta aberración, y prefirió el eufemismo según el cual
la economía no tiene apellido.
Si lo tiene, y si algo demuestra la historia
económica es su posibilidad de ser perfectible, se llama capitalismo. A este,
le quedan asignaciones pendientes que dependen en mucho de la capacidad de
transformación ética y reguladora propiciada por el conjunto de factores que
componen la sociedad, pero no otra cosa es lo que existe en los países del
mundo desarrollado.
La otra fue la de Henkel García, abundante en
datos y cifras reveladoras del fracaso del régimen, así como en propuestas.
Durante su intervención García pregunto ¿podemos dejar la tarea de reconstruir
el país a los políticos? Como si la crisis venezolana que hizo posible a
Chávez, o la actual, profundizada por el gigante destructor, se debiera
exclusivamente a “los políticos”. Grave percepción, fronteriza con la anti
política.
Mientras este foro ratificaba lo evidente, es
decir la destrucción del país adelantada por el chavomadurismo, estaba en
desarrollo el último circo del régimen, el III congreso. Un aquelarre dedicado
a fanatizar, a endiosar al gran culpable fallecido, y a manipular incautos.
Remendaban los trapos internos mientras
cocinaban el paquetazo rojo que habrán de aplicar como consecuencia de 15 años
de disparates, ineficacia y corrupción.
La distracción mayor fue la aparición del
general Carvajal, al grito de “victoria popular”. Alguien con orden de captura
internacional desde el 2008, por sus presuntos vínculos con el narcotráfico, no
solo no es investigado por la fiscal, sino que es recibido como héroe. Marca de
fábrica de este régimen, capaz de poner preso a sus “enemigos” aún sin pruebas,
negarles los beneficios de ley, pero
capaz de exculpar sin juicio alguno a los “revolucionarios”.
La cosecha del III congreso esta próxima, se
llama básicamente, aumento de la gasolina, impuestos adicionales, y cambio
único, con el dólar a un precio que garantizara más escases y más miseria. El
único grito que debe escucharse fuerte es el de ¡estafa popular!.
Freddy
Ignacio Nuñez Martinez
freddynm6311@gmail.com
@freddynm6311
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