No
hay como recorrer el país para salirse del laberinto de acertijos y consignas,
del dilema hamletiano, y sentir en el país profundo las realidades de la gente
que lucha, aun en condiciones muy adversas, para que este país sea un país a
pesar de su gobierno.
Hace
dos semanas estuve en Barquisimeto junto a los alcaldes Alfredo Ramos, de
Iribarren; José Machín, de Barinas, y representantes de la mayoría de los
gobiernos municipales de la Unidad en una intensa e interesantísima jornada de
trabajo sobre la sustentabilidad financiera de los municipios. El situado y los
recursos del Fondo de Compensación Interterritorial no son suficientes, aparte
de las manipulaciones que todos sabemos, pero eso no puede ser excusa para
dejar de cumplir con la población de esos 76 municipios que nos dieron el voto
en diciembre pasado. Hay ideas, conocimiento, y sobre todo ganas. Seriedad para
hacer la tarea.
Si
la semana pasada me hubiera quedado empozado en las discusiones de la Mesa, no
hubiera podido andar por Falcón para compartir con los alcaldes unitarios de
los municipios Monseñor Iturriza, Acosta y Jacura, cómo ellos y sus equipos
lidian con las dificultades e intentan vencerlas. Son pequeños. El mayor apenas
pasa los 23 mil habitantes y el menor los 14 mil. Pocos ingresos y muchos
problemas. Pero no se rinden. En Chichiriviche, el joven alcalde Miguel Yánez
está fajado. Lo mismo Francis Arias en San Juan de los Cayos, más arriba y
también a orillas del mar, y Wilfredo Rico en Jacura, con tradición
agropecuaria. No la tienen fácil, pero no arrugan. Escucharlos es una lección
de sentido común, que ya me gustaría oír en más de un dirigente nacional.
Finalmente,
en Los Taques, en la entrañable Paraguaná, asistí a la Asamblea de Fedecámaras,
foro ante el cual nunca había hablado. El jueves, su presidente Jorge Roig
instaló el encuentro con un discurso serio y sobrio, porque no hace falta
gritar para hablar claro. En este país necesitamos bajar el volumen de la voz y
subir el nivel de los argumentos, que diría un amigo. Con Juan Requesens de la
FCU-UCV y Marcela Máspero de la UNT, sí, no leyó mal, compartí el panel ¿Es
posible una visión compartida de país? Y vivido lo que viví, con las
diferencias que sabemos, creo que sí se puede, y es tan necesario que el
intento vale la pena. Para empezar, la dirigencia empresarial quiere escuchar
al país. Ese país donde está empeñada en trabajar y producir a pesar de todo.
Pilas
cargadas pues, traje. Hace bien. Lo recomiendo.
Ramón
Guillermo Aveledo
rgaveledounidad@gmail.com
@aveledounidad
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